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¡Es el voto nulo, estúpido!

Por: Dr. César Ulloa Tapia Ph.D.

Vicerrector del Instituto de Altos Estudios Nacionales -IAEN- 

La campaña electoral que definió la presidencia de los Estados Unidos en el año de 1992 fue intensa, polémica, vibrante, de conceptos. Bill Clinton pronunció una frase que quedó para la posteridad, “es la economía, estúpido” como respuesta al manejo de los recursos por parte del presidente en funciones, el republicano George H. W. Bush. Hasta ese momento la reelección se daba por contado, sin embargo, se rompió el libreto y posteriormente hay un caso más, la derrota de Donald Trump contra Joe Biden.

Jugando con esta frase en el contexto ecuatoriano y estrictamente en el campo electoral, cualquiera de las dos candidaturas podría decirle a la otra, ¡Es el voto nulo, estúpido! En cifras esto representa el 6.8% distribuido irregularmente en las tres regiones, además de sumar el 2.16% del voto blanco y el ausentismo del 17.73%. Esto significa que un grueso de la población no estaba convencido por ninguno de los 16 candidatos. Es la expresión más radical del hastío con la política y sus líderes, pues en términos prácticos no resuelven los problemas estructurales ni tampoco los coyunturales.

Entonces, el voto obligatorio tampoco corrige de por sí estas distorsiones, más bien pone en evidencia el descontento que hay de la gente con la política. ¿Cómo cautivar ese alto porcentaje de nulos, blancos y ausentismo? Con autenticidad y transparencia. Hay que decirle al país en qué momento se encuentra y cómo, sin ningún filtro. No se trata de alarmar, pero sí de tener las cosas claras y reconocer que, si bien nadie tiene la varita mágica, por algo se debe empezar en un proceso de mayor aliento y con el concurso de diversos sectores.

Tampoco se trata de maquillar en las redes, las limitaciones de las dos candidaturas, sino más bien y desde ellas, abrir el debate acerca de cómo pueden cambiar las cosas en materia de seguridad, desempleo, educación, salud y seguridad social. Hablar con la verdad no es recurrir al insulto, sí es un acto de honestidad y respeto por los votantes.

 

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