La burocracia

Por: Fernando Naranjo-Villacís
fnaranjo@gye.satnet.net

Pregunto a usted amable lector, si alguna vez ha tenido que efectuar trámite alguno en un despacho público y ha sido atendido no de manera preferente, sino, como corresponde a cualquier ciudadano común y corriente.

Pues antes de escribir estas líneas, he venido escuchando anécdotas y referencias que retratan a los funcionarios, técnicos y empleados que pertenecen a este privilegiado sector del aparato político-administrativo del Estado.

Son innumerables las caricaturas que han sido publicadas en los diversos medios de prensa. Comentarios, reportajes y qué decir de las cartas enviadas por los lectores para expresar su queja o inconformidad con el trato poco amigable, los engorrosos e interminables trámites para dar cumplimiento a tal gestión.

Personalmente he sacado una conclusión en torno al tema. Los burócratas, son seres especiales y especializados en complicar las cosas sencillas. Con la sana aclaración que, no son todos, hay que rescatar uno u otro caso que constituye la rara excepción de esta generalizada apreciación.

Que grato sería para la saludable convivencia social, que esta estirpe de ciudadanos privilegiados, adquirieran el sentido de pertenencia de la magnífica propuesta publicitada para atender al público con “calidad y calidez”.

Imaginemos por un instante, porque soñar no cuesta nada, soñemos despiertos en esta remota posibilidad de llegar a una de estas dependencias municipales, de salud, juzgados, de transporte, educacionales y así un largo etcétera burocrático… para ser atendidos con calidez en el trato humano y calidad en el servicio ciudadano. Que belleza… que maravilla…

Seguramente, usted estará repitiendo: “soñar no cuesta nada”… Hemos escuchado quejarse al mismo señor presidente de la república, de los mandos medios y su actitud para dificultar los procesos eficientes que hagan posible aproximarnos al anhelado bien común.

Hacemos votos por una nueva burocracia, más amigable y eficiente.

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