Marcelo Aguilera, orador lojano, en los talleres de oratoria que imparte la Casa de la Cultura inculca a sus alumnos la importancia de conservar el castellano limpio que caracteriza al lojano.
Dicen que basta con entablar un diálogo para identificar a un lojano. Su castellano no arrastra la R ni olvida pronunciar cada una de las letras, tampoco precipita su lenguaje. Habla con pausas y su entonación es clara, a diferencia de lo que ocurre con ecuatorianos que nacieron en ciudades como Cuenca, Quito o las del centro andino, además de urbes de la región Litoral.
Félix Paladines, presidente de la Casa de la Cultura de Loja, autor del libro Identidad y Raíces, resalta esta cualidad. Califica al «habla del lojano» como emblema de su identidad. Él precisa que en la época de la colonización española, en América Latina, especialmente en el lado sur del Ecuador (donde está Loja), llegaron habitantes ibéricos de Andalucía con raíces judías.
Aquello dio origen a un mestizaje distinto al que hubo en el país. En Andalucía, la característica de su gente es la música. Por ello, Félix Paladines dice que el habla en Loja «es la exteriorización musical del alma de quienes la habitan». Ejemplifica con la pronunciación de Jamil Mahuad, otrora expresidente derrocado en 2000.
Dice que, a pesar del tortuoso año y medio en el poder, recuerda con admiración sus brillantes piezas oratorias. “Lo rescatable fue y es su hablar cadencioso, limpio, claro y directo”. Criterios similares tienen quienes recuerdan al exmandatario. Sin embargo, no es el único lojano que con su oratoria despertó interés, pues personajes ilustres de forma positiva como Benjamín Carrión están en la lista de los lojanos, porque expandieron el castellano de la urbe sureña.
La Casa de la Cultura Ecuatoriana lleva el nombre de Benjamín Carrión, aunque no por su dicción, sino por su obra literaria.
Carlos Liberman, judío expulsado de Europa y radicado en Quito, confiesa que más iba a clases por oír el buen español de Benjamín Carrión. Asegura que la dicción castiza y clara para pronunciar la lengua castellana son el más auténtico y reconocible signo de identidad de Loja, capital de la provincia del mismo nombre con 214.000 habitantes, quienes por esta condición destacan en el arte, letras y su lenguaje, al que comúnmente denominan el “habla del lojano”.
Por ello, en la ciudad mediante talleres y en las aulas de los planteles educativos promueven el desarrollo y conservación de un castellano limpio, sin modismos. Pero hay quienes piensan de manera distinta. Es el caso de Bernardo Cuenca, historiador y exdocente del colegio Bernardo Valdivieso de Loja, una de las centenarias instituciones educativas de la ciudad, quien sostiene que existe un castellano pausado, pero se mezcla con cierta terminología de origen Palta.
Este fue un grupo indígena que habitó la provincia de Loja antes de la época de la colonia. Situación que también se debate entre estudiantes lojanos, quienes en cursos buscan conservar la identidad de un lenguaje claro y con menores acentos que los registrados en las regiones Costa y Sierra ecuatoriana. Son 25 los cursos que organiza la Casa de la Cultura Núcleo de Loja cada año, a ellos asisten entre 115 y 150 estudiantes de entre 16 y 25 años de edad.
Foto: Carlos Yaguachi/Agencia Andes