Investigadores de Singapur han analizado imágenes de resonancia magnética y han detectado una pérdida de conectividad en las áreas del cerebro relacionadas con la sociabilidad.
Cuanto más mayores somos, más pereza nos da quedar con esa persona a la que hace tiempo que no vemos. Pero esta tendencia a reducir el número y la intensidad de las interacciones sociales en la vejez podría tener una explicación neurobiológica. A medida que envejecemos, nuestro cerebro experimenta alteraciones en la forma en que sus redes internas se comunican entre sí.
Estas modificaciones afectan a las capacidades sociales, según un nuevo estudio liderado por investigadores de la Universidad Tecnológica de Nanyang (Singapur). Los resultados, publicados esta semana en la revista Neuroscience & Biobehavioral Reviews, indican que la pérdida de sociabilidad puede deberse a una menor conectividad en regiones cerebrales clave para mantener relaciones.
La pérdida de sociabilidad puede deberse a una menor conectividad en regiones cerebrales clave para mantener relaciones
Los autores observaron que, a mayor edad, la puntuación en sociabilidad era menor, y que este descenso estaba mediado por dos conjuntos de redes cerebrales cuya conectividad funcional cambiaba significativamente con el envejecimiento.
«Nuestros resultados sugieren que el envejecimiento altera la arquitectura funcional del cerebro de forma que reduce las capacidades necesarias para establecer y mantener relaciones sociales», explican los autores.
Patrones de conectividad en las áreas del cerebro asociadas con las relaciones sociales. / Dan et al., 2025, PLOS One
Redes cerebrales reorganizadas con la edad
El equipo identificó dos tipos de redes neuronales: una cuya conectividad aumentaba con la edad —pero se asociaba a menor sociabilidad—, y otra cuya conectividad disminuía con la edad —y estaba relacionada con mayores niveles de sociabilidad. Es decir, los cambios en estas redes actuaban como mediadores entre el envejecimiento y la pérdida de sociabilidad.
Las áreas más afectadas incluyen regiones del sistema límbico, la ínsula, redes de atención y control cognitivo, todas relacionadas con la gestión emocional, la percepción social y la introspección
Estas modificaciones encajan con la llamada «hipótesis del cerebro social» del antropólogo Robin Dunbar, que sostiene que ciertas capacidades cognitivas —como la empatía, la comprensión de emociones ajenas o la regulación emocional— son esenciales para nuestras relaciones sociales y tienden a deteriorarse con la edad.
Un descenso con consecuencias en la salud
La sociabilidad no es solo una cuestión de carácter: su pérdida se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo, depresión y mortalidad prematura. Por ello, los autores subrayan la importancia de entender esta transformación cerebral como parte del envejecimiento natural, no como una elección personal.
Menos relaciones se han relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo, depresión y mortalidad prematura
Los investigadores proponen fomentar la educación psicológica entre personas mayores y sus cuidadores para normalizar esta transformación y facilitar herramientas que promuevan el envejecimiento activo y saludable, incluyendo programas de estimulación cognitiva y social adaptados a esta etapa de la vida.
Referencia:
Dan YR, Siew SKH, Yu J et al. «Intrinsic functional connectivity brain networks mediate effect of age on sociability». PLoS One, 2025.