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Realidad internacional

Por: Dr. Luis Rivadeneira Játiva

La caída del “muro de Berlín” fue un acontecimiento histórico que reflejó al mundo cambiante, que vence barreras dejadas por la guerra, porque la humanidad comprende que una sociedad no puede estar separada por un muro. La Ciudad de Berlín dividida en dos, en forma antinatural y antiética, como rezago de la segunda guerra mundial, debía suceder su caída, que demoró mucho tiempo, pero, la humanidad fue la protagonista.

La creciente brecha de países norte/sur también ocasiona divisiones, ya que un muro invisible separa a las naciones, sin motivo alguno, por su ubicación geográfica. En el norte están los países ricos y, en el sur, los países pobres. Una gran revolución debe terminar con esta separación visible por el atraso de los pueblos frente a la riqueza de otros ubicados en el norte, aunque, podríamos decir que el sur es el norte.

La población mundial sigue aumentando y va a llegar el momento en que no existan suficientes alimentos para los nuevos habitantes de la tierra, un planeta que ya no tiene sustento para tanta población, en la cual hay pobreza y hambre, debido a la dominación política de los ricos hacia los pobres. Hay niños que se están muriendo de hambre.

En el comercio internacional los países desarrollados exportan a los países en desarrollo productos industrializados, cuya materia prima proviene de los países en desarrollo. Hay muchos países que venden sus productos a precios bajos, pero, se ven obligados a importar productos industrializados a los precios más altos.

Hay hambre en el mundo y esa es la realidad, producto de la existencia de clases sociales, de los medios de producción en propiedad de los ricos y de la fuerza de trabajo, que tienen que venderla los pobres, quienes reciben un salario por su trabajo.

Hay países que dependen del consumo, porque no han logrado desarrollarse en forma industrial, aunque tienen productos agrícolas y minerales, que son extraídos por los países ricos, generándose la dependencia económica.

Es una realidad en el mundo el agotamiento de los recursos naturales de los Océanos, que es necesario enfrentar, antes de que sea demasiado tarde. Debemos también conservar nuestra ecología y ecosistema, como legado para nuestros hijos, pero, no contaminando a la naturaleza, labor que cada día se hace más difícil. No olvidemos que somos parte de la naturaleza y es necesario proteger a la misma. La huella ecológica es un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos.
Llegará el momento en que se agote el petróleo. Debemos generar políticas que permitan a los países superar el problema. Posiblemente, utilizando para el transporte nuevas energías o generando motores de otro tipo para la industria automotriz. Hay doscientos mil derivados del petróleo que debemos sustituir.

Cómo medir la situación económica de los países, si tenemos como única medida el llamado producto interno bruto, que, a la final, no deja la esperanza de salir del atraso económico.
Es necesario que la humanidad defienda sus bienes comunes: la naturaleza, el agua, el aire. Este es el reto del presente y del futuro.

En la Carta de la Tierra, declaración internacional de principios y propuestas de corte progresista, debe constar la lucha de la humanidad por mejores días, en la idea de la humanidad de conservar a la madre tierra y dejar una heredad para las nuevas generaciones.

NDD: El doctor Luis Rivadeneira Játiva es Docente principal de la Universidad Tecnológica Equinoccial.

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