El sorprendente Donald Trump

Por: Rodolfo Bueno

Pese a que el mundo está acostumbrado a sus peroratas y rabietas, en ocasiones no deja de sorprender algunos de sus impredecibles actos. Trump se introdujo en la cloaca, así llama él al mundo político de Washington, porque durante la campaña electoral tocó aspectos de la política social de EEUU que preocupan al ciudadano medio: el desempleo, la inflación, la enorme desproporción en la distribución de la riqueza, que lastima la sensibilidad del trabajador, la inseguridad, la salubridad, la pobreza y la vejez abandonada, problemas que prometió resolver y que por tocarlos le dieron la carta de triunfo.

Durante largos años, la cloaca funcionó de maravillas sin que nada cambiara y sin que importara quien fuera presidente, ni siquiera para aparentar que algo cambiaba. En eso arribó Trump. A la cloaca le preocupó la llegada de este advenedizo que puso en entredicho todas sus actividades, legales e ilegales, que habló de “la deshonestidad de los medios de comunicación”, a los que acusó de ser un sistema corrupto que controla la vida de todos e impide a la gente conocer lo que sucede, y amenazó con iniciar una montonera de acciones inéditas: construir un muro que separe México de EEUU, arguyendo, entre otras causas, el ingreso de drogas; acabar con los tratados comerciales, que eliminan puestos de trabajo de ese país; cesar el traslado al extranjero de las fábricas de EEUU; terminar las intervenciones militares de Estados Unidos; eliminar gastos superfluos, como el mantenimiento de la OTAN; suscribir una alianza estratégica con Rusia para combatir al Estado islámico, principal enemigo de la humanidad; investigar lo que realmente pasó el 9/11, cuya versión oficial, según Trump, es una flagrante mentira que contradice las leyes de la física; auditar a la Reserva Federal, banco privado que controla el sistema financiero de EEUU; imponer impuestos a las ganancias exorbitantes de Wall Street, que permiten la concentración del 99% de la riqueza en el 1% de la población…

Aunque ofreció mucho y cumplió poco, este mensaje bastó para que derrote a Hillary Clinton, digna representante de los neocon, a la que endilgó haber llevado “políticas estúpidas en Libia y Siria y haber matado a cientos de miles de personas con su estupidez… Fue realmente, si no la peor, una de las peores secretarias de Estado de la historia del país”, acusaciones que le abrieron a Trump el camino a la Casa Blanca.

Según Trump, “podría ser que Obama sacara de mala manera a las tropas de Irak y parte de las desplegadas en Afganistán, pero meterse ahí es, para mí, el peor error cometido en la historia de nuestro país… Nos gastamos siete trillones de dólares en Oriente Medio… y millones de vidas, porque me gusta contar las vidas perdidas en ambos lados de la contienda”. Por tal razón prometió que serán terminadas las guerras eternas, especialmente aquellas que se libran debido a las decisiones erróneas que se tomaron hace muchos años.

Pero se ve que no tiene poder para cumplir sus promesas¿Culpa suya? En parte, por desconocer el sistema en que vivió toda su vida. Sus ideas, aceptadas por el pueblo estadounidense que lo eligió, debieron tener luz verde para ser cumplidas, pero no fue así. Como dice el refrán: una cosa es con guitarra y otra, con violín. Trump no tiene aliados para materializar sus propuestas, y aunque su análisis sea correcto y las aventuras militares de EEUU provocaran lbancarrota financiera, es difícil corregir el error, porque para ello debe reformar el sistema político imperante y sacar del poder a la clase adinerada, que sólo piensa en enriquecerse y a la que es indiferente el destino del resto del país. Por ello, pese a ordenar la retirada de Siria por considerar “que las fuerzas armadas de Estados Unidos no deberían ser el ‎‎gendarme del mundo”, las tropas estadounidenses siguen en sus bases sin un cronograma de retirada. Es que el grupo que realmente detenta el poder de EEUU no está de acuerdo con dicho retiro. Esto hizo comentar a María Zajávora, portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, que “ahora parece que se están retirando, pero están buscando pretextos para quedarse”.

Con estos antecedentes, Trump practica la política internacional de EEUU, reflejo de la interna, que lo lleva a un callejón sin salida: o se rinden los demás y soy reelecto o me rindo y me largo de patitas a la calle; o me cargan en hombros o me sacan a rastras, parecería ser su canto de guerra. Para ganar a la cloaca, que hasta ahora ha llevado la batuta imperial, necesita arriesgar el todo por el todo. Este es el porqué de su conflicto absurdo contra el mundo, en el que se enfrentan la heterogénea administración de su gobierno con sectores despistados de la cloaca.

Así las cosas, Trump y sus acólitos comienzan a dar palazos de ciego contra todos: atacan a Rusia desempolvando el plan “Enterrar a los rusos”, por lo que cada día inventan una nueva calumnia en su contra, ya que de la mentira siempre queda algo de tizne; agreden económicamente a China, intensificando la guerra comercial y las sanciones contra las compañías chinas, como el caso de la empresa Hauwei; presionan a la UE para que detenga la construcción del gasoducto Nord Stream 2 y adquiera gas en EEUU, que es un 30% más caro que el de Rusia; amenazan a Turquía con sanciones si obtiene los sistemas rusos de defensa S-400; advierten al mundo que “el que haga negocios con Irán no los hará con EEUU”; notifican a México que le subirán los aranceles en un 25% si no reprime, rompiendo la Constitución mejicana, a los refugiados centroamericanos; amenazan a Venezuela con agredirla militarmente y pretenden poner en vigencia la Doctrina Monroe contra Nicaragua y Cuba.

Para aplicar sanciones recurren a absurdos. Por pedido de EEUU, las autoridades de Canadá detienen a Meng Wanzhou, directora financiera de la compañía china Huawei Technologies, y solicitan su extradición, pues sospechan que esta empresa violó las sanciones comerciales impuestas por Washington a Irán. Todo un galimatías porque nadie está obligado a seguir las ocurrencias de Washington. Irán cumplió todas las obligaciones que contrajo en el acuerdo nuclear firmado con la comunidad internacional, incluido el gobierno de EEUU. Por esta razón, las sanciones impuestas por la administración de Trump son arbitrarias por ir contra su propio acuerdo y no estar aprobadas por la ONU, único organismo que las puede aplicar. ¿Cómo se puede arrestar a alguien por no cumplir las arbitrariedades de Trump? ¡Resulta que lo ilegal es lo legal! Y Canadá, país soberano, cumple esa ilegalidad. ¡Qué horror!

Trump piensa que para derrotar a Rusia sólo falta que la UE renuncie ‎al gasoducto Nord Stream 2, prácticamente terminado, y que Turquía haga lo mismo con el Turkish Stream. De lograr ambos objetivos, la explotación de hidrocarburos ‎mediante el método de fracturación hidráulica se volvería rentable y su país tomaría el control del mercado mundial de petróleo y gas. Por eso presiona a Alemania para que abandone el proyecto Nord Stream 2. “He apoyado esa posibilidad. Fui el primero en mencionarlo”, dijo. Se basa en que el Congreso de EEUU decretó sanciones al sector energético y bancario de la economía rusa, que apuntalen dicho proyecto y las empresas que inviertan, vendan, alquilen o proporcionen a Rusia servicios, tecnología, información o apoyo para la construcción de tuberías de exportación de hidrocarburos, por considerarlo nocivo “para la seguridad energética de la UE, para el desarrollo del mercado de gas en Europa Central y del Este”. Como fieles súbditos, algunos integrantes del gobierno alemán mencionaron la posibilidad de cancelar el proyecto del Nord Stream 2. Con estos antecedentes, no debería llamar la atención si, finalmente, Trump termina por comprar gas barato a Rusia para revenderlo a la UE, con sobreprecio.

Por último, Trump ha sido nominado para el Premio Nobel de la Paz, dizque “por sus esfuerzos para ayudar a negociar el acuerdo de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos”. Sin embargo, este acuerdo provocó reacciones adversas en los países de la región. Pero existen otras razones por las que Trump podría merecer ese premio. Por ejemplo, aseguró que los principales líderes del Departamento de Defensa están comprometidos con la guerra para contribuir al enriquecimiento de los contratistas y empresas militares. “Quieren nada más que pelear guerras, para que todas estas maravillosas compañías que fabrican bombas, aviones y todo lo demás estén felices… A algunas personas les gusta seguir gastando dinero”. Lo que dice es cierto, pero asombra por ser la primera vez que lo dice un presidente de Estados Unidos, y eso sí, le hace merecedor de algún premio. Antes había dicho que “no es deber de las tropas estadounidenses resolver conflictos antiguos en tierras lejanas de las que mucha gente nunca ha oído hablar”.

Sus palabras no borran las anteriores, cuando reconoció la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por Israel a partir de la guerra de los Seis Días, ni el traslado de la Embajada de EEUU a Jerusalén. Así es de contradictorio este atípico personaje de la política mundial. Quien no lo conoce, que lo compre.