Miles de quiteños y turistas recorrieron la noche del domingo 9 de agosto de 2015 los principales ejes del Centro Histórico de Quito para celebrar la Velada Libertaria del 10 de agosto de 1809 cobijados por una noche clara y la iluminación roja, verde, morada y amarilla que acrecentaba el esplendor de los edificios patrimoniales.
Ríos de ciudadanos de todas edades caminaban deleitados con las presentaciones artísticas que los sorprendían por doquier: danza, teatro, títeres, malabares, acupuntura musical y un hermoso portal de los dulces en la renovada Plaza Chica.
Si una persona llegaba desde barrios como San Juan, El Dorado o cualquier parte del norte de Quito a las 18:00 se podía encontrar con dos amables alfareras de la época en la esquina de la Mejía y Guayaquil. Ellas eran parte de los más de 25 personajes tradicionales que recordaban cómo era la vestimenta del siglo XIX.
Las intervenciones también hicieron memoria de la importancia de cada persona en la gesta libertaria, como es el caso de María Isadora Jarrín, representada por Gabriela Mena de la Fundación Quito Eterno. Isadora era una mujer trabajadora, con pocas libertades sociales y probablemente analfabeta; sin embargo ella como muchas mujeres hizo posible que el yugo español se detenga sobre el pueblo quiteño.
A cada paso las opciones para conocer esa vena política y social de la capital se multiplicaban. Cada 20 minutos ingresaban grupos de 30 personas a los patios norte y sur del Centro Cultural Metropolitano para presenciar la música de cámara que surgía desde diferentes ángulos con un juego de luces que resaltaba la arquitectura decimonónica de un edificio que fue clave para lo alcanzado ese 10 de agosto de 1809.
Saliendo del centenario centro cultural, una iluminada Iglesia de la Compañía acogía el jazz de Pristiños Band que musicalizó la presentación de títeres de Yolanda Navas y María Estrella sobre los preparativos que Manuela Cañizares organizó la víspera de la Independencia. ‘La Brava’ es una obra cómica para todo público que reflexiona sobre el poder y su manera de proceder hasta el día de hoy.
Bajando por la calle Sucre, cerca de las 20:00, se sentía la expectativa de cientos de miles de ciudadanos por ingresar a los museos, centros culturales y casas antiguas que conservan las Huellas de la Independencia. En la esquina, un titiritero animaba a su diminuto pianista mientras niños y niñas gritaban de emoción.
En el Museo Casa de Sucre, una Marquesa de Solanda muy atenta recibía a los visitantes de esta noche patriótica, que se tomaron las calles, las plazas, las iglesias, las casas patrimoniales y museos históricos, como el Museo de la Ciudad, que abrieron sus puertas en horarios extendidos y sin costo.
La noche, la peatonalización, la iluminación y las representaciones artísticas crearon una magia en el ambiente que se veía reflejada en los rostros sonrientes, y en una convivencia armónica, sin apuros, de gentes de todas las edades que con mapa en mano, recorrió los 21 puntos activados este año con presentaciones artísticas y evocaciones históricas por la Secretaría de Cultura y la Alcaldía del Distrito Metropolitano de Quito.