El estudio Juventudes Rurales realizado por la oficina de Rimisp en Ecuador evidencia la difícil realidad de los jóvenes del campo ecuatoriano. Transformaciones en la educación rural y apoyo al emprendimiento rural juvenil son algunas de las líneas de trabajo del GDR-Ecuador.
“El máximo sueño que haría feliz a un joven rural es educación de calidad”. “La mayor aspiración de un joven rural es emprender para vivir cómodos con su familia y tener una buena alimentación”. “Lo que haría sonreír a un joven rural es una buena educación y regresar a sus raíces para enseñar lo que ha aprendido”. “Emprender ha sido apostar por el campo y por sacar adelante la tierra de mis padres y ver como la gente cercana ha surgido, a pesar de las dificultades”. Estas son algunas de las voces de los jóvenes del campo ecuatoriano, quienes han compartido sus anhelos, sus experiencias, sus triunfos y sus frustraciones y que hoy, se escuchan con fuerza para conmemorar el Día Internacional de la Juventud.
Desde las estadísticas, ser joven rural en el Ecuador representa ser parte del 8% de la población total de esta nación, es decir 1,5 millones de habitantes del campo tienen entre los 15 y los 29 años. En meses pasados el Grupo de Diálogo Rural de Ecuador (GDR – Ecuador) presentó el estudio Juventudes Rurales, elaborado por la investigadora de Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, Alejandra Estévez, que describe la difícil y desconocida realidad de la juventud del agro en el país andino.
El documento evidencia aspectos como que en el ámbito de la salud, el 69,10% de jóvenes no tienen ningún tipo de seguro de salud y el 41,1% recurre a la automedicación. Las muertes prevenibles en jóvenes ascienden al 34%; el 19.3% de las muertes son ocasionadas por accidentes de tránsito, mientras que 16,87 por agresiones y el 8,97% por lesiones autoinfligidas. La tasa de embarazo adolescente es del 6%; el 2% se presenta en niñas de entre 10 a 14 años y el 5% en chicas de entre 15 a 17 años.
En relación al suicidio de jóvenes en el Ecuador, las cifras existentes al año 2015, detallan que el 12% consideró suicidarse, de los cuales el 8% son hombres y el 16% mujeres. Un 7% del porcentaje nacional está ubicado en las zonas rurales.
“En los espacios rurales, el promedio de escolaridad es de 7,5 años, enfrentado a los 11,3 años del mismo promedio en las zonas urbanas. Y eso genera grandes diferencias”, indica la consultora. El analfabetismo a nivel nacional es del 1,6%; de esa cifra el 2,2% está ubicado en el área rural. La tasa de matrícula rural correspondiente a bachillerato técnico (considerando actividades agropecuarias, industria, servicios, arte o deportes) es del 82,4%, mientras que la tasa de matrícula en universidades en el área rural llega al 5,2%, “en general la educación superior no llega a las poblaciones rurales”, explica la investigadora.
Más datos consignados en el Estudio determinan que el 63.6% de los jóvenes del área rural ecuatoriana se encuentra en situación de pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), mientras que el 27,1% se ubica en pobreza extrema. Un 33,4% de los hogares rurales viven bajo la línea de la pobreza multidimensional. El estudio también detalla que El 21,7% de las familias rurales tienen acceso a servicios básicos. El desempleo dentro de la juventud rural llega al 10% y hasta el 75% entra dentro de la categoría de empleo inadecuado.
Un 78% de la población rural cuenta con vivienda propia, “debido a la concepción tradicional que hace que los padres leguen la tierra o la casa a sus hijos. Quienes no logran heredar una propiedad, muchas veces optan por la migración.”, indica el documento. En ese aspecto, el 29% de los migrantes (externos o internos) registrados en el Ecuador (de un total de 1,4 millones), son jóvenes del ámbito rural. De este porcentaje el 93% ha migrado dentro del propio país, mientras que el 7% lo ha hecho hacia fuera del territorio nacional.
“Las dos grandes razones de la migración, son mejorar las condiciones de vida, pero también acercarse a los imaginarios de lo que quieren que sea su vida. Estos imaginarios ahora están determinados por la conectividad: el acceso a la Internet”, comenta la investigadora.
Entre las principales conclusiones del Estudio se menciona que en el Ecuador no existen políticas públicas dirigidas a los jóvenes del sector rural. “En lo que se refiere a institucionalidad, no contamos con entidades, políticas públicas y no hay programas públicos enfocados al 100% en el trabajo con jóvenes rurales. Hay una línea transversal en ciertas instituciones públicas, que discute el tema de juventud rural, muy en el imaginario, pero alguien que se encargue de saber ¿qué está pasando?, ¿qué quieren?, ¿a qué aspiran los jóvenes rurales?, no existe”, menciona Alejandra Estévez.
Y tras este conocimiento se ubica la actual línea de trabajo del GDR – Ecuador, que tras varios meses de investigaciones, diagnósticos y debates ha decidido enfocar su esfuerzo en las mejoras a la educación rural y el apoyo a los emprendimientos rurales juveniles. Dentro de la perspectiva educativa, “vemos como paradójicamente aunque ha mejorado el nivel de la cobertura de la educación, el contenido y las metodologías de esa educación, están siendo hoy factores que aceleran la expulsión de los jóvenes del campo. Es una educación muy poco práctica, desvinculada del desarrollo de las comunidades rurales. Que hace que los jóvenes salgan de la ciudad y no contribuyan al desarrollo de sus comunidades”, explica Ney Barrionuevo, secretario técnico del GDR – Ecuador.
Esta visión es compartida por Viqui Lema, joven líder indígena de la provincia de Imbabura, quien manifiesta cómo las brechas educativas en la ruralidad ocasionan que los jóvenes pierdan interés en sus comunidades. “Nos toca interpretar e intentar aplicar lo que aprendimos en nuestras realidades. En el sector rural de Otavalo los jóvenes quieren dejar de ser agricultores porque eso no les trae muchos beneficios económicos. La producción de las pocas tierras se da más para el autoconsumo”, indica.
Jóvenes con ganas de emprender
Y entrando en la problemática de los medios de subsistencia, vemos que el desempleo dentro de la juventud rural llega al 10% y hasta el 75% entra dentro de la categoría de empleo inadecuado. En contraparte, la alternativa del emprendimiento surge como una posibilidad, “se ve la necesidad de políticas públicas diferenciadas para los jóvenes rurales, en apoyo a sus emprendimientos, que no necesariamente deben ser en el campo agrícola, sino en los múltiples negocios rurales, algunos en servicios, vinculados a cadenas o a sistemas agroproductivos, a nuevos servicios rurales como el turismo, negocios ambientales, gastronomía, artesanías, comercio, etc. Y por supuesto, mejorar la educación técnica rural con otras demandas del desarrollo rural, con propuestas creativas”, asegura el Secretario Técnico del GDR. Un 40% del empleo rural proviene de los emprendimientos.
Una parte de las investigaciones realizadas por el GDR- Ecuador durante esta etapa de diagnóstico de la realidad de la juventud rural se ha enfocado en conocer las experiencias de los jóvenes emprendedores rurales de país andino. A una primera presentación de emprendimientos juveniles agrícola se sumó una nueva experiencia de exposiciones de casos de aprendizaje de emprendimientos no agrarios, que se desarrollo en días pasados en Guayaquil.
En esa ocasión se contó con los testimonios del Biocombustible de Aceite Vegetal de Piñón de Manabí para Galápagos, la reactivación del Turismo Comunitario mediante la Ampliación de la Oferta Turística en Crucita, y el Café del Tren de Yaguachi.
Realidades de jóvenes innovadores que por medio de la asociatividad en algunos casos, los ahorros familiares en otros y la ayuda de organizaciones no gubernamentales han salido adelante.
Por ejemplo, el Piñón de Manabí ha beneficiado a 3 mil familias en lo que va del año, cuenta con 86 centros de acopio y una recolección de 3 mil quintales de la semilla. Viviana Bravo, representante del Instituto Iberoamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) detalló esta experiencia y explicó que se está trabajando en el mejoramiento genético del piñón y en la inclusión de un mayor número de productores jóvenes.
Gabriel Mero, joven integrante de la Unidad de Desarrollo de la Comunidad de Las Gilces, explicó que al terminar la adecuación del sendero ecológico, respetuoso del ecosistema del manglar, se realizarán paseos en bici-rutas y la expectativa es involucrar a varios actores de la localidad, generar más fuentes de empleo e incrementar el promedio de 500 turistas al mes que suelen llegar al sector.
El emprendimiento familiar de Maribel Pinela creció hasta convertirse en el Café del Tren de Yaguachi. Cada fin de semana atiende un promedio de 150 viajeros, quienes disfrutan de desayunos y platos típicos del país. Entre los principales obstáculos contra los que ha tenido que luchar ha sido la falta de difusión de su emprendimiento, por lo que ha enfatizado en la promoción de sus productos.
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