Por: Dr. Pedro Reino Garcés
Historiador/Cronista Oficial de Ambato
“Otra objeción ha sido presentada frecuentemente a la introducción de chinos (al Perú), se refiere al influjo que pueden ejercer por sus hábitos y sistema de vida en la higiene de la colectividad, y, a la posibilidad de ser portadores de gérmenes de enfermedades peligrosas…” Estamos hablando de lo que pasaba hace cien años en Hispanoamérica. Sobre todo a lo que se pensaba respecto a la inmigración que llegaba al continente en procura de fuentes de trabajo, y en el caso del Perú, estamos hablando de los chinos que llegaban para el trabajo agrícola. Todo el ensayo, ahora sería visto como xenofóbico y paradójico, puesto que invoca la inmigración europea como alternativa de desarrollo, tal como lo compara sobre lo que ocurre en Estados Unidos y Argentina.
Comparto esta lectura tomada de una tesis para doctorado (de mis papeles de reciclaje comprados en los mercados), que bajo el título: El problema de la población en el Perú, la ha escrito Francisco Graña, para la Universidad Mayor de San Marcos, Lima, 1908. En esta publicación aparece el siguiente cuadro que detalla: País o ciudad, población, # de chinos, y peón por millas:
En Buenos Aires, con 950.891 hbs. Había 2 chinos que representaban el 0.0002 por millas. En toda R.
Argentina, con 4.090.111 había 23 chs. Que representaban 0.005. Bolivia tenía 1.816.271 habs. 77 chs. Que representaban 0.04 peones por millas. Chile, con 2.712.145 hbs. Disponía de 992 chinos que era el 0.3 por millas. En Santiago que tenía 256.403 hbs. Había 109 chinos que representaban 0.4. Montevideo con 215.061 habs tenía 120 chinos que representaban 0.5 peones por millas. En EE.UU. con 75.994.575 habs había 89.683 que representaban 1.1. New York con 3.437.202habs tenía 6.670 chinos que representaban 1.9. En el puerto de Callao con 34.436 habs había 719 chinos y representaban el 20.8 de peones por millas, y Lima con 140.884 habs tenía 6.000 chinos que corresponde a un 42.5 por millas.
Qué opiniones se tenían sobre los chinos? Veamos alguna que otra que apunta la tesis: “Inteligente, laborioso, de una paciencia sin igual, sujeto solo a necesidades rudimentarias, el asiático, en particular el chino, puede dedicarse a todo género de trabajo por penoso y humilde que él sea, aunque las condiciones propias del lugar puedan ser adversas para su salud o vida, parece usufructuario único del don de adaptarse bien a cualquier empleo y medio… Ha dado pruebas de ser el bracero más conveniente para nuestra agricultura” (p. 23).
Se comenta que hubo una peste bubónica en Lima (1901) “se demuestra que el mayor coeficiente de mortalidad corresponde a la raza china”. De los blancos (con mejores condiciones de aseo) murieron poco más del 35%; los mestizos, el 43.37%; los negros el 47,27%. Indios murieron el 50,24%. De los chinos murieron el 93.10%. Sanaron solo 2 de los que enfermaron. Todo esto se argumenta a la terrible calidad de vida que soportaban en calidad de inmigrantes bajo control de sus explotadores.
El antecedente de la inmigración china al Perú está dada por la “despoblación nacional”, argumentada por el Dr. Leonidas Avendaño, en un discurso de apertura de la universidad en 1901. Se critica la situación paupérrima de servicios de salubridad y “las múltiples necesidades higiénicas de la nación”. Lo que vale comentar es la opinión que ya se tuvo hace cien años sobre Cuba, en el mismo texto: “Cuando el pueblo americano realizó la emancipación de Cuba e intervino en su organización como país independiente, las primeras manifestaciones de su misión civilizadora, se tradujeron en saneamiento de sus campos, la higienización de sus ciudades, en la mejora, en fin, de las condiciones biológicas de la colectividad, como base de su futuro desenvolvimiento intelectual y moral” (p.52) ¿Qué mensaje nos queda? ¿Cuáles son las condiciones de salud del pueblo ecuatoriano en 2020? ¿Qué quiere decir el gobierno cuando autoriza a laboratorios particulares un diagnóstico de la pandemia de coronavirus? ¿Está pensando en salvar a la población o en establecer selectividad?
En realidad, frente a estos conflictos sociales, conviene evidenciar lo que pasa hasta en las guerras, donde mueren los soldados defendiendo patrias de los dos bandos. El doctor Louis Livingston Seaman al hablar del triunfo de la guerra del Japón, ha dejado un apunte que transcribo: “En la guerra ruso-turca 80.000 murieron por enfermedad y 20.000 por la acción de las armas de guerra…en la campaña de Crimea los ejércitos aliados perdieron 50.000 por enfermedad y 20.000 por las heridas, y se vieron desaparecer regimientos enteros víctimas de enfermedades sin que un solo soldado llegara a las líneas de batalla. En nuestra guerra con México la proporción de pérdidas fue, más o menos de 3 por enfermedad y uno por bala; y en la guerra civil, la misma proporción aproximadamente. En números redondos, de los cientos de miles de muertos que ocurrieron en este conflicto, casi las tres cuartas partes se debieron a epidemias…pero el colmo de lo condenable nos estuvo reservado en nuestra guerra con España, donde en 1898, la ignorancia e incompetencia, sacrificó por cada víctima de bala, catorce por enfermedad. Y esto todavía en una campaña que duró únicamente seis semanas.”
No podemos vivir de la mentira y el engaño en torno a la salud. Mirar nuestras calles llenas de basura, tomar como cosa natural que los productos comestibles se expendan en las aceras de las calles donde todos se orinan. Vivir entre mierdas de ejércitos de perros callejeros. Pagar a los municipios por el aseo y recolecciones de basura a irresponsables que contestan groserías cuando pasan sin cumplir correctamente sus tareas. Ver cómo desde camionetas y vehículos particulares y públicos se arrojan las basuras a la vía pública que dicen ser rutas turísticas. Esta es la vergüenza enraizada que queremos cambiar de una plumada ante una emergencia. De la porquería no nos salva nadie.