En la antigua Atenas los ciudadanos de la polis asistían todos a la Asamblea para resolver los problemas de la ciudad, ellos argumentaban, se peleaban, luego decidían y alguien debía ejecutar la decisión tomada. Así nació la idea de democracia, en el sentido de que lo público importa al ciudadano y él mismo debe involucrarse en su resolución.
A medida que las polis se transforman en espacios más grandes hasta llegar a imperios, y que luego el Estado moderno cuenta con millones de habitantes, la representación en política cobra un nuevo sentido. De ahí que se requiera delegar, encargar a otra persona que decida en mi nombre. El carácter de esa representación tiene distintos alcances, unos más restrictivos y otros más amplios, pero eso no importa aquí.
Lo que sí importa es que la democracia actual está basada en la noción de representación y es esa precisamente la que se pretende vulnerar en la pregunta 3 de la consulta que hace el gobierno. Se nos va a preguntar acerca de la reducción de asambleístas, de 137 que son ahora hasta 100, en nombre de la gobernabilidad y de una supuesta reducción de gasto. Esto es absurdo, no se puede justificar una pregunta de tal naturaleza con semejante argumento ya que se estaría afectando seriamente la representación de las provincias más pequeñas, las menos atendidas y que requieren precisamente que sus intereses estén en la Asamblea.
La ciencia política plantea que la representación en la Asamblea debe medirse en función del tamaño de la población y de los intereses agregados de la misma, para ello ha diseñado una fórmula denominada Cube RootRule, o regla de raíz cúbica según la cual en 2022 debíamos tener 262 legisladores (Polga-Hecimovich) para cumplir con esa fórmula de representación y no los 137 que tenemos. Es decir, tenemos una brecha de representación y aún la quieren ahondar más. Chile, por ejemplo, con una población similar a la nuestra tiene 205 legisladores (en los dos cámaras).
Lo curioso es que quienes plantean la pregunta, que parece que no tienen asesores en ciencia política, eran los que criticaban el presidencialismo de la Constitución del 2008 y de las prácticas del correísmo. Bueno, pues son ellos los que están dispuestos a reducir a la Asamblea a su mínima expresión, con tal de acumular más poder y terminar llevando su agenda de interés de grupo.
La Asamblea Nacional, con todos sus aciertos y desaciertos es la expresión más democrática de nuestra sociedad, es el primer poder del Estado, y hoy nuevamente pretende ser vulnerada. Si quieren tener “gobernabilidad” deberían buscar caminos más institucionales y políticos como lograr en las elecciones mayorías de acuerdo con programas coherentes con las agendas de los movimientos y sectores populares. Lo que pretenden es tomar el atajo de la consulta, aprovechando del descrédito que tiene la Asamblea, para consolidar un presidencialismo que tanto denostaron, para llevar a cabo su estrecha agenda en beneficio de los grupos de poder.