Una sorpresa gratificante

Por: FERNANDO TINAJERO

Sabía que es economista, y de los buenos, y al escucharle en frecuentes entrevistas supe que está dirigiendo Cordes; como hace más de treinta años fue mi alumno, no recordaba que hubiera tenido un especial interés por las lecturas que hacíamos, aunque tengo la vaga idea de que participaba con frecuencia en las discusiones. Pero nunca me pasó por la cabeza la idea de que él pudiera tener una relación íntima con la literatura. Es más: nunca había pensado (¡ay, los prejuicios!) que un economista pudiera tener alguna cercanía a esa actividad gratuita, tanto si es activa como pasiva, y que tiene el agravante de llevarnos paso a paso hacia la consideración de la verdad de nuestra existencia.

Pero así es: José Hidalgo Pallares escribe, y lo hace muy bien; tan bien que varios libros suyos han sido ya premiados, no solo con el Premio Joaquín Gallegos Lara, sino incluso con el Premio Encina de Plata, de España. Ya sé que al tratarse de literatura eso de los premios es siempre relativo, y que a veces se entregan por motivos extraliterarios; pero si un autor es premiado varias veces, incluso con premios extranjeros, hay que pensar en un autor de calidad.

A quien no se encuentre muy seguro de lo que acabo de escribir, le recomiendo la lectura de un breve libro de cuentos que acaba de ser editado por Festina lente, una editorial joven que al parecer trabaja haciendo honor a su nombre, que significa nada menos que “apresúrate lentamente”. Escrito en el mismo lenguaje de nuestra vida cotidiana (quiero decir, el lenguaje de la clase media ecuatoriana en 2019) los cuentos de Hidalgo nos presentan igualmente una serie de situaciones tan comunes en nuestro modo de vivir, que bien pudieran tomarse como relatos que algún amigo nos ha hecho acerca de las menudas ocurrencias de la vida común.

Estos cuentos plantean una serie de situaciones-límite, es decir, situaciones en las cuales se juega el sentido de la vida de unos personajes tan reales, tan concretos, que no sería raro tropezar con ellos en la calle. Un hombre al borde de perderse a sí mismo en el Alzheimer; unos niños que esperan anhelosos sus regalos de Navidad y reciben el que nunca habían imaginado; un Fulano que se hace rico de la noche a la mañana y resulta envuelto en un escándalo judicial (¿no suena muy conocido?); un muchacho que es aplastado por el sentimiento de culpa…

Y hablando de la culpa, ¿saben que Hidalgo me culpa de haberle metido en esa extraña ocupación de investigar la vida escribiendo historias imaginarias? La verdad, no quise enredarle la vida; solo intenté enseñarle a leer por debajo de las palabras… Y ahora estoy feliz de saber que dará mucho que hablar todavía, y no solo con eso de la economía. Dará que hablar con lo mejor que tiene, su obsesivo interés por este extraño ser que es el humano, capaz de todas las bajezas y también de la nobleza mayor, la del sufrimiento.

FUENTE: EL COMERCIO
Jueves 18 de julio 2019