Un nuevo año de esperanza.

Por: Marco Vinicio Vásquez Bernal.

El devenir del tiempo siempre genera expectativas y dudas entre los seres humanos. Las proyecciones intentan explicar lo que vendrá y como es de costumbre se hace gala de la especulación para intentar predecir el mañana. Lamentablemente, la mayoría escoge la perspectiva negativa y crea horizontes nefastos buscando así algún tipo de notoriedad. Esto es más fácil cuando la actualidad presenta realidades preocupantes a nivel mundial, especialmente en lo económico. La decisión de los países de la OPEP de poner en el mercado todo su petróleo, de seguro disminuirá el precio de este producto, afectando directamente los ingresos de nuestro país.

Mas la lógica simple nos indica que si conocemos esa realidad, es nuestra obligación entonces el buscar alternativas para enfrentar lo que se viene, nada se obtiene con lamentaciones ni inculpaciones, es la hora de actuar con sentido de Patria.

Ecuador, para ventaja nuestra, goza de una vasta gama de recursos que pueden mitigar el impacto indicado: las hidroeléctricas, el turismo, los recursos naturales, constituyen un potencial inigualable que puede ayudarnos a sortear la crisis. Para ello requerimos de unidad, de mostrar, sentir y vivir esa identidad de ciudadanos comprometidos con el Ecuador de siempre. Es hora de olvidar las circunstanciales diferencias y que fluya esa amplia gama de sentimientos de ecuatorianismo que nos une.

Los grandes objetivos del Estado deben ser el norte fijo para todos. Los grandes proyectos en ejecución constituyen nuestra apuesta al futuro, por tanto merecen el apoyo de todos, ya que si estos no avanzan, nuestro mañana será de sufrimiento. Es hora de un ya basta a la politiquería oportunista que cambia de andarivel en actitud de conveniencia continua. Requerimos de ideales claros que permitan alcanzar los grandes objetivos nacionales.

La mayor riqueza de nuestro país es el capital humano, especialmente esa juventud que aspira servir a su pueblo con su capacidad y su trabajo. Los jóvenes se merecen rumbos claros y la libertad para transitarlos.

Nuestra historia está llena de horas como la actual, pero como pueblo hemos sabido responder a la adversidad y hemos salido adelante. Hoy la Universidad Ecuatoriana está comprometida con sus estudiantes y con el futuro de la Patria. Esta realidad constituye un insumo determinante y muy valioso, pues de allí han de surgir las alternativas de cambio requeridas.

Es menester que todos lo apoyemos, haciendo de estos proyectos y de otros de envergadura nacional, proyectos de Estado y propuestas que nos pertenecen a todos, porque en ellos están los sueños de nuestros hijos y de ese Ecuador grande que todos anhelamos.

El futuro se construye con acción, la duda, el negativismo, el pesimismo y los augurios de la mediocridad, son barreras que habrá que superar. Es posible vencerlas con facilidad cuando hay el convencimiento de que nuestra Patria es grande y prodigiosa. El no hacer nada nos convertiría en cómplices de esos agoreros de mala calaña, que siempre ven el vaso medio vacío, olvidando que el Ecuador es uno sólo y si hay un fracaso, este nos afecta por igual a todos.

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