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Genealogía del espino blanco

Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Cronista Oficial y Vitalicio de Ambato

Rafael Vásconez Jijón imagina el cadáver del primer esposo de su madre, don Joaquín Sánchez de Orellana, levantado con una pompa funeral espléndida donde la muerte se entretenía aspirando el perfume de las rosas de repollo y resbalándose de puntillas por los pétalos de los lirios blancos y morados que inundaban el ambiente. Las velas lloraban muchas más lágrimas ardientes que los dolientes familiares. Rafael Vásconez Jijón imaginaba lo que le contaba su madre, doña Antonia Jijón. Rememoraba cómo gemía entrecortadamente sus largas fortunas entre algunas lágrimas que le caían como llovizna por sus haciendas de los Andes serranos de la Audiencia de Quito, y por dentro de los cuartos de sus mansiones por donde había nubes preñadas de opulencia flotando por todos los rincones.

¿Por qué circunstancia extrema querrá mi padre ofrecer una fiesta patria? Se preguntaba en medio de las rememoraciones fúnebres que le traía el recuerdo de los relatos de su madre:

El ataúd colocado sobre regios pedestales de plata bruñida eran custodiados por unos ángeles patéticos de cuerpo entero que lloraban inexplicables angustias haciendo guardia al féretro, demostrando con sus ojos de párpados enrojecidos sus indiferencias extrañas a los muertos de turno. Al fondo, un Cristo con su cara volteada esquivaba la mirada del féretro de don Joaquín que fue hijo del Primer Marqués de la Villa de Orellana.

A un costado de la capilla ardiente estaba el obituario impreso y enmarcado en vidrio, ilustrado con flores, cruces ángeles y nubes; alumbrado por un pebetero dorado:

“Descansa en la paz de Dios, Don Joaquín Sánchez de Orellana (1751 – 1822)
Su esposa: Antonia Jijón de Vivanco y Chiriboga

Su padre: don Clemente Sánchez de Orellana y Riofrío: Primer Marqués de la Villa de Orellana (nacido en Cuenca del Ecuador en abril de 1707 y fallecido el 15 de febrero de 1782). Su padre, a los cincuenta años de edad y por su labor como servidor público de la corona hispana, fue nombrado Caballero de la Orden de Santiago.

Su madre: la espiritual quiteña Antonia Agustina Javiera de Chiriboga y Luna, con quien se había casado don Clemente el 8 de septiembre de 1733.

Su abuelo: Don Jacinto Sánchez de Orellana y Ramírez de Arellano, Alcalde Ordinario del Cabildo y General de la Caballería de Cuenca.

Su abuela: la virtuosísima dama limeña: Teresa de Riofrío-Peralta y Messía de Andrade.

Sus hermanos: Dn. Jacinto, Da. María Josefa, Da. Juana y Da. Micaela Sánchez de Orellana.

Sus padres políticos: Don Antonio Jijón y Chiriboga y doña Mariana Vivanco Calisto.

Su tío abuelo por línea paterna: Don Antonio Sánchez de Orellana y Ramírez de Arellano: Primer Marqués de Solanda, quien murió en la ciudad de Quito y fue velado en la iglesia de El Sagrario y sepultado en la capilla del Hospital San Juan de Dios el 15 de febrero de 1782.

Sus diez cuñados hermanos mayores de su esposa…. ¿Para qué recordar más?

Rafael Vásconez Jijón sale a mirar los chaparrales que crecen encajonados a las orillas del río grande de Ambato y se da cuenta que los espinos blancos de los cactus terrígenos, que sirven para hacer adobes, tienen menos ramas que el árbol genealógico al que se encuentra vinculado. ¿Sería por amor que mi padre el Coronel Nicolás Vásconez López Naranjo buscó a la enriquecida viuda para desposarse? Imagino a mi abuelo el coronel Juan Manuel Vásconez de la Vega y a mi abuela Manuela López Naranjo renegándose en sus tumbas del juicio que me ha tocado soportar. Ha releído el juicio que sigue su padre contra toda mi parentela de políticos vinculados a los Valdiviezo. Han llegado a decir en el juicio: “Se afirma con imperdonable cinismo que los contadores no han encontrado bienes suficientes para la extracción de los veinte mil pesos de las arras ofrecidas por su primer esposo a mi madre la señora Antonia Jijón de Vásconez”*. ¿Se quedarán con la herencia que también a mí me toca? ¿Cómo puedo pensar que una familia que pone presidentes en la nueva república se declara insolvente y “afirma que al tiempo de la muerte de Don Joaquín Sánchez su patrimonio era CERO y que por tanto nada le correspondía a la viuda por su dote y arras…”?

Saca una hoja de papel desde donde se desbordan tal cantidad de primos fecundados como trigo en el abono de la patria arada para su beneficio. Aquí están germinando mis primos por parte de mi tía Mercedes casada con el primer presidente. Así como va el agua por el río, ¿cómo irán tan solo los once hijos de mi tía Mercedes, la Primerísima Dama de esta república? Y cuando pase el tiempo, podrán ver el estorboso bosque que no ha de ser solo de flores. ¿Cómo serán las pugnas, las que ahora yo mismo las siento cuando apenas estoy junto al tronco con las primeras ramas?

Volvía en el aire la voz de su madre para advertirle premoniciones que tendría que irlas comprobando con el tiempo: Y ha de llagar el día en que Juan José Flores y Jijón de Vivanco, nacido en 1831 en Babahoyo, se casará con Ángela Icaza y Aguirre. Elvira Flores y Jijón de Vivanco, nacida en 1832 en Babahoyo, se casará con Eusebio Icaza. Antonio Flores y Jijón, nacido en 1833 en el palacio presidencial en Quito, llegará a ser Presidente de la República entre 1888 y 1892, y se casará con Leonor Ruiz de Apodaca. Timoleón Flores y Jijón de Vivanco, nacido en 1839 en Quito, se casará con Mercedes Chiriboga y Fernández Salvador. Amalia Flores y Jijón de Vivanco, nacida en 1840 en Quito, se casará con el general inglés Leonardo Stagg. Mercedes Flores y Jijón de Vivanco, nacida en 1842 en Quito, se casará con Antonio Fernández Salvador y Gangotena. Reinaldo Flores y Jijón de Vivanco, nacido en 1844 en Quito, se casará con Ana Caamaño y Gómez Cornejo. Matilde Flores y Jijón de Vivanco, nacida en 1845 en Quito, se casará con Federico Hurtado y Brizón. Virginia Flores y Jijón de Vivanco, nacida en 1846 en Babahoyo, se casará con Pedro García Moreno, hermano del presidente Gabriel García Moreno. Josefina Flores y Jijón de Vivanco, nacida en 1848 en Babahoyo, se casará con Felipe Carcelén de Guevara y Barriga, hijo de Mariana Carcelén, última marquesa de Solanda y Villarrocha; e Isabel Flores y Jijón de Vivanco, nacida en 1850 en Babahoyo.
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Mi primer esposo no fue un hombre cualquiera, hijo mío, le había dicho muchas veces doña Antonia Jijón al vástago de su segundo matrimonio consumado con el Coronel Nicolás Vásconez. Mi primer esposo fue un hombre de alta fortuna y de reconocida aristocracia. Tu abuelo, Don Clemente, durante su agitada vida política fue Maestre de Campo, Gobernador, Corregidor y Alguacil Mayor de la Inquisición de la ciudad de Loja. Ocupó también el cargo de Alguacil Mayor del Tribunal del Santo Oficio y en 1732 fue Alcalde Ordinario en su ciudad natal, Cuenca. Se convirtió en Gobernador, Corregidor y Colector General del Cabildo de Quito, y luego Corregidor de Cuenca. Fue miembro de la Sociedad Patriótica de Amigos del País, de Quito, de corriente ilustrada y que junto con Eugenio Espejo y Juan Pío de Montúfar se convertiría en el germen de los primeros movimientos independentistas de Quito. Siendo Alcalde Ordinario de la ciudad de Quito, fue uno de los principales que tomaron parte activa en el aseo y mejoramiento de la urbe, a cuya expensa, y a la de Miguel Olmedo, también Alcalde Ordinario y padre del poeta guayaquileño José Joaquín de Olmedo, construyó el Parque de la Alameda, al norte del barrio de San Blas. Debes saber también que tu abuelo tuvo parientes en la parroquia de Puembo.

Hijo mío, no dejes que se diluya la familia, sobre todo la sangre de los Jijones que se multiplicará en el futuro porque reconocerás a Francisca Jijón desposada con José María Quiroz; a Da. Josefa Jijón como esposa del Dr. Pedro José Arteta; a tu tío Miguel Jijón que casó con María Josefa Mercedes Leonor Chiriboga; y a mi hermana Juana Jijón que se casó en 1822 con don Pablo Vásconez.

Te digo que vas a tener muchos líos con los Valdiviezo y Valdiviezo porque tienen mezcla redundante de la misma sangre emparentada.

Rafael vuelve a releer el juicio mientras el río fluye indiferente entre los zarzales de espinos blancos:“Cuando el señor Coronel Nicolás Vásconez, como esposo legítimo de la señora Doña Antonia Jijón, demandó ejecutivamente a la familia Valdiviezo por la dote y arras que el señor Joaquín Sánchez, primer esposo de la señora, había prometido, según consta de la escritura fojas 5 del cuaderno corriente, V.E. corrigiendo los equivocados conceptos de los jueces de primera y segunda instancia, revocó las sentencias de trance y remate pronunciadas entonces sin razón, y previno que no existiendo cantidad ninguna cierta a que ascienda el monto de las arras que se demandaron, debía hacerse la respectiva operación sobre el caudal de ellas en juicio sumario por contadores que nombraron las partes… de esta operación aparece claramente que no resultaba para arras más cantidad que la miserable de 822 pesos, 3 reales, como consta de la operación exhibida … y no obstante que en dicha cuenta incluyeron gruesas sumas que V.E y los jueces de primera y segunda instancia, declararon que no eran acumulables… (De mi novela: Nido de Rifles)

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