Beijing, es un sitio por demás interesante, hay tanto que ver, que resulta difícil elegir entre su historia antigua o la modernidad que ahora refleja. Se ha convertido en ciudad cosmopolita, escenario internacional y las personas con distintas creencias religiosas, diversas escuelas y diferentes colores de piel viven aquí armoniosamente. Es una ciudad histórica, muy moderna y verde de fama mundial. En las aceras, calles y parques los árboles se les ve gratamente.
Se percibe una ciudad viva, un torbellino de corrientes, sensaciones y emociones, todo es ruido y movimiento cual película, desfilan por las ventanas del vehículo que nos transporta infinidad de panoramas y paisajes que van desde un pasado glorioso hasta la modernidad, donde existe una conspiración contra el orden y la calma, el silencio y la quietud, es una ciudad llena de imágenes y sonidos, una ciudad que parece no detenerse nunca.
Emociona ver tantos edificios altos diseñados por arquitectos de categoría mundial, la diversidad de colores. El ir y venir de la gente es impresionante, es como un gran río, pero de personas. Al estar en contacto con su gente se descubre a un pueblo que refleja confianza en sus rostros, la gente se ve optimista y con esperanza en una vida mejor para sus hijos, donde todos trabajan por una mejor situación cada día, un futuro próspero, como todo lo que se observa a su alrededor. Su gente es amable y siempre dispuesta a ayudar, aunque no te entiendan, ni les entiendas.
Beijing cuenta con tradiciones culturales largas y profundas. En esta ciudad antigua se ha cultivado el dialecto beijinés de pronunciación clara y de entonación agradable, sobre la base del cual se ha formado el Putonhua, la lengua nacional, ahora popularizada en todo el país. En esta misma ciudad se ha creado el arte escénico más célebre de China: La Ópera de Beijing. La gastronomía tradicional de Beijing conserva las características de la de la cuenca de los cursos medio e inferior del río Huanghe y ha asimilado también el gusto culinario de las etnias norteñas, la manchú y la mongola, destacándose los famosos platos locales como el pato laqueado y la carne de cordero escaldada. Las viviendas típicas de Beijing, conjunto de casas dispuestas alrededor de un patio interior, razonablemente diseñadas y con particularidades arquitectónicas, contribuyen a que los moradores de las calles y callejones vivan en un ambiente de cordialidad y de buna vecindad. Todo es algo que despierta la simpatía y la admiración de los turistas nacionales y extranjeros.
En pleno corazón de Beijing, se puede comer patatas fritas y perritos calientes en una hamburguesería importada de los Estados Unidos.
Los diplomáticos, turistas y ciudadanos más afortunados tienen la posibilidad de disfrutar, si disponen de 400 yuans diarios, del Hotel de la Gran Muralla, instalado por los americanos: cinco estrellas, mil habitaciones y un lujoso restaurante que gira lentamente.
En los grandes almacenes de la calle Xidan venden cazadoras con el ratón Mickey pintado en la espalda y los puestos callejeros ofrecen entre otras cosas gafas de sol, encendedores, relojes, revistas de Kung Fu, caña de azúcar y “hojas votivas” para quemarlas en honor de los antepasados.
Los grandes carteles publicitarios han ocupado en las vallas el lugar reservado años atrás a la consignas y recomendaciones del partido.
Los colores vivos, los trajes de corte europeo, los jeans y los shorts han roto la monotonía del uniforme “Mao”, de la camisa y el pantalón azules confeccionados con tela de saco. Las autoridades chinas han empezado a comprender que la moda es moda y la política, la política.
La artesanía tradicional de Beijing es fina y primorosa y sus productos como el cloisonné, la talla en jade y las alfombras, gozan de gran reputación en el mercado internacional.
La estrategia de apertura se manifiesta también en la propiedad privada permitida, por fin, en el gran coloso. Las dependientas de los pequeños puestos del “mercado de la seda” dominan cualquier idioma necesario para convencer a los extranjeros que compren sus productos “balatos” –plagios de las marcas occidentales- o para regatear hasta el mínimo imprescindible para que la venta les resultara rentable. La explicación del dominio de las diferentes lenguas se debe a que el negocio es suyo y, por tanto, emplean todos los medios para hacerlo prosperar. Este uso de idiomas contrasta con la dificultad de los empleados del hotel o los taxistas para entender un inglés básico. Para entenderse con los segundos hace falta tener escrito con caracteres mandarines el destino del viaje y el nombre del hotel para el regreso.
En cuanto a viviendas, se pueden encontrar vecinos altísimos rascacielos, a la altura de los más grandes edificios de la ciudad de Nueva York; edificios de veinticinco pisos, grises, tipo colmenas, al más puro estilo masificador, junto a anuncios de venta de preciosos chalets con piscina y jardín.
Beijing es una ciudad con trece millones de habitantes y una densidad de población de 654 habitantes por Km2. Es la tercera ciudad más poblada. Por tanto, un rasgo permanente de su fisonomía es la abundancia de gente en todas partes. Hay ricos muy ricos, y pobres muy pobres, y en medio, una modesta clase media que empieza a progresar gracias a sus pequeños negocios y a la libertad que les ha otorgado el Partido Comunista Chino.
Ciencia y Cultura
La ciencia y la cultura modernas de Beijing también se han desarrollado en forma considerable y lo han convertido hoy en el mayor centro científico y cultural de China. Aquí se encuentran la mayor biblioteca nacional, la Biblioteca de Beijing, las mayores instalaciones deportivas del país y hospitales de primera categoría. Es el centro de prensa y ediciones del país, sede de decenas de conjuntos artísticos de categoría nacional, y sus 120 museos lo han hecho merecedor del nombre de “ciudad de los museos”.
En Beijing se reúnen mucha gente distinguida y hay cerca de 100 universidades, algunas muy famosas como la universidad de Beijing, la de Quinghua y otras instituciones de enseñanza superior. Allí se han formado no solo innumerables intelectuales y hombres de talento chinos, sino también numerosos profesionales extranjeros. Las sedes de los mayores organismos de investigación y estudios científicos de China, la Academia de Ciencias y la de Ciencias Sociales, se hallan en Beijing y la mayoría de sus más de cien institutos de investigación están también en Beijing. Zhongguan chun, en los suburbios noroeste de Beijing, es donde se hallan más concentrados la gente altamente calificada y los programas de alta tecnología, y la Universidad de Beijing, la de Quinghua y los diversos institutos de investigación subordinados a la Academia de Ciencias de China se mantienen allí como tres pilares de un trípode. En los últimos años, la industria de alta ciencia y tecnología se ha desarrollado con ímpetu en este lugar, que ha sido distinguido por muchos como “el valle de silicon de China”.
Industria
Beijing cuenta con una base industrial bastante poderosa, compuesta por la industria siderúrgica, la hullera, la de maquinaria, la petroquímica, la electrónica, la textil y otros sectores industriales. La Empresa Siderúrgica “La Capital”, la mina de carbón de Jingxi, la Corporación General de Petroquímica de Yanshan y la Planta Automotriz de Jeep de Beijing con fondos mixtos chino-norteamericanos son grandes empresas de propiedad estatal. A partir de la década del 90, las industrias tradicionales como la siderúrgica, la química y la textil han marchado hacia el rumbo del tipo intensivo en tecnología, mientras que las industrias de alta y nueva tecnología tales como la informática electrónica, la integración óptica-electromaquinaria, la bioingeniería, la farmacia nueva y los nuevos materiales, han pasado a ser puntos clave del desarrollo de la industria moderna de Beijing.
Wilson Zapata Bustamante
Director de EcuadorUniversitario.Com