Estamos viviendo un siglo caracterizado por los prodigiosos avances científicos y tecnológicos. Es una época en la cual sin buenos estándares de investigación y formación a nivel superior ningún país puede asegurar un grado de desarrollo que sea compatible con las necesidades y expectativas de una sociedad en la que la generación de la riqueza se ha de organizar protegiendo el medio ambiente y se ha de acompañar con la construcción de una cultura basada en la democracia, la tolerancia y el respeto mutuo.
En nuestra época de cambio tecnológico y globalización, la productividad y la competitividad se levantan sobre una economía del conocimiento.
El conocimiento es la columna vertebral de las economías competitivas y el único factor que genera ventajas de orden superior como son los productos diferenciados más completos, sofisticados y útiles o tecnología de producción propia.
Pero, como se sabe, el conocimiento no cae del cielo y tampoco es barato. Tenemos que reconocer que los departamentos de investigación de las instituciones de educación superior y centros de investigación, aunque costosos son una fuente indispensable para la generación, adquisición y difusión del saber, de las destrezas e ideas estratégicas, en el contexto de una economía mundial basada en el conocimiento y el cambio tecnológico constante.
De lo anterior se desprende que para el Ecuador, conformar una sociedad orientada a la ciencia y a la tecnología, mediante la promoción intensa de la investigación y el desarrollo de la más avanzada tecnología, en los campos de oportunidad que se abren constantemente con los nuevos desarrollos científicos, debe constituir una de las más altas prioridades nacionales.
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