Por: Eduardo F. Naranjo C.
Parece afirmativa la hipótesis sobre la muerte de las ideologías sugerida por Fukuyama, en algún sentido si, pero aquí eso desapareció, todos quieren su pedazo sin importar la existencia de una entidad llamada país, ni de valores como justicia, igualdad, sustentación social, etc., donde las únicas víctimas son los ciudadanos por su inocencia, apatía o credulidad.
Una de las tantas engañosas ofertas de este gobierno, como una universidad para los indios, buscando enroscar a los ladinos de la Conaie y lo peor, ofrecer un edificio que no es propiedad del Estado ecuatoriano, que además para un campus resultaría totalmente inapropiado, arruinaría el paisaje y traería enormes dificultades de todo orden, pero así es la demagogia.
El edificio tan vituperado por unos cuantos amargados que no fueron consultados para su diseño, resulta que es una obra de ingeniería de gran calibre y técnica que, además estiliza la silueta de un cóndor en despegue, cuando se lo aprecia adecuadamente; tiene un gran salón y unas cuantas oficinas, como se las arreglarían si en realidad la estúpida idea fuera ejecutada.
Un dirigente indígena dijo en una entrevista que no participaba de ese criterio y de hecho lo calificó de demagógico y es más consideró que crear una universidad india sería de hecho discriminatorio, excluyente y racista, desconociendo a la gran población mestiza.
Cómo este gobierno se atreve a semejante ridiculez si aún no resuelve el tema de la universidad de la ciencia Yachay, que bien estructurada sería una buena fuente de formación de investigadores científicos, que a la postre mostraría si realmente somos talentosos o solamente unos vivarachos.
Se nota que un porcentaje de funcionarios son unos avivatos, que no saben cómo justificar su presencia y siembran ideas descabelladas, no así otros que en su momento fueron seleccionados por sus capacidades y entrenamiento y mostraron un buen desempeño, lo que no es el caso de jueces y fiscales, pero en este desesperado reparto de beneficios del pobre y desolado Estado ecuatoriano, hay un grupo de jóvenes preparados que han dado y dan muestras de saber lo que hacen y tienen propuestas que valen la pena, buscan sacar al país de la mediocridad, y se mantienen honestamente dentro de la arena movediza de la burocracia ecuatoriana y más todavía en algunos sectores, donde la corrupción repta sigilosamente buscando dónde hay y cómo lograr el pedazo.
El país podría salir adelante superando todos los errores del pasado, pero se necesitan líderes adecuadamente instruidos, comprometidos y honestos, asunto que no es fácil, porque éstos difícilmente pueden pasar las redes siniestras de las viejas mafias que vienen desde hace más de 40 años atrás y que ahora son el brazo ejecutor de la sagrada venganza de la oligarquía y de la ultraderecha hipócrita.