¡Yo creo en Ecuador!

Por José L. Pantoja

Cuando cursaba los estudios de pregrado en Honduras los estudiantes tuvimos la visita del conferencista colombiano Pedro Medina. Pedro trabajó para McDonald’s por varios años y en algún momento de su vida decidió regresar a Colombia a “motivar” a su gente a salir adelante, especialmente a los jóvenes emprendedores. Con su fundación “Yo creo en Colombia” ha guiado a varios jóvenes empresarios a sacar adelante sus ideas de negocio y crear fuentes de trabajo. Durante la conferencia, Pedro presentó varios ejemplos de lo que había hecho en McDonald’s, pero sobre todo, el trabajo que realizaba con su Fundación para incentivar a los jóvenes colombianos.

Esta fue una de las mejores conferencias a las que he asistido. Por eso, traté de tomar nota de las ideas y mensajes que Pedro presentó, y con base en ello, he adaptado su idea de creer en Colombia a un “Yo creo en Ecuador”. Espero con esto ayudar a descubrir nuestras riquezas y el por qué somos uno de los países más afortunados de América-Latina y del mundo.

Mensaje recibido de un amigo

Hace unos días recibí un e-mail de uno de mis mejores amigos, Rommel. El asunto del mensaje decía: “¿Por qué extrañar Ecuador? ¿Para qué volver? Es mejor quedarnos aquí donde estamos y punto”.

El contenido del mensaje era el siguiente:

Cada posición es respetable, ¡pero debemos ser realistas!

En las actuales circunstancias Ecuador no es un país para extrañar ni para ayudar a cambiar, porque lo más seguro es que uno termine mal parado en el intento, simplemente por opinar diferente a otro. Una cosa son los sueños y otra muy distinta son las quimeras.

¿Por qué extrañar un país en donde la cantidad de profesionales desempleados es alta y en el que las personas que no tienen profesión es más alta todavía? ¿Por qué extrañar un país en donde los hombres y mujeres en su mayor etapa productiva (25 a 40 años) son discriminados y rechazados de una entrevista de trabajo? ¿Por qué extrañar un país donde mi hijo puede ser asaltado mientras va y regresa del colegio? ¿Por qué extrañar un país que piensa que porque sus principales ciudades tienen barrios de ricos que están “bien”, todo lo demás está bien? ¿Por qué extrañar un país donde el centralismo y el regionalismo son odiosos y nefastos?

¿Por qué extrañar un país donde más del 30% de mi sueldo se va en la educación de un solo hijo?, para que al final no consiga trabajo. ¿Por qué extrañar un país donde el soborno es normal a la hora de ganarse un contrato, obtener un documento, o pasar de grado/curso? ¿Por qué extrañar un país que enseña intolerancia y clasismo a mis hijos? ¿Por qué extrañar un país donde un politiquero tiene más estatus y credibilidad que el ciudadano promedio y por tanto recibe mayores beneficios socio-económicos y más atención? ¿Por qué extrañar un país en el que ser honesto es algo de destacar? ¿Por qué extrañar un país que tiene hospitales, supermercados, y universidades de primera y segunda clase? ¿Por qué extrañar un país donde el cholo, el longo, y el negro son discriminados?

¿Por qué extrañar un país que tiene lagos, montañas y valles, pero si uno va con sus hijos a pasear por ahí, no sabe si los delincuentes lo dejarán regresar sano y salvo a contar sus experiencias? ¿Por qué extrañar un país donde «el vivo» se sale con la suya y abusa de los demás?

 Mi respuesta

Estimado Rommel, tú me preguntas: “¿Por qué extrañar un país, por qué extrañar Ecuador?”.

Me tomé un tiempo en responderte para hacerlo de la mejor forma, con profundidad.

Los ecuatorianos tenemos un debate: “vaso medio lleno o vaso medio vacío”. Cada persona puede conseguir evidencias que apoyen con lujo de detalles que nuestro país está lleno de brechas, de fisuras y de paradojas. Hay quienes afirman que ante una crisis algunos lloran y otros venden pañuelos, pero la vida es cuestión de elección. Amigo, yo decido vender pañuelos y no llorar, decido ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Y lo más importante, decido ser un actor del cambio y no un espectador.

Pienso que cada uno es arquitecto e ingeniero de su propia vida. Y las experiencias de mi vida me han mostrado que cuando me enfoco en lo negativo todo se vuelve oscuro y no encuentro la salida. Pero cuando me enfoco en las oportunidades y en las posibilidades, se me abren ventanas que nunca había visto. Y a veces Rommel, “las dificultades son únicamente oportunidades para aprender a ser mejores”.

Ecuador está lleno de oportunidades, lleno de arquitectos rediseñando el país y de ingenieros craneando la forma de construir el Ecuador que todos queremos.  Permíteme que te muestre unos ejemplos:

A pesar de que la situación económica mundial continua siendo delicada, la tasa de desempleo se ha reducido desde 1999 (aunque algunos podrán manifestar que cada día estamos peor). Según reportes oficiales las tasas de crecimiento en el sector agropecuario, acuícola y forestal oscilan entre el 3 y 10% anual desde 1993. Parece poco, pero paso a paso se construye algo mejor… y Ecuador está en esa ruta. Como dijo un emperador de Roma a su pueblo hace muchos siglos: “ladrillo por ladrillo mi gente… ladrillo por ladrillo”.

Los políticos tradicionales continúan haciéndole daño al Ecuador, e incluso la naturaleza (clima) lo hace cuando las lluvias o las sequías prolongadas azotan la región y causan zozobra, especialmente a los pequeños y medianos agricultores, mermando el crecimiento de la agricultura y la ganadería. Si nos lamentamos y no hacemos nada, empeoraremos la situación; pero si vemos en esta debacle la oportunidad de construir algo mejor, seguro que hay algo a lo que le podemos sacar ventaja.

La inflación ha sido otro factor que nos ha estado golpeando constantemente. Pero no olvidemos que el mercado internacional está cambiando mucho y seguramente continuaremos recibiendo golpes que afectarán nuestra economía. Otro aspecto en el que se debe seguir trabajando es en el de las inversiones. Considero que el gobierno tiene esa intención de mejorar la inversión local y extranjera (algunos dirán que no, que estamos peor que antes). Con criticar no ganamos nada. Ganamos solamente si trabajamos todos juntos para lograr algo mejor.

La dolarización (a pesar de su difícil aceptación) al menos estabilizó la economía en su momento. Seguimos sin aceptar totalmente el dólar, pero la economía nacional es actualmente  más estable  que los últimos años que tuvimos nuestra propia moneda. Además, el dólar trae beneficios como la apertura del comercio internacional. Ahora hemos empezado a manejar un nuevo sistema de pago en los países del ALBA, y a este sistema también se ha llamado SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional). Aún no sabemos si eso será bueno o malo, pero si sé que será una oportunidad de aprender y crecer para quienes estén dispuestos a tomarla… no para los que se enfoquen en encontrarle los defectos y los problemas. Como dijo Lucio A. Seneca: “No es porque las cosas sean difíciles que no nos atrevemos, es porque no nos atrevemos que las cosas son difíciles”.

Rommel, nos hemos acostumbrado a quejarnos y sobre todo, a compararnos. Mira por ejemplo: Ecuador tiene menos crimen que los EE.UU. (aunque no parezca), Quito tiene menos asesinatos que Washington D.C., tenemos menos enemigos que el país que es en teoría el más poderoso del mundo. ¿Sabes por qué?, porque somos más libres Rommel. Es por eso que muchos americanos ahora tratan de ir a Ecuador, se jubilan y van a vivir de sus pensiones allá y no aquí en EE.UU. Además, Quito y otras ciudades son reconocidos sitios turísticos de América-Latina.

Nuestras lindas ciudades son patrimonio. La linda Loja es una ciudad hermosa, ordenada, limpia, patrimonio no solo de nuestro país sino del mundo. El Chimborazo, inmenso y alto como el corazón de todos los ecuatorianos. El cóndor, majestuoso, poderoso, rey del cielo, imagen viva de que para un ecuatoriano “el cielo es el límite”. El Guayas, fuente de agua, fuente de vida, sinónimo de riqueza agrícola. Nuestra naturaleza es rica, como ninguna otra en el mundo.

Ecuador tiene gente que paga sus impuestos con gusto porque es nuestra responsabilidad social, porque aún cree en el país y se esfuerza por sacarlo adelante. Ecuador tiene gente de garra, de corazón, que lucha por lo que quiere y lo logra.

Cómo olvidar a grandes deportistas como Alberto Spencer, Alex Aguinaga, Andrés Gómez, Jefferson Pérez, y Luis Antonio (Toño) Valencia, que con su dedicación supieron dejar en alto el nombre del país. Cuentan que Spencer era tan bueno en el fútbol que en Europa lo consideraban uruguayo, pero no amigo, era 100% ecuatoriano. Hoy tenemos a un gran ecuatoriano en Inglaterra, triunfando en el fútbol. Así como Valencia, hay otros ecuatorianos que triunfan en diferentes países y en diferentes áreas.

Hasta 1996 Ecuador no tenía ni una medalla olímpica, pues hubo que esperar que Jefferson Pérez ganara la primera. Fue de “oro” Rommel… no de plata ni de bronce, sino de oro. Con esto se demostró que Ecuador no solo puede estar entre los mejores, sino que Ecuador puede también ser el mejor. Este gran deportista ha dado satisfacciones enormes a nuestro país en competiciones olímpicas y mundiales, actitud que debemos imitar continuamente.

Rolando Vera, Silvio Guerra y los hermanos Tenorio, que en cada paso se convirtieron en imagen de niños y jóvenes, un ejemplo claro del “vamos hacia adelante” porque el pasado ya no lo podemos cambiar y porque nuestras metas están en frente, no atrás. En los últimos años tenemos más atletas jóvenes que están haciendo quedar bien al país.

La “Tri”, un grupo de morochos que ha demostrado claramente que “sí se puede”. Que no hay que temer a los “gigantes” (Alemania, Inglaterra, Italia, etc. a los que se plantó y les jugo sin temores). Un vivo ejemplo de trabajo en equipo, de humildad, de solidaridad, y también de hombría a la hora de luchar por conseguir objetivos. La selección de fútbol sub-18 ya fue campeona en los Panamericanos (2007), y ahora estamos cerca de clasificar a un tercer mundial. Nuestros jugadores nos dicen en cada partido que los ecuatorianos ¡Si podemos!

Como no reconocer a Iván Vallejo, personaje que en cada montaña que escaló nos enseñó a ascender en las “laderas de la vida” (conquistó las 14 cimas más altas del mundo). A Oswaldo Guayasamín, quien con sus manos reconstruyó la vida de muchos reflejada en sus cuadros. Su obra no es solo parte de la historia, sino del corazón de todos los ecuatorianos.

Ecuador es rico por todo lo que tiene, especialmente por su gente. Si alguien se atreve a decir que Ecuador es pequeño, no estoy de acuerdo porque Ecuador es grande, como lo son sus habitantes. Especialmente por aquellos que se levantan de madrugada a ganarse el dinero para su sustento diario, por aquellos que permanecen en su empleo hasta altas horas de la noche para poder llevar pan a la mesa de su hogar, por aquellos que se esfuerzan por educar a sus hijos, por aquellos que a la distancia apoyan a sus seres queridos en la consecución de sus logros. Ecuador es grande porque así somos los ecuatorianos y porque queremos lo mejor para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

Rommel, debemos confiar en Ecuador y respirar un aire nuevo; y como el aire, muchas de las cosas buenas de la vida no se ven, sino que se sienten, se perciben, se disfrutan. Las nota uno al perderlas. El calor humano, la energía, la pasión, la alegría, la chispa de los ecuatorianos se siente Rommel. Cuando sales de Ecuador extrañas muchas cosas, por ejemplo: el “qué fue loco” de los panas, las peladas en la costa y las guambras de la sierra, el paseo del chagra, el Chullita quiteño, los platos típicos (el mote con tostado, el hornado, la fritada, la guatita, la sopa de mondongo, los ceviches, y los infalibles encebollados), todos son una maravilla. Ecuador tiene tantas riquezas culturales, sociales y naturales, que podríamos enumerarlas toda el día y no terminar.

Con justa razón alguien escribió entre sus líneas: “Si quieres conocer valles altos y páramos andinos, ve a Bolivia; si quieres conocer la cultura Inca, ve al Perú; si te gusta la naturaleza amazónica, ve a Brasil; si quieres disfrutar de hermosas playas, ve a Colombia; si quieres conocer lindas mujeres, entonces viaja a Venezuela… pero si quieres hacer todo eso, ven al Ecuador”.

He tenido la oportunidad de estar en varios países, incluido EE.UU. Esta oportunidad me ha mostrado cuan ricos somos los ecuatorianos porque tenemos Costa, Sierra, Oriente y las hermosas Galápagos (islas que otros países envidian), porque tenemos valles y montañas, porque nuestras fuentes de agua dulce son inmensas, porque tenemos cerca de 400 grupos étnicos diferentes (los shuaras, los salasacas, los otavalos, los saraguros, etc.) y porque en nuestros campos aún se respira aire fresco.

Mientras estoy en EE.UU. recuerdo mi tierra, mi gente, mi comida y mis costumbres. Y algo bien hermoso, sé que en Ecuador tengo la posibilidad de sembrar árboles bajo cuya sombra descansaré algún día. En Ecuador un árbol crece hasta 10 veces más rápido que uno de Canadá, Finlandia, o Suecia. Para los que no están informados, hace algún tiempo Ecuador fue considerado como el país más diverso del mundo. Tenemos una diversidad faunística y florística únicas, enriquecida por nuestra Amazonía, por las siempre magníficas Galápagos, por la Costa y por la Sierra.

Rommel, quizá tú digas ¿Y a mí  qué me importa la biodiversidad?

Haz cuentas amigo: en un mundo que se está secando, a Ecuador aún le sobra agua. En Imbabura tenemos más lagos que en la mitad de del continente africano. Ecuador tiene más páramos que países más extensos como China y Brasil, y éstos paramos son nuestras fábricas de agua dulce para abastecer a los centros urbanos. En un mundo que se está ahogando en humo, Ecuador aún es 1/3 de bosques y selva. En Ecuador aún hay áreas que no conocen la motosierra y que guardan pájaros en un rincón natural único. En un mundo donde la maquina es el “ruido” cotidiano, Ecuador aún conserva miles de aves que son la mejor música de la naturaleza.

No te niego que haya mucho por hacer, pues toda la riqueza que tenemos debemos protegerlas como nación y entre todos. No debe ser un trabajo solo de unos pocos (especialmente el gobierno), sino de cada ciudadano ecuatoriano que vive en nuestro país. Debemos dejar la costumbre de solo pedir que se haga, y debemos empezar a poner nuestro propio granito de arena. La delincuencia es un factor pendiente al que, estoy de acuerdo, los ecuatorianos debemos enfrentar con mayor seriedad, empezando por las escalas más altas de nuestro sistema de gobierno, tratando de eliminar un poco la burocracia, pero principalmente apoyándonos unos a otros como hermanos. Insisto Rommel, con quejarnos no ganamos nada… son aquellos que se atreven a actuar los que verdaderamente pueden ayudar a construir el país que queremos. Aquí te dejo para la reflexión una frase de alguien a quien considero como un genio en cuanto a la revolución tecnológica: «En la vida solo podemos hacer algunas cosas porque tenemos poco tiempo para hacerlo. Por eso brindo por los locos, los inadaptados, y los rebeldes. Brindo por los que cambian las cosas. Porque solo quienes están suficientemente locos para creer que pueden cambiar el mundo son los que lo logran» (Steve Jobs).

Y dejo lo mejor al último

En un país tan pleno (una expresión utilizada por la juventud para algo espectacular, grandioso, chévere) como el nuestro; en un país tan pleno Rommel, vive gente apasionada por la vida, por su patria, por su familia, por el fútbol (como olvidar al Barcelona, a la LDU, al Quito, al Emelec, al Aucas o a El Nacional…), por la música, por el arte, por la comida, por el trabajo. A aquellos que somos barcelonistas (¡a muerte!) quizá no nos guste que otro equipo ecuatoriano haya ganado antes que nosotros la Copa Libertadores, pero la realidad es que, cuando un grupo de ecuatorianos triunfan fuera del país, ¡Triunfamos todos! Y de eso debemos estar orgullosos.

Los ecuatorianos hemos transformado el sufrimiento que llevamos dentro en una apreciación profunda por las cosas pequeñas de la vida. Estamos en medio de varios cambios. La juventud y la transformación económico-cultural de nuestra gente muestran un nuevo espejo. La gente apasionada está contagiando a otros, nos está ayudando a reinventar un país paso por paso, ladrillo por ladrillo, acción por acción. Más ecuatorianos tienen acceso a las universidades y otros salen a especializarse fuera del país para luego regresar y contribuir al crecimiento que estamos forjando. Te pregunto: ¿Quieres ser parte de eso o seguir mirando lo negativo?

A los ecuatorianos, la capacidad de levantarnos siempre de las crisis nos ha vuelto un pueblo comprometido, curioso, luchador, y trabajador. Con justa razón Jefferson Pérez una vez mencionó que: “Un pueblo no debe distinguirse por sus gobernantes, sino por la mentalidad de su gente”. Es hora de que estas palabras se vuelvan realidad y para ello se necesita la colaboración de todos. Los políticos los elegimos nosotros y están de paso, algunos harán su trabajo bien, otros no tanto. Pero ya es hora de que hagamos buenas elecciones para que los cambios que se hacen perduren para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

Si me preguntas en dónde quiero continuar con mi vida, yo te diré que Ecuador es el país en el que quiero sembrar y cosechar, en él quiero construir mi casa, mi familia, y en él quiero que me entierren. Estamos cambiando muchas cosas que frenaban nuestro desarrollo, pero el trabajo está entero, apenas hemos dado los primeros pasos. Por eso, me gustaría ver una reinvención de Ecuador y para ello debemos trabajar todos unidos y dejar de quejarnos (y llorar).

Rommel, te reto a regresar a Ecuador algún día, que visites tu tierra y decidas tú mismo si quieres llorar o vender pañuelos, yo lo haré. Si descubres el país tan pleno que es Ecuador te aseguro que sabrás por qué yo lo extraño. Y espero de corazón que te sumes al “Yo creo en Ecuador” que otros ya lo viven.

Un abrazo.

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