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Intuiciones del  viento y de sus signos

Pedro Reino - Wikipedia, la enciclopedia libre

Foto: Wikipedia 

Por: Dr. Pedro Afturo Reino Garcés     

Cronista Oficial de Ambato

 

Fiesta de la Fruta y de las Flores

 

Intuyo que estoy aquí, miles de años

Igual que  tú

Que has recogido,  ahí en tus ojos,

La música perpetua de esta tierra.

Si miras de nuevo nuestras manos

Todas son parte de tu arena.

Venimos constantes a entregarte

Las caricias intactas de los mirlos,

Porque tú estás más  lista para el vuelo

Ejercitando tus alas solidarias

En este nido hecho de aromas y campanas.

 

Intuyo  que tienes todavía

La música  del río que te baña

Y que se expande quebrándose en  murmullos

Fabricándose en ti cualquier camino

Por el secreto laberinto del deshielo

Que baja desde  mi nieve hasta tu pecho.

  

Y si eres cuerpo y eres alma

Herencia nuestra

Como son todas las heredades de las sombras,

Recuerda que estás hecha de memoria

Desde que  la tierra en tus columpios

Jugando en sus terribles movimientos,

Nos dejó dolorida nuestra historia.

Ahora tú,  renaciente  crisálida que giras

Embarcada en la rosa de los vientos,

Vuelves con las trompetas de los nardos

A predicarnos constantes desafíos.

Ven,  sigue la senda de la uvilla

Por donde el sol camina

Dejando amarillas sus pisadas.

Ven y sigue la senda de tus frutas

Y recoge los labios de la angustia

Como si fuesen tunas,

Como si fusen mínimas frutillas

Que luego el viento lleva a sus colmenas.

 

Ven, sigue la senda del durazno,

Del albaricoque arabesco con sus felpas

Y encontrarás viajando por tu vientre

Las resacas del mar Mediterráneo.

 

Intuyo que tienes en tu piel

 Cascadas hechas  risa  de esta tierra

Escritas con huracán en mis poemas.

Intuyo que me bailas con tus velos,

Con tus chalinas rojas,

Con las rosas bordadas en tus sedas,

Con los flecos del pañolón de las cosechas

Una canción que duele y que me alegra.

 

Hay meses en que  vuelves

Labrada en punto en cruz,  en surco y loma,

Juntando  tus frutos en racimos.

De pronto  tienes en tu pelo

El silencio del viento que te cae

Como un violín dormido sobre el hombro.

Intuyo  que naciste con nosotros

Con los soles despiertos en tus ojos,

Con las mazorcas intactas de la risa

Dentro del cántaro sagrado donde el viento

Fecunda la soledad en sus veranos.

Y como todos nosotros

También tú naciste bajo el árbol

Con la cobija leve

En el ala del ave que te envuelve.

 

Ahora me vienes añorando

Como una viajera antigua

 Fabricando con el pasado y el presente

Un puente de nostalgias a  mi mente.

 

Arrullada de góndolas  distantes,

Me traes tus  mariposas  insinuantes,

¿Por qué quieres grabarme tus tatuajes?

Me quedan dolidas ya mis alas

De mi memoria frágil

Y tan solo  con el peso de la sombra

Puede  volverse  polvo.

Y si esto sucede te propongo

Que  bebas al descuido y en mi nombre

Los vinos solitarios del olvido,

En las frágiles copas que ahora miras

En los cristales que saltan de  mis ojos.

 

Intuyo que el colibrí

Es quien, de improviso,  te ha dejado

Ahí en tus labios

El camino con  sus  puntos suspensivos

Para que el néctar busque

La indefinida ruta de tus viajes.

Y siendo así, con  mi intuición secreta

Tú me comprenderás en otras lenguas,

En otros idiomas,

Con las conjugaciones de otros verbos,

Que fuimos el uno para el otro

Como lo fue la leña para el fuego,

El sol para la Claudia

El membrillo para el sabor de la jalea,

La luna para tus ojos,

La rosa para tus pétalos descalzos

O el girasol para la proa de tus barcos.

 

Intuyo que tú te vas y que yo vuelvo,

Intuyo que en tu sueño estamos todos

Los que viajamos a la luz de la palabra

O con farol prestado a la luciérnaga.

 

Te traje esta caricia hecha de magia

De un golpe que se dio un hueso 

Con mi piedra.

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