«Mens sana in corpore sano» esta cita latina ilustra a la perfección la necesidad de cuidar tanto el cuerpo como el espíritu. Para que el alumno pueda estar al máximo nivel académico su estado de salud y físico deben acompañarle. Una alimentación equilibrada que aporten todas las vitaminas necesarias, realizar algo de ejercicio para estar en forma y soltar adrenalina, evitar las comidas copiosas antes del estudio o huir las bebidas estimulantes son algunos de los puntos a tener en cuenta.
La capacidad intelectual, la psicológica, la organización, el entorno donde se estudia e incluso el estado físico influyen en el resultado de un examen.
Hay que buscar un equilibrio entre el tiempo de estudio y el dedicado al ocio.
Una vez que se sale del aula no podemos olvidarnos de los libros hasta que ronden los exámenes. La constancia es necesaria para conseguir buenas notas y planificar el tiempo fuera del centro es lo primero que un buen estudiante debe hacer, organizarse las diferentes asignaturas mediante un horario que permita dedicar un par de horas diarias a repasar lo aprendido durante la jornada. Conviene completar lo escuchado en clase con libros adicionales y hacer resúmenes en los que se plasmen las ideas básicas de la asignatura.
Además, lo ideal es que el horario de un estudiante universitario siga una rutina diaria y que entre las diferentes materias nos tomemos un pequeño descanso de cinco minutos para desconectar y no mezclar contenidos. Si estudiamos día a día nos libraremos de jornadas agotadoras entre apuntes en los días previos al examen y de la ansiedad que esto provoca y tan sólo tendremos que repasar. No se trata de pasarse la tarde estudiando sino de sacar un par de horas y aprovecharlas bien, estar demasiado tiempo seguido es contraproducente porque lo normal es que acabemos saturándonos.
Para llevar una asignatura convenientemente preparada para un examen hay que estudiarla en profundidad y una vez aprendida mantener esos conocimientos frescos mediante repasos periódicos.
El orden es una cuestión básica también, dado que el objetivo es sacar el máximo partido a los momentos de estudio el entorno en el que lo hagamos influirá mucho. Tanto la biblioteca como una habitación bien iluminada y con unas condiciones de temperatura adecuadas son lugares idóneos en los que encontrar la concentración. Huir del ruido y de otras distracciones como la televisión y contar con una silla cómoda son otras de las cuestiones que no se pueden olvidar.
Estas son recomendaciones básicas de los expertos europeos y americanos. Finalmente, sugieren que el estudiante universiatrio trabaje con una planificación a corto, mediano y largo plazo, y siempre quemando etapas.