Créditos educativos

Por: José Herdoíza

Los profesionales con interés en complementar sus estudios universitarios o mejorar sus conocimientos académicos se ven en la necesidad de optar por créditos educativos que les permita continuar con estudios nacionales o internacionales, esto es deseable y meritorio. Así como, en la Ley de Simplicidad y Progresividad Tributaria aprobada días atrás se dispone la remisión de 100% de intereses, multas y recargos pendientes de pago por becas y créditos educativos para programas de educación superior otorgados por el Estado ecuatoriano; sin embargo, hay beneficiarios que sí cumplen puntualmente con pagos y cancelación de créditos educativos y que no son acreedores a ningún beneficio.

No me refiero a perdonar valor o interés alguno pero sí al costo que representa para el beneficiario de un crédito el pago de capital más un interés excesivamente elevado; no son recursos para emprendimiento o para negocio, solo son destinados para estudios académicos. Un profesional bien formado representa para el país en el mediano y largo plazo desarrollo y generación de posibilidades de transmitir ese conocimiento, forjando un círculo virtuoso a favor del país y del Estado a través de la retribución de importantes recursos por impuestos y demanda de bienes y servicios.

Las condiciones financieras para créditos educativos deben ser revisadas, no es posible que la banca estatal aplique tasas sobre el 9% para estas actividades con plazos de dos años de gracia a partir del cual viene un año donde no se paga capital sino solamente la financiación de los intereses del período de gracia más los intereses del capital y recién a partir del segundo año se empieza a pagar dividendos mensuales de interés más capital por un período de 5 años, que sumando el total de dividendos el deudor terminará cancelando algo más del 50% adicional al valor del crédito otorgado inicialmente.

El dividendo mensual a pagar representa una carga pesada frente a los ingresos que en un inicio un joven profesional pudiere generar, siempre y cuando logre hacerse de una actividad productiva más o menos rápido. Las tasas deben ser coherentes frente a las reales posibilidades de pago y nivel de vida del país, debe observarse y analizar las experiencias de otros países en cuanto a condiciones financieras.

FUENTE: EL COMERCIO
(Sección Cartas de los lectores)
18 de enero de 2020