“En condiciones normales, este equipo pelearía por el campeonato”, repetidas palabras de Rubén Darío Insúa, entrenador del Deportivo Quito, resumen la avalancha de problemas que inundan al equipo en el plano económico y deportivo.
Lo cierto es que la dirigencia, encabezada por Fernando Mantilla, deja mucho que desear con su gestión. Sus ofrecimientos de pago de salarios al equipo y cuerpo técnico, son únicamente devaluadas palabras.
Con 4 meses de salarios impagos, la plantilla no entrena ni concentra normalmente. Sin óptima forma física, no están en igualdad de condiciones para competir en un torneo, que según las palabras del propio Insúa, está entre los tres más difíciles del continente.
La derrota en condición de local, este domingo frente a Barcelona por 2-1, en el Estadio Olímpico Atahualpa acrecentó los problemas de cuadro “azulgrana”, que cae hasta la sexta casilla en la tabla de posiciones, cuando fechas atrás era el más serio candidato para dar caza a los punteros.
Cabe recalcar que dicho encuentro se jugó sin público, debido a la sanción que recae sobre D. Quito, tras los altercados que se dieron en el partido que jugaron ante Liga (Q) fechas atrás. Un encuentro sin público en los graderíos fue la sanción, misma que redondea la crisis de un equipo al que se le restan ingresos en una fecha en la que pudo cosechar una gran taquilla.
A esta actual dirigencia le ha faltado, además de lo expuesto anteriormente, personalidad para tomar decisiones. Anunciaron la salida de 10 jugadores por considerarlos influencia negativa en el grupo, para 24 horas después dar marcha atrás en la decisión.
Días difíciles se avecinan para el cuadro capitalino, mismo que necesita la intervención urgente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), organismo que deberá actuar como mediador y ente regulador del fútbol nacional, a fin de que se respeten los derechos de quienes componen Sociedad Deportivo Quito, en esta dura crisis que atraviesa.
