Todo es para ayer

Por: Dr. César Ulloa Tapia PhD.

Vicerrector del Instituto der Altos Estudios Nacionales -IAEN- 

Este es el país de las emergencias, pero sin los cambios efectivos que las resuelvan. Las decisiones más importantes se quedan en las manos de los políticos y lo poco bueno que hay se encuentra en la sociedad civil. Por eso, ni los políticos se presentan como lo que son. Entre tanta emergencia ya deberíamos haber aprendido algo, pero parece que todavía no se alteran las sensibilidades, se naturalizaron las desgracias o ya son anécdotas la barbarie y la vergüenza juntas. Cada día hay un nuevo ruido, un nuevo episodio circense, como el espectáculo grotesco que hay en el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Ya era hora de clausurarlo definitivamente. De la Asamblea, mejor ya ni gastar batería.

En el país de las emergencias y según las cifras oficiales, los motivos para indignarse sobran. Uno de cada cuatro niños padece desnutrición crónica infantil. Es decir, están limitadas sus posibilidades de desarrollar su intelecto, crecimiento e inserción laboral. Por otro lado, la primera y segundas causas de muerte en jóvenes son los homicidios y le siguen los suicidios. Además, más de 100 bachilleres se quedan sin acceso a la educación superior cada año y siete de cada 10 jóvenes no tienen empleo. Eso responde el éxodo hacia otros países y el sentido de frustración.

Apenas tres de cada 10 personas en edad de trabajar tienen empleo y el mayor porcentaje de ellas no logra cubrir la canasta básica familiar. Por tanto, la gente vive de deuda en deuda. Cubre un hueco para hacer otro. La situación se agudizó en la pandemia, se exacerbó después de ella y creció la masa de subempleados en 250 mil personas. Entonces, la migración no es solo tema de los jóvenes. La bronca se esparce hacia más segmentos de la población. Mientras tanto, los políticos tratando de generar titulares, antes de actuar con el ejemplo y el trabajo comprometidos. Hay un pequeño porcentaje que se salva, pero cada vez es más reducido.

Nueve de cada 10 personas no cree en la justicia y la misma cifra se refleja hacia los partidos políticos que, por cierto, dejaron de ser partidos hace décadas. Sin duda, este es el país de las emergencias.