“Los fantasmas raramente aparecen a aquellos que no creen en ellos, y cuando lo hacen, son raramente vistos. ¡Vaya, puede que Eugene Rilsby haya lanzado su cercenada cabeza rodando todo a lo largo del vestíbulo delantero de su casa, y Ud. no haya escuchado ni una sola cosa!” Mike se puso en pie, inclinándose para agarrar su maletín. “Si fuese así, no tendría nada de qué preocuparme en la habitación 1408, ¿no es cierto?”
Stephen King, 1408.
El escritor ecuatoriano Jorge Luis Cáceres ha recopilado varios textos de terror en habla hispana para hacer un homenaje a The Horror King,Stephen King. En esta lista podemos encontrar a autores de habla hispana. Fue editado por La Biblioteca de Babel.
Dentro de la idea de editar un libro con relatos de terror para King, vemos que el título del libro No entren al 1408 tiene una relación enorme con la narrativa del estadounidense. En el cuento 1408, King nos plantea que todo escritor de terror, o en su defecto, la gran mayoría, posee una versión de la habitación del hotel que está embrujada. Entonces, esa suerte de habitación-hotel-embrujo y terror, la vemos reflejada en la recopilación de Cáceres.
Cáceres, nacido en Quito en 1982, ha publicado varios libros: Desde las sombras (El Conejo, Quito, 2007), La flor del frío (El Conejo, Quito, 2009 y Amarante, Salamanca, 2011) y Aquellos extraños días en los que brillo (Borrador Editores, Lima, 2011). Ha preparado las antologías Lo que haremos cuando la ficción se agote (México, 2011) y No entren al 1408 (La Biblioteca de Babel, Quito, 2013). También ha formado parte de las antologías El desafío de lo imaginario (Lima, 2011), Letras cómplices (Quito, 2011) y ha escrito en varias revistas de México, España, Ecuador, Venezuela, y Estados Unidos.
Stephen King es, junto con Allan Poe, Lovecraft, Hoffmann, Tieck, von Chamisso, Quiroga y Bierce, uno de los más grandes escritores de terror, quienes han sido capaces de recrear en el lector algo tan necesario e inefable para el ser humano: el miedo. Pero, ahora, son justamente sus más fervientes lectores los que le rinden un tributo. Intentando seguir los pasos de estos genios de la literatura, vemos cómo el grupo selecto que forma esta antología, logran hacer del cuento una herramienta no solo para transmitir una historia, sino una idea, una emoción.
King ha sido aclamado por muchos, pero también ha tenido sus detractores: uno de ellos es Harold Bloom. Pero, a pesar de eso, el autor norteamericano no deja de ser reconocido como un buen escritor de terror. Dicen que el terror tiene un nombre y ese es Stephen King; mas, muchas veces se olvida que el terror ya tuvo otros nombres, quizá no tan conocidos en la actualidad por los lectores de King (que, según Bloom, son los mismos niños que leyeron antes la saga de Harry Potter y que no podrían leer a Shakespeare), como lo son Edgar Allan Poe y Lovecratf, principalmente. King ha declarado que esas son sus máximas influencias. Y qué decir, debían serlo.
“No entren al 1408″ publicado por La Biblioteca de Babel
La antología de terror cuenta con textos de autores de Argentina: Mariana Enríquez, Juan Terranova, Luciano Lamberti; de Ecuador: Eduardo Varas, Jorge Luis Cáceres, Abdón Ubidia, Solange Rodríquez Pappe; de España: Patricia Esteban Erlés, David Roas, Santiago Eximeno, Paula Lapido, Sergi Bellver, Juan Soto Ivars, Marina Perezagua; de México: Alberto Chimal, Cecilia Eudave, Antonio Ortuño, de Uruguay: Rodolfo Santullo; de Chile: Francisco Ortega; y de Cuba: Jorge Enrique Lage.
“Para los escritores participar en esta antología es como si formaras parte de una banda de metal y te invitaran a homenajear a Metallica. ”
Natalia Gelos. Revista Ñ, El Clarín.
En los autores existe algo que es común a casi todas las narraciones de terror y que H.P. Lovecraft lo había mencionado anteriormente: “La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido.” El uso de aquello que es extraño o poco conocido crea en los lectores una angustia, la misma que, posteriormente, logra generar ese miedo profundo e irreverente como solo los relatos de horror pueden hacer.
Tomando en cuenta aquello dicho por Lovecraft, hacemos una reflexión sobre los textos y su trama: una invasión zombi en Buenos Aires en La masacre del equipo de vóley de Juan Terranova, un cuento en el que unos muchachos quieren retratar lo que ocurre en un video y ven cómo los zombis atacan a una muchacha, la despedazan de un modo brutal y luego comen de su carne para poder alimentarse; también, el dilema de estar en un sueño -una pesadilla, obviamente- y buscar la manera de huir, ¿cómo escapar de aquellos miedos? Pues, fácil, despertando. En el cuento de Abdón Ubidia, La mirilla, vemos como el autor recrea ese deseo inefable de escapar a algo extraño (una pesadilla) que le causa terror y le pide a gritos que huya de él. Otro de los cuentos en los que el horror se ve expresado en su máxima expresión es el del recopilador, Jorge Luis Cáceres. En su cuento, Sonrisas, el protagonista es un criminólogo que busca respuestas acerca de un caso en el que un chico, aspirante a novelista de terror, ha desaparecido. El chico es fanático de Bill Denbrough, uno de los personajes de la novela It de Stephen King, que es calificado en dicho cuento como el mejor novelista de terror que se pueda uno imaginar. El padre del muchacho desaparecido recurre al criminólogo en busca de ayuda, pero se ha demorado mucho tiempo y cree que no está obteniendo resultados. Al final, el criminólogo, tiene un serio trauma con las sonrisas: le gusta cortar las bocas de sus víctimas para fabricarles una sonrisa artificial. Sí, el muchacho murió de esta manera y, para probarlo, el criminólogo guarda un cuadro que él mismo pintó con la expresión del chico y se lo mostrará al padre.
La calidad de los cuentos es excelente. Ray Bradbury, alguna vez, dio un consejo para aquellos que desean hacer literatura. Dijo que primero se podría comenzar con cuentos, porque no se puede uno equivocar tantas veces. Además, explicaba que una buena manera de empezar es escribiendo sobre aquellas cosas que amamos y sobre las que odiamos, o tememos. Quizás esta recomendación fue usada por muchos de los escritores de esta antología, sin saberlo. Las historias llenas de horror que vemos aquí nos demuestran que los miedos varían: no todos sentimos el mismo miedo hacia las mismas cosas o situaciones.
Hay aquí distintos puntos de vista de los miedos de cada uno. Es, quizá, la misma labor del payaso Pennywise de la novela It de Stephen King, quien encarna todos los miedos de los niños a los cuales atormenta. Cada uno de ellos posee uno distinto y eso, justamente, se ve aquí: una reunión de cuentos de terror, es decir, una reunión de miedos particulares.
Tal vez, las Versiones del lobo que nos relata Eduardo Varas y que nos describe el proceso de transformación de un licántropo de hombre a animal, y cómo la excitación sexual del hombre hace que este sea un prospecto de animal, no es algo que cause terror a alguien que sí teme a la posibilidad de que exista un ejército de muertos vivientes en Chile, que esté vigente desde la década de 1880 hasta hoy, y que, por eso, ellos no hayan perdido la Guerra del Pacífico, como sucede en Setenta y siete de Francisco Ortega.
Con casos como estos, los cuentos crean un aura de terror magnífica. El miedo a lo oculto, a lo desconocido, siempre será el factor clave para toda escritura del terror. ¿Qué puede ser más terrorífico que aquello que simplemente no podemos explicar o sobre lo que no tenemos certeza o conocimiento?