Los miembros de la Red Ecuatoriana Universitaria de Vinculación con la Colectividad, REUVIC, se reúnen el próximo jueves 26 de junio de 2014, en la Universidad Técnica de Manabí, en el Primer Taller de Vinculación con la Colectividad, de a Zona 4 y 5 organizado con el aval del Consejo de Educación Superior (CES).
La REUVIC, según sus dirigentes, procura trabajar de manera conjunta y en alianzas estratégicas con instituciones de carácter público o privado que formen parte del Sistema de Educación Superior, así como con la sociedad civil organizada, en proyectos relevantes de vinculación con la colectividad generando verdaderas redes de trabajo en conjunto y generando el fortalecimiento mutuo de las IES.
¿Qué mismo es la Vinculación con la Colectividad?
Una universidad ecuatoriana señala públicamente: La Dirección de Formación continua y Vinculación con la Colectividad tendrá los siguientes objetivos claves: Formación Continua interna y para la colectividad; Acción Social; Oferta de Servicios; Investigación Social; Mantenimiento de nexos con ex alumnos y profesionales; Creación de nexos con estudiantes nuevos.
Las Universidades británicas en 1867 y las Universidades norteamericanas en 1885 fueron las primeras en el mundo en establecer programas formales de extensión.
En 1842, en Sheffield, Inglaterra, apareció el primero de los Colegios de la Clase Obrera, orientado a satisfacer las necesidades educativas y de capacitación de la comunidad circundante. Posteriormente, en 1867, en la Universidad de Cambridge se estableció el primer programa de extensión universitaria, iniciándose así una actividad que luego fue instrumentada y desarrollada en gran número de universidades de habla inglesa y en aquellas influidas por las mismas. El de la India fue en sus orígenes, uno de los sistemas de enseñanza superior influido por el británico.
Actualmente dicho país cuenta con 16 de las 30 universidades más grandes del mundo y todas ellas participan en el Programa Nacional para Adultos que incluye alfabetización, actividades extensionales en el medio rural y capacitación a aquellos con desventajas económicas.
Hoy en día, en las universidades del sistema anglosajón los servicios de extensión se catalogan bajo diversos rubros educación continua, estudios extramuros, educación superior para adultos, y estudios de tiempo parcial. En términos generales, la extensión en dichas universidades se refiere exclusivamente a actividades docentes más allá de su forma y/o espacio originales. Los primeros esfuerzos por crear un sistema educativo extensivo a adultos no se dan sino con el advenimiento de la Revolución Industrial. Los cambios sociales inherentes a esta última hicieron patente la necesidad de educar y reeducar a la población en general. Durante los siglos XVIII y XIX, y en relación a los cambios socioeconómicos que experimentaron, Gran Bretaña y los Estados Unidos fueron los países donde la educación para adultos recibió un énfasis mayor que en cualquier otra parte del mundo.
En América Latina, la extensión universitaria abarca la proyección, tanto de la docencia como de la investigación, acorde con el compromiso social de vincular la universidad con la comunidad y el entorno social.
En América Latina en general, la extensión universitaria se convirtió en preocupación a partir del movimiento de Reforma Universitaria, iniciado en Córdoba, Argentina, en 1918. Las transformaciones económicas (nacionales, regionales y mundiales) así como los cambios sociales inherentes a ellas (urbanización, emergencia de las clases medias, etc), influyeron en el contenido y modalidades de los requerimientos de educación universitaria. Así pues, la “misión social de la universidad constituía el remate programático de la Reforma (de Córdoba)… Acorde a esta aspiración, la Reforma incorporó la extensión universitaria y la difusión cultural entre las tareas normales de la universidad latinoamericana y propugnó por hacer de ella el centro por excelencia para el estudio objetivo de los grandes problemas nacionales. Puntos de este programa fueron las Universidades Popualres´, las actividades culturales extramuros, las escuelas de temporada, la colaboración obrero-estudiantil, etc. Toda la gama de actividades que generó el ejercicio de la misión social… contribuyeron a definir el perfil de la universidad latinoamericana, al asumir ésta, o sus elementos componentes, tareas que no se proponen o que permanecen inéditas para las universidades de otras regiones del mundo.
La incidencia de las universidades en el proceso de cambio social es el criterio central a partir del cual se define extensión universitaria en América Latina. Por ello, la extensión se propone como un compromiso de la comunidad universitaria con diversos grupos sociales. A través de dicho compromiso la universidad latinoamericana reconoce las expresiones culturales y las necesidades sociales de la colectividad con el objeto de incorporarlas en la docencia e investigación. Como parte de dicho compromiso, las universidades participan en procesos educativos no formales.
Para el sistema universitario latinoamericano resulta obvio que la “vocación social” del mismo, reflejada en la conceptualización de extensión, no se ha realizado plenamente. Ello obedece a una o varias de las siguientes razones ya sea que los planteamientos sobre extensión se reduzcan a buenos deseos: no se cuente con programas y objetivos bien estructurados y definidos; falte continuidad; insuficiencias presupuestales, o bien, desvinculación de las labores docentes y de investigación y énfasis en las manifestaciones artísticas.
Así pues es válido decir que la extensión en América Latina aún tiene un amplio margen para vincular las universidades a la solución de grandes problemas nacionales.
El pensador argentino Alberto Dibbern, señala que “La relación de la Universidad con la sociedad debe ser asumida con responsabilidad en aras de contribuir al aumento de la calidad de vida. El sistema universitario debe poseer una vocación solidaria, una educación permanente y una transferencia social extensiva a todos los sectores”.
Según Marcelo Fernández, rector de la Universidad Internacional del Ecuador, para lograr una mayor conciencia social en la enseñanza superior es necesario “vincular las universidades a proyectos sociales y a la creación de una cultura de innovación. Lamentablemente nuestros países hacen muy pocos esfuerzos. Hay necesidad de una inventiva social más que institucional”.
El teólogo de la liberación, Frei Betto, die que “La universidad no puede permanecer ajena a la vida cívica de los pueblos, al servicio de la democracia, la libertad y la dignidad de los hombres. La Universidad debe jugar un papel crítico en cualquier sistema, no solo en el capitalismo”.
“Si queremos buscar un ejemplo de extensión universitaria hay que buscarlo en Cuba. Fidel Castro convenció a muchos de que las ideas podrían transformar a Cuba. La Revolución es producto de esa extensión universitaria, y está presente en muchos países a través de médicos y maestros”, señala Frei Betto.
En otro orden de ideas, y quizá en el contexto de propuestas que apunten hacia el escenario que ha sido denominado “de la solidaridad: la globalidad que pasa por una mayor integración y articulación de los procesos locales” (García Guadilla, 1196), es posible avanzar con proyectos nacionales que aun en el contexto de la globalidad permitan ir construyendo redes sociales que apunten hacia el acercamiento de la sociedad con el Estado; hacia la revalorización de la subjetividad social, hacia el ejercicio de una democracia participativa que permita a los distintos grupos sociales e instituciones formar parte de las decisiones que les afectan, reafirmando así la responsabilidad ciudadana mediante la coparticipación en la búsqueda de soluciones a los problemas que confrontan, y en ese proceso “ir construyendo otra racionalidad, una racionalidad más social, más solidaria, dirigida a la construcción de organizaciones colectivas democráticamente constituidas para sobrevivir a las crisis y enfrentar las lógicas del capitalismo globalizado” /Castellano, 1997).
Las instituciones de educación superior en el ejercicio del servicio social que han de cumplir a través de la función de extensión, pueden contribuir efectivamente en la construcción de este proyecto societal, y a la vez, enriquecerse con los saberes comunitarios, con las prácticas colectivas, cooperativas y solidarias, las cuales sin duda, coadyuvarán a una formación más integral de los estudiantes.
Proponemos a la universidad que fortalezca y amplíe sus ofertas de estudios de cuarto nivel vinculándolos con la investigación y la extensión a fin de crear conocimientos y saberes para beneficio de la sociedad que la contiene. La vinculación y articulación entre el grado y el postgrado debe ser objeto de reflexión y de acciones concretas que hagan posible la continuidad curricular.
Promover una mejor relación de las instituciones de educación superior con las comunidades dice de la capacidad de estas instituciones de intervenir positivamente en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas que confrontan estos conglomerados sociales.
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