EcuadorUniversitario.Com

La desmembración de Guayaquil del virreinato de Nueva Granada

 Por: Dr. Pedro Reino Garcés

Historiador/ Cronista Oficial de Ambato

Dejamos dicho que pudo haber un sentimiento de guayaquileñismo (gran) colombiano, pero ¿en quiénes?, ¿en los obedientes hacedores del poder o en el pueblo que siente el patriotismo o hereda los nacionalismos? Creo que siempre hay que aclararse que los nacionalismos son parte de una manipulación consumista, propagandística, como conquista mental de cualquier producto de mercado, orientada básicamente a las clases sometidas. Los de las clases que detentan dicha manipulación, son menos nacionalistas que sus víctimas.

Hay una serie de argumentos y documentos que nos sirven para reflexionar sobre el tema que estamos tratando. Veamos el documento colonial previo a la integración que nos haga decir a todos que somos colombianos, o gran colombianos, y posteriormente, ecuatorianos.

Guayaquil se desmembró del gobierno de Bogotá y  pasó a depender del de Lima (1803) por las razones que van a ser explicadas. Luego, esta equivocación será reconsiderada años más adelante en 1819. Mientras tanto, en momentos previos a la independencia, el sentimiento nacionalista surgió fragmentado, tanto en las élites, como en las clases populares; y esto es lo que todavía pesa en el proceso identitario ecuatoriano que aparece como una marca del regionalismo, cosa que más bien no es tan cierta, porque no ocurre con la gente de las provincias litorales costeñas de Manabí, Esmeraldas o el Oro. Siempre aparece la marca de un “guayaquileñismo” como ente rival del centralismo quiteño. Esto, salvando el caso de los regionalismos provincianos evidenciados por Espejo y por Juan Bautista Aguirre.

Debido a una orden el Rey fechada en el “Palacio, 7 de julio de 1803”, el gobierno de Guayaquil se segrega del de Santa Fe. El documento dice: “Exmo Señor: Entre otras cosas que ha consultado a Su Majestad la Junta de Fortificaciones de América, sobre la defensa de la ciudad  y puerto de Guayaquil, ha propuesto que a fin de que ésta tenga con ahorro del Real Erario  toda la solidez que conviene, debe depender el Gobierno de Guayaquil del Virrey de Lima, y no del de Santa Fe, pues este no puede darle como aquel en los casos necesarios los precisos auxilios, siendo el de Lima, por la facilidad y brevedad con que puede ejecutarlo, quien le ha de enviar los socorros de tropas, dinero, pertrechos de armas y demás efectos, de que carece aquel territorio, y por consiguiente se halla en el caso de vigilar mejor y con más motivo que el de Santa Fe, la justa inversión de los caudales que remita y gastos que se hagan, a que se agrega que el Virrey de Lima puede según las ocurrencias, servirse con oportunidad para la defensa del Perú, especialmente de su capital, de las maderas y demás producciones de Guayaquil, lo que no puede verificar el Virrey de Santa Fé.

Y habiéndose conformado Su Majestad con el dictamen de dicha Junta, lo aviso a Vuestra Excelencia de Real Orden para su inteligencia, y a fin de que por el Ministerio de su cargo se expidan las que corresponden a su cumplimiento

Dios Guarde a V.E. muchos años

Palacio, 7 de julio  de 1803

José Antonio caballero

Señor don Miguel Cayetano Soler.”

Partamos en primer lugar de la interrogante ¿quién y por qué hizo aparecer esta resolución? Un rey lejano dictaminaba lo que le solicitaban interesados. Desde luego que se desprende que el asunto militar, o mejor dicho, de militares, es el que hace desprender a Guayaquil de Santa Fe, para pasar a Lima. En lo de fondo, creo que estaban interesados “en las maderas y demás producciones”, a más del valor estratégico.

¿Con qué sentimiento habrá quedado la gente luego de esta desmembración? Desde luego que con el producto de las anexiones surgen y se facilitan los enlaces comerciales, burocráticos, familiares, sociales, etc. Guayaquil se peruaniza en desmedro de un supuesto quiteñismo y subsecuente colombianismo. Creo que más bien impera lo que al principio decía Bolívar, un americanismo. Producto de estas ambivalencias y de las consecuencias que repercutieron como producto de las guerras de la Independencia, los guayaquileños soñaron con ser, como muchos manifiestan hasta ahora, “independientes” en su orgullo estratégico que ofrece el puerto, y en su autosuficiencia comercial y plutocrática. Sin embargo, tienen un problema: es el de soledad. Su narcisismo necesitaba un apoyo, sea de Colombia o del Perú.

Las familias de las élites y las vinculantes por el comercio, desde luego que han simpatizado más con Lima, hasta bien entrada la República. Mírese por ejemplo, José Joaquín de Olmedo (1780 – 1849) nacido en Guayaquil, de padre español y madre guayaquileña,  primer vicepresidente de Ecuador, en la presidencia de Flores. “En 1794 fue enviado a Lima, a cargo de su pariente Dr. José de Silva y Olave, quien lo matriculó en el colegio de San Carlos. En 1799 fue alumno de la universidad de San Marcos…”en 1800 fue profesor de Filosofía del colegio de San Carlos. En 1805 se doctoró en Jurisprudencia en el mismo Colegio y pasó a dictar Derecho Civil, luego y ahí mismo se graduó en Derecho Civil y Canónigo. En 1808 se incorporó al Colegio de Lima y dictó la cátedra de Digesto en San Marcos. Solo para 1809 “fue llamado a Guayaquil porque su padre estaba grave. Arribó el 20 de Agosto” Desde entonces se incorpora como abogado de la Real Audiencia de Quito. Estando en las Cortes de Cádiz, “consiguió que su protector y pariente José de Silva y Olave fuera designado como Obispo de Huamanga” (77)(Wikipedia). No estamos hablando de un personaje cualquiera, sino de uno de los ejes políticos que tomó decisiones en la estructuración de la República.

Salir de la versión móvil