El proyecto de Ley de Cultura es un tema prioritario en la agenda de trabajo del Ministro de Cultura y Patrimonio, Guillaume Long, quien propone un debate serio y responsable sobre algunos puntos que recoge el articulado. Por ello, el jueves 4 de febrero, concedió una entrevista al periódico La Hora, donde afirmó que es una “Ley que manda la Constitución”, y la calificó de “intercultural, democrática e innovadora”, acorde a los retos del siglo XXI.

Para el Secretario de Estado la ley abre una hoja de ruta que permite la transformación democrática de la institucionalidad en el sector de la cultura. “Falta poner en pie el modelo de desconcentración del sector, ordenarlo, llenar vacíos existentes y aterrizar poco a poco las políticas públicas”, indicó Long.

“No podemos tener 24 leyes que tratan el tema cultural y artes en el Ecuador. La Ley de Cultura vigente data de 1987, con marcos constitucionales y teóricos diferentes a los desafíos actuales que encara el sector”.

También, el Ministro Long se refirió a la institucionalidad del Sistema Nacional de Cultura. “Necesitamos transformar la institucionalidad existente, la burocracia, la centralización y manejar de mejor manera, por ejemplo los repositorios de la memoria como archivos, museos y bibliotecas, por ello crearemos el Instituto de la Memoria Social que se encargará del control y la calidad de los servicios que prestan estos lugares”.

Sobre una visión más amplia del proyecto de ley, el titular de Cultura afirmó que se cubren temas como patrimonio, fomento, innovación e industrias culturales con una visión dinámica e integradora. Además, se incluyen temas de educación y formación de las artes, los derechos de seguridad social para artistas y gestores culturales. “Apostamos por una ley acorde a los desafíos del siglo XXI, -vanguardista- que se posesione en el debate global el tema del arte y la cultura y la formación de públicos”, acotó Long.

Con respecto al trámite de aprobación de la Ley, el Secretario de Estado afirmó que el Ministerio de Cultura y Patrimonio -como ente rector del Sistema Nacional de Cultura- ha aportado insumos con capacidad técnica a la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología que lleva a cargo el proceso de aprobación del articulado en la Asamblea Nacional. Además aclaró que se ha trabajado en temas complejos. “Por primera vez podemos hablar de patrimonio intangible o temas de debate mundial como el fomento a la artes donde entra la inversión pública y privada. Todos esos temas son discutidos en muchos países del mundo y que tienen que ser tratados con seriedad”.

Para finalizar la entrevista fue consultado sobre la autonomía de la Casa de la Cultura, al respecto el Ministro Long explicó que la autonomía consiste en que nadie pueda entrar a la Casa de la Cultura y decirles ustedes deben publicar ese libro o no pueden presentar esa obra. “Respetar la autonomía creativa y artista es fundamental para la libre creación, es quizás el pilar fundamental”, acotó.

EcuadorUniversitario.Com considera que a la hora de aprobar la Ley de Cultura, es preciso tener en cuenta que en el país nunca ha existido una organización coherente de la gestión cultural; escasísimos han sido los cuadros encargados de promover la cultura u organizarla. Las pocas y a la vez fugaces instituciones culturales -salvo una o dos excepciones que confirman la regla – trataban de sobrevivir en aquel medio por esencia hostil al arte. A menos, como ocurría en algunos casos, que el arte se comercializara y fuera fuente de ingresos y ganancias de empresarios sin escrúpulos.

La Ley de Cultura por aprobarse debe impulsar un potencial artístico y literario que no existe y crear condiciones para el desarrollo del movimiento cultural.

El MInisterio de Cultura debe aplicar una política cultural de la Revolución Ciudadana y, sobre todo, aplicarla con el criterio unánime de los trabajadores del sector intelectual.

La Ley de Cultura debe demostrar la unidad ideológica y política del sector intelectual alededor de la línea de pricipios del Movimiento Alianza País.

La tarea cultural hay que verla desde su base, como una rama de la producción social.

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