En buena medida seguramente explicado por el aumento en la cantidad de instituciones y su oferta académica. También se mantiene la tendencia al decrecimiento en la relación entre docentes y alumnos lo que seguramente se debe a un problema de sobre oferta (proliferación de carreras y programas académicos) sin que exista una demanda efectiva que los cubra. Es decir, hay muchos más docentes que estudiantes que logra incorporar la universidad a través de sus opciones educativas.
Estas son algunas de las conclusiones a las que llega y da conocer el informe del Mandato 14 elaborado por el ex CONEA en el 2009.
Desigualdad de género
Existe, dice el documento, un grave problema de desigualdad de género en las plantillas docentes. Tan solo hay 29% de mujeres en ellas. Esta situación se agrava en el caso de las universidades públicas, lo que obliga a replantearse qué es lo que en estos espacios académicos sucede con el ingreso y promoción de las profesoras.
Si bien se comprueba que las universidades y escuelas politécnicas del país superan la disposición de la LOES del 2000 en torno a tener al menos un 30% de su planta con títulos de cuarto nivel, hay que señalar que el porcentaje con docentes cuyos títulos máximos son de tercer nivel sigue siendo aún muy alto. Asimismo hay 11 universidades que no logran alcanzarlo y estarían en una situación de incumplimiento legal. Asimismo, se observa que las titulaciones de cuarto nivel de los profesores en muchos casos no corresponden a las áreas de dictado de sus cátedras. Por ejemplo, muchas de esas titulaciones resultan de programas vinculados a la educación (gestión educativa, gestión universitaria, pedagogía, etc.), puntualiza el informe del CONEA.
Adicionalmente, por la ausencia de procedimientos rigurosos para el análisis y aprobación de dichos programas por la instancia regulatoria del sistema, no puede certificarse fehacientemente la calidad de los mismos ni su pertinencia. En general, puede afirmarse que no existieron estudios pormenorizados de estos programas en términos de sus mallas curriculares, pertinencia, plantas docentes, requisitos mínimos de titulación, etc a la hora de habilitarlos, aclara el informe.
Menos aún un análisis de demanda efectiva para saber si la nueva oferta cubriría adecuadamente las necesidades de la población estudiantil, los requerimientos ocupacionales a nivel local y regional y, sobre todo, su impacto en la estructura productiva y el desarrollo nacional.
Títulos de cuarto nivel
Otra de las conclusiones a las que llega señala: “En términos generales los docentes universitarios que registran título de cuarto nivel corresponden mayoritariamente a maestrías (57%), luego le siguen los diplomados (26%) y las especializaciones (13%) y, finalmente, muy pocos declaran tener doctorados (aproximadamente 3%). Éstos últimos se concentran en general en unas pocas universidades del país. En general las titulaciones corresponden a programas realizados en el país y no en el extranjero. En muchos casos también se comprobó que fueron realizados en las mismas instituciones donde los profesores ejercen sus cátedras. Todos estos elementos relativizan los datos respecto al aumento en la formación de cuarto nivel de los profesores y exigen una revisión urgente de estos programas de postgrados. También plantean la necesidad de desarrollar una política para mejorar la formación académica de los docentes bajo parámetros más altos (a través de becas, comisión de servicios o años sabáticos) y de convocatoria pública y abierta (nacional e internacional) a docentes que ya cuentan con dicha preparación.
En conjunto, las universidades y escuelas politécnicas cuentan con apenas el 26% de sus docentes a tiempo completo y dedicación exclusiva. Esto revela un importante déficit y por ende un profundo problema ligado a la vinculación estable de los docentes con las instituciones superiores, su relación laboral y las posibilidades objetivas de desarrollo de actividades académicas no ligadas al dictado de clase y que resultan vitales para el enriquecimiento de la enseñanza y la investigación científica. Si bien son las universidades públicas las que, definitivamente, más han privilegiado las altas dedicaciones docentes, y las autofinanciadas las que menos lo han hecho, las primeras mantienen los valores registrados a principios de la década de 1980, revirtiendo la tendencia alcista que parecía haberse conquistado durante toda esa década. Es decir, que si bien la universidad pública está mejor que la particular en la temática de la dedicación docente, no logró mejorar sus estándares en casi 30 años. Asimismo cuando se analiza la relación entre este tipo de docentes y alumnos se observa en el promedio general una desproporción: hay 1 docente de máxima dedicación por cada 166 estudiantes. Por tipo de institución, nuevamente es la universidad pública la que está mejor posicionada con apenas 54 alumnos”.
Carga horaria
En cuanto a la carga horaria anota: “ Se detectó una amplia heterogeneidad de situaciones que van desde las 4 hs a las 40 hs de dedicación a la cátedra. Esto devela la ausencia de una normativa general y común para regular cuestiones fundamentales de la labor de los docentes universitarios y politécnicos en el país. Una heterogeneidad tan grave que, valga la pena aclarar, cuestiona el derecho de los docentes a trabajar bajo condiciones dignas.
También supone importantes impactos negativos en las otras labores que debe realizar una universidad como la investigación y la vinculación con la colectividad. En general se detecta una sobrecarga de las funciones de enseñanza.
En cuanto a los docentes a tiempo parcial tienen mayor peso en las particulares que en las públicas, y, nuevamente, se detecta una sobrecarga en las tareas de transmisión de saberes.
Los tiempos parciales en realidad trabajan en la mayoría de los casos como profesores a tiempo completo o a medio tiempo sin que esto suponga la remuneración de los primeros.
Finalmente, en cuanto a la más baja categoría de dedicación, los remunerados por hora, muestran un crecimiento exponencial. Básicamente, el 46,25% del total de docentes universitarios y politécnicos en el país se ubican en esta categoría. Aquí la proporción de
mujeres y varones “mejora” un poco del 29% a 33%. Justamente se coloca la mejora entre comillas porque sucede en la más baja categoría de dedicación docente. Lo mismo sucede con las remuneraciones. Son las universidades particulares autofinanciadas las que en porcentaje tienen la mayor cantidad de su planta con esta dedicación, llegando casi al impresionante porcentaje del 73% del total de su planta docente. Finalmente, también en esta categoría se muestra una sobre dedicación a la labor de dictado de clase.
Por todas estas razones, incluidos los valores que se obtienen del Índice de Calidad Docente, se debe indicar que es la universidad pública ecuatoriana la que garantiza de mejor manera un tipo de dedicación docente cercana a los requerimientos universitarios.
Aún así, la universidad pública debe trabajar en el tema de reducir las horas destinadas al dictado de clases y reorientarlas a otras actividades académicas y científicas. En cuanto a las particulares están en una situación muy compleja, en especial las autofinanciadas, que exigen soluciones urgentes a fin de garantizar la calidad de sus procesos pedagógicos e investigativos…”.
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