Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad

Por:  Audrey Azoulay/ Directora General de la UNESCO

Ha pasado casi una década desde que el documento Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad se publicó, por primera vez, en 2009. Desde entonces, la comunidad mundial ha llegado a adoptar un programa audaz y transformativo de desarrollo para conseguir un mundo justo, equitativo, tolerante, abierto e inclusivo, en el cual se cubran las necesidades de los más vulnerables y nadie quede al margen. La Agenda 2030 para el desarrollo sostenible nos muestra que la educación de calidad, la buena salud y el bienestar, la igualdad de género y los derechos humanos están intrínsecamente interrelacionados.

Durante este período, más y más jóvenes se han unido para reclamar su derecho a una educación en sexualidad y para exhortar a sus líderes a cumplir con sus compromisos políticos para las generaciones presente y futuras. En el Foro Mundial de la Juventud de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD) de 2012, los jóvenes específicamente hicieron un llamamiento a los gobiernos para que “creen ambientes y políticas favorables para garantizar su acceso a la educación integral en sexualidad en entornos formales y no formales, a través de la reducción de barreras y de la asignación de presupuestos adecuados”.

Los jóvenes no han estado solos en este esfuerzo: se les han unido comunidades, padres, líderes religiosos y partes interesadas del sector educativo, quienes cada vez más abogan por la educación en sexualidad como un componente esencial de una educación de buena calidad, integral y con base en aptitudes para la vida; y que apoya a los jóvenes para que estos desarrollen el conocimiento, las habilidades, las actitudes y los valores éticos necesarios para tomar decisiones conscientes, saludables y respetuosas acerca de las relaciones, el sexo y la reproducción.

A pesar de estos avances, demasiados jóvenes, al realizar la transición de la niñez a la adultez, todavía reciben información incorrecta, incompleta o llena de prejuicios que afecta su desarrollo físico, social y emocional. Esta preparación inadecuada no solo aumenta la vulnerabilidad de los niños y los jóvenes ante la explotación y otros desenlaces nocivos, sino que además representa el fracaso de los líderes de la sociedad en el cumplimiento de sus obligaciones hacia toda una generación.

Esta edición, revisada y completamente actualizada, del documento Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad se beneficia de una nueva evaluación de la evidencia actual y reafirma la posición de la educación en sexualidad dentro de un marco de derechos humanos e igualdad de género; promueve un aprendizaje estructurado acerca del sexo y de las relaciones de una manera positiva, fortalecedora y centrada en lo que es mejor para una persona joven. Al delinear los componentes esenciales de los programas eficaces en educación en sexualidad, las Orientaciones hacen posible que las autoridades nacionales diseñen currículos integrales que tendrán un impacto positivo en la salud y bienestar de los jóvenes.

Como el documento original, esta versión revisada tiene carácter voluntario, se basa en la más reciente evidencia científica y está diseñada para apoyar a los países en la implementación de programas eficaces de educación en sexualidad, adaptados a sus contextos.

Estamos convencidos de que si no respondemos a los llamados de los jóvenes por una educación integral, de buena calidad, en sexualidad, no cumpliremos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos para 2030 y el compromiso de no dejar a nadie al margen. De esta forma, estamos comprometidos a apoyar a los países para que pongan en práctica las Orientaciones, con la esperanza de que los docentes, educadores de salud, profesionales de desarrollo de los jóvenes, promotores de salud sexual y reproductiva y líderes de la juventud –entre otros– utilizarán estos recursos para ayudar a que los países hagan realidad los derechos de los jóvenes a la educación, la salud y el bienestar, y para lograr una sociedad inclusiva y que se caracterice por su igualdad de género.