Por: Dr. Juan Morales Ordóñez
El estudio del Derecho debe ser fortalecido y afinado en el Ecuador. Lo realizado hasta la fecha ha producido grandes juristas y también profesionales cuya actuación ha merecido y merece la crítica social. Lamentablemente, muchos segmentos sociales identifican al Abogado con una serie de adjetivos negativos que en realidad no dan cuenta de la trascendencia moral y la importancia del Derecho como sistema de normas, principios, dogmas y valores que regulan la convivencia social de manera imperativa, obligatoria y coercitiva.
Tradicionalmente en el Ecuador el estudio del Derecho ha sido, casi exclusivamente, de uno de sus elementos: las leyes o normas jurídicas. En décadas anteriores era común escuchar a los estudiantes de Derecho que se identificaban como estudiantes de leyes. En realidad, esa denominación era muy propia, pues la mayor parte del pensum de estudios estaba dedicada al aprendizaje de normas positivas contenidas en los diversos códigos. El estudio del hecho social regulado por las leyes, fue soslayado casi completamente, conformándose el sistema educativo con el tratamiento superficial de aspectos políticos o sociológicos relacionados con la realidad comunitaria. También los principios y los valores recibieron un tratamiento académico secundario a través de materias tradicionales como Introducción al Derecho y Filosofía del Derecho. El peso decisivo se encontraba en el estudio o aprendizaje de las leyes.
Esa realidad, lo afirmamos, no ha cambiado mucho.
Pese a la renovada importancia de los principios y valores por su definición constitucional expresa, el tratamiento académico de los mismos es casi igual al del pasado. Seguimos siendo tan positivistas como siempre… y esa realidad debe cambiar.
La Filosofía del Derecho, materia básica en el pasado y en la contemporaneidad, tiene como propósito fundamental desarrollar en el estudiante y luego en el profesional del Derecho, la mirada o el enfoque filosófico sobre el caso jurídico en cuestión. El estudio de esta asignatura debe permitir adquirir los conocimientos y desarrollar las destrezas necesarias para argumentar filosóficamente sobre la situación jurídica tratada.
El enfoque filosófico y la argumentación jurídica que lo utiliza para explicar la importancia de los principios en juego en cada caso legal, es fundamental en la profesión jurídica, pues eleva el debate al campo de los valores y los hace efectivamente trascendentes.
Podría pensarse que la época actual no requiere de la reflexión filosófica y que es suficiente entrar jubilosos en el mundo virtual, pues ahí se encuentra todo. Pero, no es así, precisamente porque el problema moral es el que permite -en el caso del Derecho- alcanzar sus objetivos mayores: la justicia y el bien común.