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Analizan la construcción del Programa Nacional de Lectura

En el marco de la Feria Internacional del Libro FIL Quito 2015, que se desarrolla hasta el 22 de noviembre en el Museo Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, se llevó a cabo la Mesa Políticas de lectura y el libro: hacia la construcción del Programa Nacional de Lectura, con la participación de Ana Rodríguez, Viceministra de Cultura y Patrimonio y Regina Rodríguez, Secretaria Ejecutiva del Consejo del Libro de Chile, actuando como moderador Eduardo Puente, presidente de la Asociación de Bibliotecarios del Ecuador.

Ecuador es el único país en la región que no cuenta con un plan de lectura. Los pocos intentos de articulación de las instituciones gestoras de la cultura ha sido una de las principales razones. Ahora la necesidad de formar lectores regresa a la palestra como una deuda social que se implementará como política pública a partir de 2017, una vez concluido el proceso de institucionalización del sistema nacional de cultura.

Así lo informó la viceministra de Cultura, Ana Rodríguez, en su presentación dentro de la mesa titulada ‘Políticas de lectura y el libro: hacia la construcción del Programa Nacional de Lectura’, realizada el sábado pasado desde las 14:30 en la Feria del Libro.

“En Ecuador no ha habido un Plan Nacional de Lectura, pero sí una cantidad de iniciativas institucionales y ciudadanas que habría que recuperar como buenas prácticas. En pocos países se ha visto tanta diversidad de propuestas de motivación a la lectura y formación de lectores como aquí. Esto como consecuencia de la falta de una política pública”, expresó Rodríguez.

La funcionaria explicó los avances en la construcción de este proyecto. Por ejemplo, se ha hecho un balance de experiencias extranjeras y locales como ‘Quito lee’, la campaña de lectura Eugenio Espejo y la de motivación a la lectura de literatura infantil que —según la viceministra— es la que más trabajo sostenido ha tenido con —por ejemplo— la Editorial Girándula.

Además, manifestó la necesidad de una estructura nacional de bibliotecas, debido a que hoy en día no existe una política de regulación y control. Esta sería regida por un instituto de memoria social, el cual está actualmente adscrito como una subsecretaria en el Ministerio de Cultura. Existen 11 bibliotecas estatales y más de 690 a nivel nacional.

La Viceministra de Cultura y Patrimonio expuso que en el presente la red de bibliotecas del Ministerio de Cultura y Patrimonio cuenta con 11 instalaciones públicas, aunque hay un universo mayor compuesto por bibliotecas públicas educativas, comunitarias, religiosas, que se pretende articular en un sistema integral con las bibliotecas de la SENESCYT, del Ministerio de Educación, las comunitarias y municipales. Para ello el Ministerio de Cultura y Patrimonio trabajará en tres ámbitos: la creación de la Biblioteca Nacional, el Régimen Integral para Educación y Formación para las Artes, la Cultura y el Patrimonio y la articulación institucional con el Ministerio de Educación, la SENESCYT y otras áreas del conocimiento y el talento humano, para la educación inicial, bachillerato, educación superior así como la educación no formal, la educación continua y la capacitación.

Un tema importante, la circulación del libro tanto el ámbito doméstico como en los acuerdos regionales, también formó parte de la exposición por la relevancia del tema, pero especialmente porque todavía no hay acuerdos sustanciales que resuelvan ese tema.

La Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional del Libro de Chile, Regina Rodríguez, compartió la experiencia de ese país, cuya cifra destacable en la Cerlalc-Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) es de 5,4 libros leídos al año por cada ciudadano, frente a la de Ecuador, con 1,5.

Regina coincidió con Puente en que la única forma para que la política se ejecute es el involucramiento ciudadano: “Nosotros tuvimos una política que se quedó en el cajón. Se hicieron algunos programas de fomento lector no articulados, sin una visión de Estado que permanezca más allá de un gobierno. En una segunda etapa, además del sector público, la ciudadanía no solo debe demandar y proponer, sino también hacer su parte del trabajo que depende de los lectores y las asociaciones de escritores”, señaló.

Eduardo Puente refirió que desde su visión como bibliotecario era la primera vez que escuchaba un discurso articulador pero también se preguntó hasta qué punto se garantiza el compromiso de involucramiento de las instituciones mencionadas.

Cadenas de valor de la cultura

La formación de bibliotecólogos, documentalistas, motivadores de lectura es otro de los ejes en los que se estaría trabajando para que todas las cadenas de valor de la cultura tengan una respuesta desde la educación. De esta manera se trabajará en conjunto con el Ministerio de Educación y la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) en el Régimen Integral de Educación y Formación para las Artes, la Cultura y el Patrimonio (Riefacp).

Por otro lado, está la protección de las industrias culturales nacionales, tomando en cuenta que los consumidores de libros en el país son reducidos. La propuesta desde la cartera de Estado es su fortalecimiento con capital semilla y períodos de intervención de la banca pública.

“Hemos trabajado en un crédito ablandado con un interés muy bajo para el sector editorial”, indicó la viceministra de Cultura. Se destinarían $ 5 millones para realizar préstamos no reembolsables y reembolsables a personas naturales y jurídicas que tengan proyectos de fomento al libro y a la lectura.

Ante la posibilidad de crear una editorial nacional estatal, la viceministra explicó que sí se ha planteado dentro del Plan de Lectura la necesidad de la edición de libros nacionales, pero que esos proyectos no deben competir con la editorial independiente, sino fomentarla.

Hacia el final del encuentro se renovó el interés por encontrar solución al tema de la circulación de los libros entre nuestros países, y la necesidad de profesionalización de los bibliotecarios.

Como conclusión se evidenció el interés que han despertado estos temas, en particular las particularidades de la implementación del Programa Nacional de Lectura y en general todas las intenciones y variables que afrontará el Ministerio de Cultura y Patrimonio para la institucionalización de este espacio.

Todos concuerdan en que llegó la hora de afrontar la búsqueda de las mejores soluciones, por la importancia que tiene la Cultura y la conservación del patrimonio en la construcción de un imaginario cultural ecuatoriano sólido y en desarrollo.

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