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El PhD

Por: Dr. Mario Jaramillo Paredes 

El PhD, es decir el doctorado de cuarto nivel, es el más alto grado académico que se otorga en el mundo universitario. Su obtención generalmente contempla una primera etapa de alrededor de un año de cursos para luego entrar en la fase de investigación, que es la fundamental. Se entiende que la investigación se hace sobre un tema de trascendencia y que constituya un real aporte al conocimiento.

El ejercicio de la docencia, el día a día del profesor que tiene a su cargo clases, no requiere ni en el Ecuador ni en ningún país del mundo, de un doctorado de cuarto nivel. Quienes tienen un PhD dedican fundamentalmente su tiempo a la investigación, pues para ello obtuvieron ese alto título. Obviamente lo ideal es que ese profesor investigador tenga unas pocas horas para compartir los resultados de las investigaciones e ir formando a sus estudiantes. Pero formar un PhD para que dicte solamente clases sin investigar, es absurdo. Ese absurdo es el que hoy se pretende imponer y seguramente se impondrá, tal como se hizo con la Ley de universidades.

Formar un PhD para que dicte clases, es una grave equivocación en sociedades pobres como la nuestra en donde casi sería un desperdicio formar un PhD con todo lo que supone en inversión y tiempo, para que luego no pueda investigar, no porque no quiera o no tenga capacidad para ello, sino a causa de que ni las universidades tienen fondos suficientes para investigación ni el Estado -que debería darles- proporciona esos recursos.

Toda universidad seria debería tener un porcentaje determinado de doctores de cuarto nivel. Pero un porcentaje que tenga concordancia con las posibilidades económicas de las universidades y con sus proyectos de investigación. Exigir un setenta por ciento de profesores con PHD es absurdo e imposible de cumplir en los plazos que las normas vigentes señalan. Hoy en nuestro país no hay más de quinientos académicos con esos títulos y con la exigencia legal se requeriría más de diez mil, según han señalado las autoridades universitarias.

Exigir a los profesores un grado de magister en su área, es en cambio positivo y realista para mejorar la calidad de los profesores que imparten clases y no hacen investigación, que son la mayoría aquí y en buena parte del mundo, pues las universidades de investigación son muy pocas en todas partes y la mayoría son de docencia, es decir de formación de profesionales. Exigir un PHD a profesores que por su edad están por terminar su docencia es -además- injusto.

Cuando pasen estos tiempos de confusión y de imposiciones sobre las universidades, los universitarios tendrán que volver a reflexionar y a pensar la universidad desde dentro de ellas y no desde fuera, como ahora en que se las ha obligado a tener como tarea central llenar y contestar formularios, que para los tecnócratas de la educación siempre ha sido lo más importante.

Con autorización del autor: Tomado de El Mercurio | Cuenca 09- 06- 2012

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