Por: Dr. Pedro Arturo Reino Garcés
Yo me llamo Pedro Cieza de León. Vengo recorriendo estas tierras del Quito y mi camino es el Cuzco. Vengo por el camino real del inga, tan soberbio y tan grande hecho en tal orden y con tal industria que dejo escrito para que todos lo sepan. He pasado por Hambato, Pelileo, Ticaleo y voy a Mocha al pie de estas grandes sierras nevadas.
No bien cumplidos mis trece años he venido a las Indias del Mar Océano a trabajar como soldado y a corretear tras de los conquistadores. He visto y he preguntado tantas cosas nuevas y desconocidas que he decidido escribirlas para que todos las conozcan. Lejos del Rey todo es más fácil: las conquistas y las traiciones. Las bendiciones de la iglesia se dan según la conveniencia, a veces con la diestra y otras con la siniestra.
Salí de Sevilla por el año de 1535, según el dato que tengo registrado en la Casa de Contratación, el 3 de junio de 1535, habiendo nacido en el pueblo de Llerena de Extremadura. Justo tenía la edad para la aventura y España tenía todo un continente para aventurar, pero «este es un continente de aventura que a los aventureros se los traga».
Mocha en el camino del inga. Todo aquí es tan grande y tan soberbio; todo está hecho en tal orden y tal industria como dejo escripto. Todos tenían aquí provehimiento que no importaba la cantidad de la multitud de gentes integrados en sus reales. Mira esos palacios sobre la colina. Mira el castillo en la parte más alta. Allá subiremos con los caballos hasta Mocha, Mucha, Mochae, adoración o beso. Aquí mi crónica:
«De Mulliambato se va al río llamado Ambato, donde así mesmo hay aposentos que servían de lo que los pasados. Luego están tres leguas de allí los suntuosos aposentos de Mocha, tantos y tan grandes, que yo me espanté de los ver; pero ya, como los reyes ingas perdieron su señorío, todos los palacios y aposentos, con otras grandezas suyas, se han ruinado y pasado tales, que no se ven de las trazas y alguna parte de los edificios de ellos que como fuesen obrados en linda piedra, y de obra muy prima, durará grandes tiempos y edades estas memorias, sin acabar de gastar»
«Hay a la redonda de Mocha algunos pueblos de indios los cuales todos andan vestidos, y lo mismo que sus mujeres, y guardan las costumbres que tienen los de panzaleo, y son de una misma lengua».
¿Cómo acarrearían tanta piedra?. Mira ese corredor tan largo y de piedra tan pulida. Mira esas ventanas con alacenas, estos serían grandes patios o canchas cerradas con grádenos y desniveles. Allá al fondo están unas pirámides trapezoidales, pero ya nada queda de la suntuosidad de las gentes, de sus reyes y ornamentos, estos otros debieron ser aposentos con cubierta; por acá los aposentos de las ñustas junto al cuarto donde la candela siempre estaba prendida. En este otro costado los trojes de maíz, acá el de las papas. Por este senderillero vendrían de sus pastos las llamas y vicuñas. Mira como corre todavía un hilo de agua hacia los bebederos por estos canalillos de piedra. Entre los indios dicen que hay otro castillo de Inga-pirca, pero que este le gana en sumptuosidad.
Pedro Cieza de León no atina a describir lo que contempla. Se asusta y sabe que la codicia y la ignorancia son cosas más terribles que los terremotos. Cuando el hombre quiere, la piedra vuelve a ser colocada ahí en su sitio. Pedro Cieza de León deja los aposentos de Mocha pensando que durará mucho tiempo el testimonio del poder indígena. Pero la piedra se fue arrancando una a una. Muchas están muertas aplastadas por la iglesia, pocas duermen en el pretil golpeadas con los combos de la Colonia. Dicen que otras se fueron a los zócalos de las casas de hacienda. ¿Y las otras tan grandes y soberbias?, ¿Las que sirvieron de Pucará en tantas batallas?. Están ahí debajo de la loma que tapó Mocha cuando se derrumbó el Puñalica en los terremotos de la época colonial.
Allá arriba, el Chimborazo congela su cólera y deja que el viento barra el camino del olvido. ¿Cuándo nacerá un idílico reconstructor que nos haga soñar con lo perdido?, ¿Será que a Mocha le devolvamos piedra a piedra su memoria perdida?. Hay tanta soledad acumulada; hay tanto silencio en el hombre de ahora, que no sacude su intelecto.
Nota del Director:
Este relato fue tomado del libro “ HISTORIAS AUN NO CONTADAS” de la autoría del Dr. Pedro Arturo Reino Garcés. Los hechos pertenecen a la historia según las fuentes de consulta; se respeta al máximo la ortografía de la época; los nombres de personas y de lugares son de la realidad.
“ (…) Llegan las HISTORIAS AUN NO CONTADAS del Dr. Pedro Reino, con elementos sociales, compenetrados del alma de todo nuestro pueblo. Esta obra está vinculada a la edificación cultural. Aquí no hay hombres aislados, separados de los demás, sino ligados con todo; sin frases hechas, sino con su propio decir, con el lenguaje materno de los matrimonios y mestizajes; de toros, priostes y comedias; de enigmas y americanismos; de testamentos, ovejas, toros, cañaverales, trapiches, difuntos-vivos, caciques y estancos, recreando o reformulando nuestra mistificada historia.
El Dr. Pedro Reino nos entrega talento y optimismo para hacernos imaginar lo que fue nuestro pasado. Nos proporciona historias que iluminan el verdadero camino por el que transitaron las auténticas relaciones de producción feudal. Investigar historias es una forma interesante de impregnar valores, de desentrañar viejas verdades. En HISTORIAS AUN NO CONTADAS, usted encontrará más de una historia que lo cautivará y que deberá compartir.
Estas historias son luz de amor escritas con la paciencia de los sabios. En cada una de sus páginas está el ritmo del corazón, el sentir mismo de la vida.”
Luis A. Gamboa T.
Radiodifusor, Director de Radio Bonita FM y Radio Centro A.M. de Ambato.