El 9 de noviembre de 2016 se realizó en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo, MAAC,de la ciudad de Guayaquil, el homenaje que le rindió la Universidad de las Artes (UArtes) al Maestro Enrique Tábara. El discurso de orden corrió a cargo de Ramiro Noriega Fernández,Presidente de la Comisión Gestora y Rector de la Universidad de las Artes del Ecuador.
En su discurso, Noriega expresó:
No existe futuro sin presente. El establecimiento de la Universidad de las Artes no es un invento de hoy. No es un invento. Viene de un largo proceso de tensiones diversas. Entre esas tensiones, una de las más reveladoras quizá sea la que se establece entre la idea que nos hacemos de nosotros y la que habríamos querido dar. Ambas ideas, ustedes entienden bien, pecan por especulativas y vanas. Todos sabemos que somos lo que somos, ni más ni menos, y que el presente fue en algún momento ya, y que el futuro, en muchos sentidos, está siendo ahora mismo, aquí.
El establecimiento de nuestra Universidad sucede en ese terreno, que es ciertamente un terreno de disputa. Me refiero a esto, con el ánimo de aclarar las razones que nos han traído acá, las que nos representan. Se entiende que ese desafío, el de aclarar, tomará tiempo y saliva. Pero hay que tratarlo, sería un error no hacerlo.
Desde que iniciamos la puesta en funcionamiento de la Universidad, Xavier Patiño es uno de los protagonistas y testigos, decidimos que en esa búsqueda íbamos a necesitar completar las fuerzas necesarias para intentar colmarnos de una legitimidad incontestable para atender este desafío histórico. Y eso no está en el futuro. Esa fuerza y esa legitimidad ya están, ya estuvieron. Y son lo que somos y lo que es nuestra historia, o si quieren, nuestra tradición. Sin eso, vano sería decir que apostamos por la enseñanza y el aprendizaje de las artes en el siglo XXI, que apostamos por la educación no solo para mejorar nuestro entendimiento del mundo, sino también, para ayudar a transformarlo.
El signo de esa fuerza, se puede invocar como se invoca a la ilusión, cierto, pero también como se alude a la luz. La luz es importante. Ustedes están de acuerdo conmigo, no lo dudo. La luz para nosotros viene de atrás hasta llegar acá. Borges diría de “siempre”. En un país donde a menudo hemos gastado nuestras insuficientes fuerzas fundando lo ya establecido, esta búsqueda de claridad, de legitimidad, aparece como un gesto insurgente.
Está claro: fundar, crear, construir son actos hermosos y llenos de sentido a condición de que se inscriban en la continuidad. Al otro lado está el destello de la novedad, de la moda en su aspecto más irrisorio.
Estamos aquí, digo, para aclarar las razones que fecundan la creación de la UArtes. Y eso sucede mediante una estrategia simple, la estrategia del reconocimiento. Reconocer es importante. Todos lo sabemos, pero no lo practicamos lo suficiente. Reconocer, más allá de la placa y del diploma, supone abrir los ojos, implica asumir desafíos. Para nosotros, que estamos construyendo la Universidad de las Artes, profesores, estudiantes, ciudadanos en general, el reconocimiento no es un acto pasivo. Es un riesgo que tomamos por referirnos a lo que somos y también en muchas formas a lo quisiéramos ser.
Esta noche, nuestro desafío se llama Enrique Tábara. Tiene la forma de su obra contundente. Se mueve con la ironía de sus imágenes. Nuestro desafío se inscribe en el rastro que su acción artística va dejando a través del tiempo en los espectadores que somos y que hemos sido. Por eso estamos aquí, porque confiamos en que su fuerza creativa, su pulso sensible nos afecte, como lo ha afectado a él, hasta convertirlo en lo que ya es, un artista necesario.
Con toda nuestra admiración, querido Maestro, permítame dar fe de esta necesidad que tenemos de tenerlo entre nosotros siempre.
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