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La Batalla de Pichincha selló la libertad ecuatoriana

El 29 de mayo de 1822, cinco días apenas después de la Batalla de Pichincha que selló la libertad ecuatoriana, las corporaciones y personas notables de Quito, congregadas en Asamblea, resuelven “reunirse a la República de Colombia como el primer paso espontáneo dictado por el deseo de los pueblos, por la conveniencia y por la mutua seguridad y necesidad, declarando las Provincias que componían el antiguo Reino de Quito como parte integrante de Colombia, bajo el pacto expreso y formal de tener en ella la representación correspondiente a su importancia política”.

Eso, la unión a la República que Bolívar creara, fue el primer y el más significativo de los innumerables homenajes de las provincias del antiguo Reino de Quito a su Libertador; fue el reconocimiento de que “por medio del titular de Colombia, por la mano del inmortal Bolívar”, puso el Creador a esta tierra en “posesión de sus derechos imprescriptibles”. La asamblea de notables que decretó está unión, dispuso también otros varios honores y homenajes para el Libertador: creó una medalla con el sol naciendo sobre las motañas del Ecuador, y unidos sus rayos con una corona de laurel; entre las montañas en letras de oro debía llevar la inscripción Colombia y alrededor del sol Libertador de Quito, en esmalte azul, en el reverso Vencedor en Pichincha -24 de Mayo de 1822 , y el nombre del agraciado. La primera de estas medallas, por supuesto, debía entregársela al Libertador Presidente. Una diputación del pueblo quiteño le ofrecería personalmente la presea.

La asamnlea acordó también erigir una pirámide sobre el campo de Pichincha en el lugar de la batalla, que debía llamarse en adelante Cima de la Libertad. En el pedestal que da a la ciudad se esculpiría esta inscripción: “Los hijos del Ecuador, a Simón Bolívar, el ángel de la paz y de la libertad colombiana”. En la sala capitular de San Agustín, donde la asamblea había tenido lugar, se colocaría el busto del padre de la Patria y en su frontispicio una lápida “que recuerde en la prosperidad el día en que Quito recobró su derecho, y el nombre del Libertador”.

Los pueblos del Ecuador, designación que empezaba ya a darse para lo que entonces se venía conociendo como “antiguo Reino de Quito”, lo que había sido la Audiencia y Presidencia de Quito en tiempos coloniales, hacían, como peuden verse, sus más vivos y sinceros esfuerzos por demostrar la gratitud que rebosaba su espíritu, hacia quienes les habían proporcionado el don insuperable de la libertad.

Bolívar conoció el triunfo de Pichincha el 8 de junio, mientras se hallaba en Pasto, por información del propio jefe realista Basilio García. Entusiasmado escribe a Santander anunciándole su partida inmediata hacia Quito, en dodne esperaba entrevistarse con San Martín. La marcha  de la Libetrad hacia la capital ecuatoriana fue triunfal; los pueblos de tránsito le brindaron las más grandes demostraciones de gratitud y júbilo; el país le encantó; lo deslumbró; no había decepcionado sus expectativas; al contrario, la fascinación se confirmaba y se pofundizaba.

En la tarde del 16 de junio, acompañado de su Estado Mayor, de un grupo de tropas y escoltado por 600 a 700 vecinos a caballo, entra Bolívar a Quito, la antigua capital de los Shyris, “en medio de las más vivas aclamaciones, y de los transportes de júbilo y alegría de que son capaces los corazones más entusiastas, por la gratitud y la libertad”; así lo decía el Secretario de Bolívar, José Gabriel Pérez, al Secretario de Marina de Guerra de Colombia. Y añadía: “El heroico e inmenso pueblo de Quito ha manifestado sentimientos tales, que yo no puedo expresar, pues no es posible describir el transporte o más bien el delirio de un pueblo embriagado con el gozo de poseer a su Libertador… todas las clases, todos los sexos, y todas las edades, se manifiestan animadas de un mismo sentimiento y se disputaban a porfía la emisión del regocijo de que estaban llenos sus corazones”.

Bolívar pasa revista a las tropas vencedoras en Pichincha, y al arengarlas, se refería por primera vez a los “ecuatorianos”; recibe luego la aclamación entusiasta del pueblo y la cálida acogida de las familias notables; asiste a bailes y a celebraciones populares y es objeto de un homenaje más grande aún y más satisfactorio que todos los anteriores; una delegación del Cabildo pone en sus manos el Acta de las Corporaciones yPersonas Notables, en la que se habían consignado los votos de los hijos del Sur de Colombia por su Libertador; el ansia con que esperaban a Bolívar; el reconocimiento de que estaban poseídos y el testimonio de su entera decisión por Colombia. Bolívar, agradecido, contestaría este homenaje en una carta que contenía sus sentimientos recíprocos hacia nuestra Paria, carta que es pieza fundamental en la historia de la relación Ecuador- Bolíivar:

“El gozo de Colombia ha llegado a su colmo al recibir en su seno al pueblo de la República que levantó primero el estandarte de la libertad y de la ley contra la usurpación extranjera”. Así pues, era el padre de la Patria, el Gran Americano, el fundador de cinco Repúblicas, quien como ya hemos dicho, reconocía nuestro título de pioneros de la libertad americana; quien reafirmaba para Quito el derecho de llamarse “Luz de América”, nombre que años antes pintara el célebre patriota chileno, Fray Toribio Eriques, en el faro de Valparaíso, en exaltación de la azaña del 10 de Agosto de 1809. Y continuaba Bolívar en su carta fechada el 20 de junio y dirigida a la Municipalidad quiteña: “ Quito llevará consigo siempre el rasgo más distintivo de su gran desprendimiento y del conocimiento más perfecto de una política sublime y de patriotismo acendrado; en recompensa a tantos títulos por la posetridad de Colombia, ésta agotará su poder y su deseo en derramar sobre la generosa Quito todos los caudales de la riqueza, de la industria, de la libetrad y del bienestar nacional. Puede contar el Sur de Colombia con que las facultades limitadas que el Congreso General me ha confiado se extenderán ilimitadamente en ebenficio de la tierra querida de la patria y de la última víctima del despotismo”.

Poco antes de dar respuesta al cabildo, Bolívar había hecho un gran homenaje a nuestra patria, al ascender a Capitán al heroico Teniente Abdón Calderón, muerto gloriosamente en Pichincha, y al decretar honores  a su memoria. En la persona del héroe niño, el Libertador había reconcido el patriotismo americano de todos los ecuatorianos.

Tomado del libro “Ecuador y Bolívar” de la autoría de Alfredo Luna Tobar

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