Históricamente, las generaciones que se fueron relevando soñaron con un mundo mejor, con la idea de construir sociedades y hombres más humanos, donde el amor predominase por encima del odio, y un sinfín de utopías. En todas las generaciones ha habido un denominador común: todas soñaron. Sin embargo, hoy ya nadie sueña.
Los sueños han muerto. A la juventud alguien se los asesinó. ¡Que tragedia! Se ha cometido un genocidio intelectual.
Los sueños de una generación entera han muerto. Deberíamos estar muy tristes. Hoy, en pleno siglo XXI, ya nadie sueña con un mañana mejor, con ningún futuro. Vivimos como en mundo provisional, como si estuviésemos viviendo una fase transitoria que nos conducirá al abismo. Parece como si fuéramos protagonistas de una novela kafkiana. Sentimos una sensación de gozo a cada paso que damos en el camino de nuestra propia destrucción. Por primera vez en la historia, la juventud no es el motor de avance de la Humanidad, sino protagonista de su propia destrucción.
Por primera vez en la historia, la juventud no está decidiendo absolutamente nada. Por primera vez en la historia, la juventud no sueña. Políticos ineptos, mentirosos y corruptos han destruido hasta su capacidad de soñar.
Ecuador Universitario