Por: Luis Herrera Montero
Hannah Arendt nos habló con precisión y amplitud sobre el perdón, como potente espíritu liberador del ser. Esa valiosa contribución filosófica no puede entenderse como sinónimo de impunidad. La misma autora siempre fue muy crítica respecto del fascismo como uno de los referentes ejemplares de sociedades totalitarias. Recordemos el trágico golpe de Estado que la oligarquía chilena produjo en contra del régimen socialista, liderado por Salvador Allende, y que colocara en el poder al militar Augusto Pinochet. Tal suceso histórico conllevó uno de los más grandes genocidios fascistas de la historia aún contemporánea de América Latina. Jamás podríamos alinearnos, quienes sostenemos principios y prácticas democráticas de autenticidad, con semejante totalitarismo, apoyado además por la política imperial de Estados Unidos. Como parte de aquel golpe de Estado, consumado en 1973, dicha nefasta oligarquía también se movilizó por las calles de Santiago. Su similitud con las movilizaciones hitlerianas en Alemania, unos años antes de su ascenso al poder estatal, es innegable y a su vez de miserables consecuencias.
Actualmente, en la hermana Bolivia, se acusa al gobierno de Luis Arce de ejercer procesos de venganza y persecución política, con el propósito de obviar el grave irrespeto a los derechos políticos del pueblo boliviano, como efecto directo de otro innegable golpe de Estado, que pusiera a la señora Añez en el gobierno y que asesinara a más de treinta personas. Esos grupos oligárquicos hoy se movilizan al puro estilo del fascismo chileno. En las elecciones últimas esos sectores fueron derrotados contundentemente en una sola vuelta y de manera inapelable. La desvergüenza de la oligarquía boliviana, desde su condición de minoría totalitaria, pretende ahora imponer un régimen inadmisible de impunidad, sin duda opuesto a la esencia de los principios democráticos. Cuidado con confundir tal exigencia como venganza o persecución política. Hacerlo llevaría confundir perdón con impunidad y no podemos devaluar con ingenuidades las valiosas contribuciones de la filósofa antes mencionada.
Propender a la generalización de la impunidad, en apego a la tradición de las oligarquías latinoamericanas, implica un grave deterioro en el proceso de maduración de la democracia, sobre todo, si esta es concebida como autogobierno del pueblo, conforme la clara conceptualización del filósofo griego Cornelio Castoriadis; quien con irrefutable acierto, consideró a los gobiernos capitalistas como oligarquías liberales y no como dogmáticamente se ha supuesto en la cultura global neoliberal, pues nada tienen de democráticos. No se pide tampoco caer en los autoritarismos del viejo sistema soviético, pero eso no faculta considerar al capitalismo como democracia y menos todavía a los golpes de Estado, liderados por el neoliberalismo en Latinoamérica.
En Ecuador no obviamos tampoco los graves atropellos a los derechos políticos del pueblo. Las jornadas de octubre de 2019 fueron multitudinarias. Ante estas legítimas movilizaciones, la respuesta gubernamental conllevó represión desmedida en autoritarismo, que provocara el fallecimiento de 11 conciudadanos y compatriotas. Cabe entonces la legítima interrogante ¿Deben quedar esos asesinatos en impunidad? El pueblo ecuatoriano atestiguó tales acontecimientos como efectos del uso de la fuerza policial: las evidencias están en variedad de vídeos de prensa popular, redes sociales y testimonios individuales. Todo indica que el gobierno de Moreno opta por la impunidad. Pero el pueblo ecuatoriano no está en el mismo andarivel, de ahí la mísera popularidad gubernamental, cuantificada en apenas 4%. Es hora de hacer justicia, de lo contrario continuaremos matando las democracias y posicionando regímenes oligárquicos. En nosotros está la decisión. Lasso no constituye alternativa alguna para frenar a la impunidad. Optemos entonces por la unidad, como sucedió en octubre de 2019. Nos movilizamos multitudinariamente. Solicitemos entonces la anulación de juicios a los conciudadanos que se movilizaron y exijamos, en cambio, los respectivos juicios penales para los responsables de tales asesinatos. El binomio de UNES es por tanto una alternativa viable. El pueblo unido jamás será vencido.