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La otra cara de la prensa

Un informe sobre “la Democracia en América Latina”, preparada en el 2004 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, da cuenta que en el Ecuador y en el resto de América Latina, “los medios son caracterizados como un control sin control, que cumplen funciones que exceden el derecho a la información”. “Forman la opinión pública, determinan las encuestas y, en consecuencia, son los que más influyen en la gobernabilidad”. “Actúan como superpoderes, (…) han pasado a tener un poder que excede al Ejecutivo y los poderes legítimamente constituidos, (…) han reemplazado totalmente a los partidos políticos”.

Agrega el informe del PNUD: “La mayoría de los periodistas consultados percibe al sector económico-financiero y a los medios de comunicación como los principales grupos de poder. Los medios tienen la peculiaridad de operar como mecanismo de control o límite a las acciones de los tres poderes constitucionales (hoy son cinco los poderes en el Ecuador)  y de los partidos políticos, independientemente de quienes sean los propietarios de esos medios”. “La verdadera vigilancia que se ejerce es la de la prensa”. “Asimismo, reconocen que actúan como una corporación que define los temas de la agenda pública e incluso delinea la agenda presidencial”.

Dice también el informe del PNUD: “El 80 % de los consultados en América Latina resalta el poder que han acumulado los empresarios, el sector financiero y los medios de comunicación en la última década. Ellos constituyen el principal grupo de poder que limita la capacidad de decisión de los gobiernos. El condicionamiento impuesto por los poderes fácticos a los regímenes democráticos  favorece la percepción de que se cuenta con gobiernos y partidos políticos que no pueden responder a las demandas de la ciudadanía”. “El gran poder fáctico de la incipiente democracia es el poder económico privado, integrado por los grupos de presión que condicionan la conducta del presidente, de legisladores, jueces y otros funcionarios de la administración pública. Nosotros tenemos una democracia desvinculada del interés general y, fundamentalmente, vinculada a poderes fácticos que terminan por oligarquizar la economía del país y cambiar el gobierno democrático por un gobierno plutocrático”.

Seis años antes, en febrero de 1998, un famoso filósofo, humanista y analista ecuatoriano, decía entre otras cosas: “Hay bancos que pagan cero impuestos. El ministro de Finanzas exhibe un montón de carpetas procesadas. Esos banqueros se escudan en el escudo fiscal y no pagan y no pecan, pues la ley les dice que todo está sin arruga alguna ya que les permite descontarse en donaciones y otros gastos. La ley ha sido escrita por ellos mismos”.

“Hay empresarios que evaden todo o poco pagan. También se escudan. Viajan, dice el ministro de Finanzas, gastándose la plata de las utilidades. En empresas queridas los trabajadores reciben utilidades de pena y risa. Hay empresas que se declaran perdedoras. No pagan porque no tienen. Y perdiendo en tantos años no quiebran sino más bien engordan”.

“Sumada la evasión tributaria al contrabando, la suma se vuelve respetable. La culebra se muerde el rabo. Gracioso criticar al Estado por corrupto e ineficaz. Lo quieren chiquito y débil ya que sus fortunas se han hecho con frecuencia a la sombra del Estado…”

El tema no consta en las agendas de los medios de comunicación.

La estrecha vinculación entre grupos económicos y medios de comunicación es destacada por la mayoría de los consultados. A través de los medios, los empresarios concentran aún más poder, ya sea porque son sus propietarios o porque imponen condiciones a través del manejo de las pautas publicitarias. Esta alianza le otorga gran capacidad de generar opinión, determinar temas de agenda e incidir sobre la imagen pública de los funcionarios, partidos políticos e instituciones.

La contribución de la prensa a la democracia y a la libertad de expresión ha sido sinuosa. Paradójica. Unas veces brillante y otras veces opaca e interesada.

Lo que hay en el Ecuador y en todos los países de América Latina, es una democracia de ficción, una “ilusión de democracia”, una democracia imperfecta. Lo que tenemos, se parece más a una plutocracia, a una tecnocracia. Quienes no somos dueños del capital tenemos que obedecer, trabajar y pagar impuestos.

La verdadera democracia es una noble aspiración de la humanidad civilizada. Es una aspiración del hombre moderno. Los periodistas debemos contribuir para que su llegada no demore mucho.

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