Por: Vinicio Vásquez Bernal
Es conocido que el constructivismo surge como un modelo pedagógico que propende la estructuración del conocimiento en base a la realidad práctica y concreta. Profundiza en los fundamentos utilizando la lógica de la utilidad; es decir, teniendo siempre en cuenta la satisfacción de las necesidades del ser humano en su entorno. El consumismo, en cambio busca despertar las necesidades concretas del hombre y satisfacerlas con productos tangibles que constituyen elementos de mercado.
A simple vista parece que estos conceptos son análogos, pues fundamentan su existencia en la satisfacción de necesidades concretas del ser humano, confusión que a veces es aprovechada por el mercantilismo para justificar su avidez por el “cliente” y la “venta”.
Vale la pena, entonces, explicitar las enormes diferencias que marcan espacios muy disimiles para los conceptos indicados.
El constructivismo es un modelo que ubica al ser humano como actor principal de generación de conocimiento y por tanto ente controlador de su entorno, permitiéndole incluso el derecho a complicar su realidad con su no aceptación a ciertas situaciones, para en base de un método científico y con razonamiento crítico poder construir nuevos escenarios que generen bienestar para el colectivo.
El consumismo, por su parte, busca convertir al hombre en esclavo del mercado, donde todo, incluyendo lo superfluo, es mostrado como producto indispensable para el bienestar, llegando a afirmar que la acumulación de bienes es sinónimo de satisfacción social plena.
Expuesto de manera más clara, el constructivismo busca desarrollo social en base de la libertad del hombre y de su razonamiento pleno; en cambio el consumismo, busca el desarrollo empresarial, generando dependencia en el hombre, influenciando en su mente a través de medios diversos. El embate del materialismo es atroz en nuestros días, por lo que cada vez es más difícil no sucumbir a sus “deleites”.
La moda, la aceptación social, nos atosigan con sus acciones cada vez más brillantes y obligan que de nuestra parte haya mayor cuidado para que no se afecte nuestra cultura y nuestro medio ambiente, exigiendo un comportamiento racional del ser humano.
Se espera que la ciencia permita un uso sostenible de nuestros recursos. Que el quehacer ciudadano tenga en cuenta los requerimientos de los que vendrán mañana, donde se establezca que los bienes materiales son elementos que deben servir para propiciar una vida cómoda al ser humano. Mas su acumulación rompe equilibrios y genera los escenarios de depredación que causándonos tanto dolor no ha logrado acciones preventivas o mitigadoras al respecto.
No confundamos, entonces, conceptos. El hombre es el ser privilegiado, se le ha confiado el universo para que con capacidad y raciocinio genere conocimiento y desarrollo en la humanidad, no lo degrademos a un rol consumista y dependiente de los hacedores de dinero que destruyen sin trascendencia y utilizan todos los medios para embriagar nuestras conciencias, intentando convencernos de que nuestra felicidad depende de los bienes que poseemos y no de los logros que alcanzamos ni del amor que nos rodea.