Por: Iván Petroff, PhD
Universidad de Cuenca (Ecuador)
Cabalgata Nocturna, novela editada por editorial El Conejo, 2016 es una obra del escritor ecuatoriano Eliécer Cárdenas Espinosa, que se convierte en la segunda historia de una trilogía que trata sobre el tema de la justicia y sus fallos equívocos. Un thriller que asume la problemática social de clases y grupos que pugnan por situarse en diferentes estadios de la pirámide para tratar de satisfacer sus apetitos económicos o de relevancia aristocrática y de nobleza, en el contexto de una sociedad de cuestionados valores donde se destaca la pugna de contrarios enfrentados en un nuevo teatro de operaciones donde la presa codiciada se sintetiza en una mala suerte de poder viciado por el lujo, el dinero y las oportunidades perdidas de una casta social sumida en la crisis y el despilfarro.
Cárdenas Espinosa es un maestro que logró hace rato y hasta diríamos que desde sus primeras obras, demostró ser diestro en el oficio como narrador y aunque a veces se dejó seducir por los encantos de la poesía, siempre fue fiel a su vocación como urdidor de historias, transformadas en novelas que como en el caso de Juego de Mártires, Háblanos Bolívar, Los diamantes y los hombres de provecho o esa pieza tan bien trabajada de la narración corta “El Ejercicio”, hizo posible que contemos en el Austro con la mejor representación en el ámbito de la narrativa ecuatoriana e incluso latinoamericana, sobre todo con “Polvo y Ceniza”, novela que ya es un clásico y que ha sido traducida a cerca de 10 idiomas y convertida en una de las obras más difundidas del país.
En el caso que nos ocupa la trama se sustenta en piezas de una dramaturgia que utiliza el enigma, la sospecha y los datos escondidos para jugar con el lector en torno a una historia policiaca y hasta de suspense que atrapa al lector desde los primeros acontecimientos. Benedicto Chamba el exitoso nuevo rico que alardea con su fortuna y que somete a sus amistades, familia y allegados a la tarea de ser testigos de primera mano de sus logros como hombre que se sustenta en la vanagloria y en una de sus más caras aficiones: los caballos, como símbolo del nuevo poder adquirido y emulando a los ya tradicionales gamonales de apellido que gustaban de la equitación, el atuendo vaquero y las cabalgatas de diversión.
Su narrador testigo es un pariente que va tejiendo y ordenando los hechos y va construyendo de acuerdo con el avance de la materia narrativa el tema del crimen que se comete en contra de Víctor, uno de los personajes que forman parte de esta cartografía diseñada desde la pugna social de clases antagónicas pero a la vez fusionadas por las circunstancias de sangre y convivencia que cohesionan finalmente esta cabalgata nocturna.
La novela tiene una línea descriptiva de grandes alcances en el manejo de la visualización ambiental que nos recrean espacios, ambientes, escenarios y personajes con intensidad. He aquí un ejemplo:
Rebeca, al cabo de una adolescencia desgarbada, se había convertido en una joven, no diría hermosa –término insignificante en esta época de cirugías plásticas que dotan de anatomías espectaculares a cualquier mujer con dinero para hacerlo-, sino interesante. Sus ojos vede-oscuros combinaban tan bien con un cutis mate, unos cabellos negrísimos y abundantes que se agitaban como llamas oscuras, si cabe el término, en cada movimiento de su cuerpo. Su pelo me parecía un manojo de algas de mares abisales bajo el empuje de una corriente invisible”
En el caso del tema social que se plantea en la obra, basta este fragmento, en cambio, para tener una clave del asunto que se aborda:
“Un auto cuatro por cuatro de iridiscencias doradas se aparcaba halando un furgón, sobre el cual la figura de un maravilloso caballo imponía su gallardo porte de ejemplar ganador de concursos ecuestres.
- No sé por qué a los nuevos ricos les da por volverse jinetes, sino también los que añoraban sus haciendas perdidas, los pobres que conservaban apellidos rimbombantes. –No lo dirás por mí –comentó Víctor, que mantenía los brazos cruzados, mientras fijaba su atención en una mujer rubia, vestida de amazona, que se apeaba del vehículo remolcador del portentoso caballo
- Fíjate, el animal es mucho más atractivo que el esposo de ella –vertió el veneno Víctor. Era verdad. El consorte era un sujeto esmirriado, al que un sombrero de Cowvoy parecía bailarle sobre el cráneo
Los recuerdos, esbozados en breves retrospecciones, son formas de ir sustentando la historia para que los hilos narrativos, finalmente aseguren la trama y la historia mantenga la información necesaria y el interés que el caso amerita, desde la perspectiva del lector que a lo largo de su quehacer, va necesitando las piezas pertinentes para armar el rompecabezas que el ente narrativo ha planteado para la posible resolución del caso del crimen de Víctor que se ha convertido en la víctima propiciatoria de esta lucha de clases y poderes ocultos que le dan el debido sabor a la novela.
“Rebeca me había parecido un ser inalcanzable cuando al despertar nuestra adolescencia yo era todavía el hijo de una empleada y ella la heredera de la estirpe a la que los míos habían servido, con todo lo que aquello implicaba. Tras mi reencuentro con Víctor y las visitas a su casa, mi nueva proximidad a Rebeca era, para ella, la de un sujeto poco significativo que iba donde la familia, aprovechándose de la amistad con su hermano –relación que supongo, y es más estoy seguro, reprobaban los padres de Víctor y también Rebeca, para los cuales la amistad tiene que considerar la posición social y quien traba un lazo amistoso con un inferior se parece al que malbarata una fortuna, echándola, moneda tras moneda a una alcantarilla.”
Río Chico, la hacienda de antiguos aristócratas y ahora en manos de Benedicto Chamba, es el escenario de una cabalgata nocturna en el que una bengala es el señuelo para el asesinato del personaje que asume sin beneficio de inventario la venganza del nuevo rico. Los personajes que Cárdenas ha diseñado para esta crónica decadente en la que se convierte en secretario de su época y ambiente social que le ha tocado vivir, como lo dijo en su momento Honoré de Balzac, son cambiantes y dinámicos, asumen muchos de ellos su evolución y ocaso con dignidad. Las contradicciones de la vida se ven reflejadas en sus itinerarios, en su bitácora de trayectoria como es el mismo caso de Chamba que hacia el final de la historia es un hombre acabado por la diabetes como alegoría de sus excesos, de su falsa opulencia y de su desbordante orgullo de nuevo acaudalado, mientras la nobleza sucumbe en la miseria y el deshonor.
Novela corta pero intensa, donde una vez más Eliécer Cárdenas se afirma como uno el novelista más importantes del país con historias y propuestas que lejanas están de una larga lista de obras que han quedado en el panfleto, la superficie, la crónica intrascendente o el chisme de confesionario.
De esta forma, presentamos en el Simposio de Literatura Ecuatoriana que se realiza con éxito en la ciudad de Loja con el auspicio y aval de la Casa de la Cultura del mismo Núcleo, una aproximación crítica y una guía para la lectura de dos obras que han hecho noticia en el mundo literario durante este 2016. A no dudarlo constituyen referentes muy interesantes, al tratarse de dos autores que en los géneros de la poesía y la narrativa, provocan siempre más de una duda, pero sobre todo abren caminos para avanzar más seguros por la práctica literaria más exigente.