Charles R. Hoffer, señaló en el siglo XX, que durante el siglo XVIII la familia Esterhazy podía pedir a Joseph Haydn que compusiera música cuando ellos quisieran. Pero poca gente en aquellos tiempos era lo suficientemente rica para participar de este grupo elegido de auditores privilegiados, o para tener a un compositor propio y a sus propios músicos en casa. Hoy, por poquísimos dólares, podemos comprar dos sinfonías de Haydn, grabadas de manera extraordinaria, por una de las mejores orquestas del mundo. En nuestros días, estando la música a disposición de todo el mundo, muchas personas disfrutan de una vida musical más rica, porque pueden escuchar música cuando quieren.
David Stopps dice: “Vivimos un momento apasionante para autores e intérpretes. Nunca antes en la historia de la industria mundial de la música ha habido tantas oportunidades para que los autores e intérpretes consigan que se escuche y se venda su música.
Siempre que los autores o los intérpretes puedan acceder a Internet, crear un buen sitio Web y tener presencia en sitios Web de redes sociales como Facebook, Twitter y YouTube, tendrán al alcance de la mano todos los mercados del mundo, independientemente de donde vivan.
En el mundo desarrollado, afirma, el interés por la música está permanentemente en aumento, principalmente debido al acceso que ofrece Internet. La música está profundamente arraigada en la cultura de cada país.
Explica que la diversidad de la música a la que se tiene acceso hoy en día significa que cualquiera que tenga una conexión a Internet tiene acceso a una tienda de discos que mide cien kilómetros cuadrados y que está en continua expansión.
David Stopps participó en Quito en el Taller Internacional: “Cómo Vivir de la Música”, organizado por el Instituto Ecuatoriano de la Propiedad Intelectual (IEPI) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Tiene más de 40 años de experiencia en el negocio de la música. Empezó como músico, “bastante malo”, dice él, y se convirtió en representante musical; más tarde trabajó 15 años como promotor de artistas y después volvió a la representación, por lo que debe quedar claro que se trata de un verdadero experto en materia musical. Es Director y Manager de la Agencia Internacional de Artistas (FML), consultor internacional del negocio de la música y director de derechos de autor y derechos conexos para el Foro de Representantes musicales del Reino Unido.
Antes, para escuchar música, era necesaria una representación en vivo; o la interpretabas tú mismo, o alguien tenía que hacerlo por ti. El cambio de las representaciones vivas de la música grabada ha reducido considerablemente la importancia de las representaciones públicas. Hoy en día, la mayor parte de la música que se oye no es en su forma pura. Está manipulada y cambiada por los técnicos de grabación y por los aparatos amplificadores. El técnico electrónico ha sido añadido en este proceso que va del compositor al ejecutante (ahora al técnico) y por fin al oyente.
La música establece entre compositor y oyente, entre compositor e intérprete o entre interprete y oyente (según desde donde se quiera estudiar el fenómeno) una sociabilidad de fuerza dinámica variable.
Estamos en pleno siglo XXI y no podemos seguir enquistados enseñando la música como en pleno siglo XIX, con los métodos del siglo XIX y sin avanzar en obras musicales más allá del siglo XIX. Nos quejamos después de que los jóvenes no asisten a las manifestaciones musicales que les organizamos, pero tienen razón, porque son anacrónicas y poco auténticas.
En esta época, abierta a la comunicación y a todas las culturas, hemos descubierto la maravilla de expresión y refinamiento que encierran la música de países que antes considerábamos bárbaros. Sus descubrimientos han ido por caminos distintos que los de nuestra música armónica y polifónica occidental, pero ello no quiere decir que no hayan conseguido altas cotas de sensibilización auditiva y emocional a través de la música. Ahora que estamos en condiciones de poder comprenderles, debemos hacerlo y trasmitir su mensaje a los jóvenes de nuestra generación y cultura, fue el mensaje que dejó David Stopps en el Ecuador.
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