El Día Internacional de los Trabajadores o Primero de Mayo, es la fiesta por antonomasia del movimiento obrero mundial.
Desde su establecimiento en la mayoría de países (aunque la consideración de día festivo fue en muchos casos tardía) por acuerdo del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, es una jornada de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago. Estos sindicalistas anarquistas fueron ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada laboral de ocho horas, que tuvieron su origen en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886 y su punto álgido tres días más tarde, el 4 de mayo, en la Revuelta de Haymarket. En la actualidad es una fiesta reivindicativa de los derechos de los trabajadores en sentido general, y se celebra en muchos países.
El Día del Trabajo en Ecuador nació de la iniciativa obrera. En 1911, por iniciativa de la Asociación de Abastecedores del Mercado de Guayaquil, se conmemoró, por primera vez, el 1º de Mayo, que los trabajadores ecuatorianos celebraron desde entonces.
A inicios del siglo XX la huelga se convirtió en el Ecuador el arma favorita de los trabajadores para sus luchas reivindicativas. Era no solo un mecanismo directo de presión contra los patronos explotadores sino también un instrumento cohesionador de la fuerza social y movilizador de la solidaridad popular.
Un objetivo fundamental de los sectores populares fue, por aquella época, lograr el establecimiento de las ocho horas de trabajo. El 1 de mayo de 1913, los trabajadores de las principales ciudades ecuatorianas se lanzaron a una movilización general con este objetivo y los trabajadores guayaquileños incluso apedrearon a los tranvías que no acataron el paro decretado por las organizaciones laborales. Una gran “asamblea obrera” convocada en Guayaquil por la COG abanderizó la lucha por la reglamentación de la jornada laboral, mediante la preparación de un proyecto de reglamento que, además, contemplaba recargos salariales por horas extras, descanso dominical y por fiestas cívicas, jornal de 2,50 sucres y preaviso de 48 horas para al separación (despido) de un trabajador.
En 1915 los trabajadores volvieron a decretar un paro general el 1º de mayo, reclamando la consagración oficial de aquella fecha como el “Día del Trabajo” y el respeto a la jornada laboral de ocho horas diarias y seis días a la semana. Poco después, cediendo a la presión social existente, el gobierno de Leonidas Plaza (1912-1916) , mediante decreto del 23 de abril de 1915, consagró: “El 1 de mayo de cada año, (será) día feriado para los obreros”.
Hoy, las crisis económicas no las resuelven solo los gobiernos, necesitan de los sindicatos y los empresarios, que son los auténticos agentes económicos de un país.
Para salir de una crisis es decisivo plantearse: primero, qué modelo de economía se requiere; segundo, qué grado de innovación se propone y, tercero, hasta qué punto existe un acuerdo integral entre Gobierno, los trabajadores y los hombres de empresa. Si todo se armoniza se consigue la paz social y el desarrollo nacional.