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Erika Pastrana, directora editorial de ‘Nature’:“Los algoritmos van a seguir sesgados por un tiempo”

Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer bajo el lema: Por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género. “Vayamos con los ojos abiertos, porque hasta que esto se corrija pasarán unos años”, advierte la directora editorial de Nature en los ámbitos de química y medicina. En esta entrevista, habla de la ética del trabajo editorial y de las discriminaciones de la inteligencia artificial. 

Erika Pastrana forma parte del equipo directivo de Nature Research. / Fundación Areces/ Alejandro Amador

Hija de asturianos y licenciada en Bioquímica en la Universidad Autónoma de Madrid, Erika Pastrana nació en Boston, EEUU, en 1978, mientras sus padres realizaban allí estudios posdoctorales. “Ambos lo hacían en el campo de la biología molecular”, informa, sonriente, en esta entrevista con SINC, a su paso por Madrid, donde ha colaborado en la organización del ciclo de conferencias y debates de la Fundación Areces sobre las Ciencias de la Vida y de la Materia.

Pastrana se ha convertido en una prestigiosa neurocientífica que, desde 2010, trabaja en el destacado conglomerado editorial Springer Nature. Actualmente, forma parte del equipo directivo de Nature Research y ejerce el cargo de directora editorial de las revistas Nature del ámbito de la química y las ciencias aplicadas (Nature Biotechnology, Nature MedicineNature Biomedical Engineering, entre otras).

La primera y emblemática Nature ha cumplido 150 años de vida. Con Pastrana dialogamos acerca de esa trayectoria, la problemática del presente en el ámbito de las publicaciones científicas y los desafíos éticos de las nuevas tecnologías.

¿Cree que las revistas son un eslabón más de la evaluación científica?

Sí. Hay varias maneras de difundir los resultados científicos y hay una forma nueva, que tiene muchísima importancia y consiste en compartir los artículos antes de ser revisados por pares (colegas), en lo que se llama preprints (preimpresos). Un investigador simplemente pone a disposición su artículo, online, para que sea visible a todo el mundo. Es un sistema muy importante para que la comunidad científica pueda conocer lo que está a punto de salir, pero quizá el problema radica en que esos trabajos no están revisados por nadie. Estas plataformas tienen algunos filtros, apenas como para asegurarse de que los investigadores siguen determinados requerimientos éticos, pero no van más allá. Las revistas, en cambio, comprueban que ese trabajo se adhiere a ciertos estándares importantes para su campo, porque se elige a expertos que van a evaluarlo basándose en su experiencia.

De eso se trataría, justamente, la revisión por pares ¿verdad?

La revisión por pares asegura que en cada trabajo estén cubiertos todos los aspectos, incluso a nivel técnico. Si dejas esto librado a lo que la gente pueda ir comentando en los artículos online es improbable que tengas a tantos expertos cubriendo las diferentes facetas. Las personas convocadas tienen que ser complementarias.

El papel del editor es muy importante, porque tenemos que mediar entre el autor y los expertos que revisan, sin intervenir, procurar un consenso y luego decidir

Por ejemplo, en un artículo que cubre una tecnología nueva para tratar el cáncer, quieres contar con alguien que entienda lo tecnológico muy bien, pero también con alguien que sea más clínico y que entienda lo que se va a aplicar a los pacientes, además de otro experto que tenga una comprensión más básica de la enfermedad. Somos los editores los que organizamos esa evaluación del trabajo.  

¿Su trabajo es, entonces, el de editora científica?

Ese era mi trabajo anterior, porque ahora hago más tareas de dirección. Los editores solemos ser científicos y leemos artículos en nuestro campo. Los artículos se revisan y se modifican teniendo en cuenta los comentarios de los especialistas. La revisión por pares suele involucrar por lo menos a tres personas; casi nunca a menos de tres.

¿Alguna vez algún autor expresó su desacuerdo con la revisión o los comentarios y desistió de publicar su artículo?

Desde luego, y por eso el papel del editor es muy importante, porque tenemos que mediar, sin intervenir, procurar un consenso y luego decidir. Los expertos suelen sacar a la luz cuestiones de procedimiento científico o que los resultados no están bien acompañados de evidencia. Hay muchos requerimientos para que todos los datos que se han usado estén disponibles al público. Los editores se aseguran, pues, de que se sigue fielmente el proceso y, en ese sentido, sí creo que las revistas tienen un papel fundamental para garantizar el acceso a la información, pero es importante todo el sistema de filtrado. Antes de publicar, los editores se aseguran de que el artículo está completo. Finalmente, los autores tienen la última palabra, y es raro que haya un desacuerdo.

En los últimos años, quizá como consecuencia de la irrupción de Internet en las comunicaciones, han surgido nuevas publicaciones y hay, además, maneras de indexar y posicionar artículos científicos que se rigen por las normas comerciales o de tráfico en la web, ¿cómo recomienda actuar en este contexto?

Es verdad que ahora hay muchas revistas fraudulentas a las que llamamos  predatory journals (periódicos depredadores). Y es cierto que hay un cambio en el sistema de pago que llevó a que este problema se acentuara: hay revistas que están en abierto para los lectores, pero en las que los autores tienen que pagar para publicar, sin ningún sistema de revisión. Esto fue un problema muy grande hace unos cinco años. Ahora hay más mecanismos de control y regulación, con organizaciones que evalúan a las revistas y, por lo tanto, los autores pueden determinar si la publicación a la que van a mandar el artículo se considera fidedigna o no. La intención es que haya más transparencia para el autor y para que esté alerta.

Cada temática tiene su época, ¿qué otros asuntos, además de la salud, destacaría de las revistas de más impacto?

Digamos que los que marcan la tendencia, entre los investigadores, vienen muy motivados por las resoluciones de las Naciones Unidas y, en particular, por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que cubren áreas amplias, como el cambio climático, la salud, la pobreza, el agua o la educación. Lo estipulado por la ONU tiene una influencia muy grande en investigación científica y hay quienes se han estado esforzando por alinear sus trabajos con estos objetivos. En materia de cambio climático nosotros lanzamos Nature Climate Change hace unos 20 años, pero, recientemente, hemos visto cómo en este campo está se abre paso la nanotecnología, incluso en la biotecnología. Algunas disciplinas están cambiando su foco para aplicarse a este problema.

Por la larga tradición discriminatoria, los datos están sesgados hacia la población blanca y masculina

Otra cosa, quizá obvia, es lo que atañe a las tecnologías, y no solo la inteligencia artificial (IA), sino también asuntos sobre cómo va a cambiar la manera en que vivimos o hacemos ciencia o atendemos a la salud. Las tecnologías basadas en la IA se van a aplicar a campos científicos y tendrán repercusiones fuertes. Llegará un momento en que las tecnologías de la IA estarán tan establecidas como Internet.

Dentro de la IA se están abriendo camino disciplinas como la filosofía ¿de qué forma se enfrenta Nature a esta nueva apertura?

Tenemos mucho interés en las ciencias sociales y la prueba es Nature Human Behaviour. El tema de la ética es central y nuestra estrategia es cubrir esto con un estilo periodístico, de alcance más amplio. Por lo demás, Nature Machine Intelligence fue una de las primeras revistas en cubrir el problema de la procedencia de los datos que se usan para entrenar estos grandes modelos.

Las tecnologías que permiten interpretar textos van a cambiar el acceso a la información científica y traducir un artículo va a ser muy fácil, por lo que las restricciones de las lenguas van a desaparecer

Hace unos años, ya la IA se usaba en Internet para hacer reconocimiento facial en aplicaciones informáticas. Las imágenes con que se entrenaba la IA estaban muy sesgadas, porque provenían de bases de datos sin ningún tipo de control sobre procedencia o copyrights o, simplemente, porque nosotros, como usuarios de Internet, estábamos dando este consentimiento sin saberlo. Esto ha generado muchísimo debate.

¿El sesgo de género es especialmente remarcable en los temas médicos?

Sí. Esta es, todavía, la realidad en la que vivimos: por la larga tradición discriminatoria, los datos están sesgados hacia la población blanca y masculina, etcétera. Es muy importante que vayamos con los ojos abiertos con respecto a esto, porque los algoritmos van a estar sesgados, y hasta que esto se vaya corrigiendo van a pasar unos años.

Relevante es también lo tiene que ver con las restricciones de los idiomas ¿por qué el inglés representa casi la única lengua de transmisión de ciencia?

Ahí soy muy optimista con la tecnología, por la manera en que están mejorando estos large language models (como el ChatGPT) y estas tecnologías que permiten interpretar textos, porque van a cambiar el acceso a la información científica. Será así, porque traducir un artículo va a ser extremadamente fácil y lo van a hacer muy bien las máquinas. Entonces, si escribes tu artículo en español o en portugués, este no se limitará a las personas que puedan leer en esas lenguas. Esas restricciones van a desaparecer.

Esto llevará también su tiempo, pero va a haber muchas más posibilidades en ambos sentidos, lo que hará tu trabajo accesible a mucha más gente. También si publicas en inglés, ese artículo se traducirá fácilmente a otros idiomas. Por lo tanto, yo creo que se va a enriquecer la lengua científica.

Finalmente, ¿este tema que la ha traído a Madrid, el de la inmunoterapia, seguirá creciendo en relevancia?

Las terapias celulares llevan desde mediados del siglo pasado siendo muy importantes para la clínica, pero recientemente ha habido avances en terapias para el cáncer, por ejemplo, con células modificadas genéticamente. A mí personalmente me interesa mucho la terapia celular porque vengo un poco de ese campo, el de biotecnología: aquí, en la Universidad Autónoma de Madrid hice la tesis sobre regeneración neuronal.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

Lluís Montoliu, vicedirector del Centro Nacional de Biotecnología:“Una de cada 16 personas con las que te cruzas a diario tiene una enfermedad rara”

Abraham Lincoln tenía síndrome de Marfan; Albert Einstein, asperger; Brad Pitt sufre de prosopagnosia y el compositor Chopin tuvo fibrosis quística; Jordi Évole, cataplexia; Goya, síndrome de Susac; y Rafa Nadal, síndrome de Müller-Weiss. Existen alrededor de unas 7.000 enfermedades raras. El investigador del CSIC Lluís Montoliu ahonda en esta problemática en el libro: “¿Por qué mi hijo tiene una enfermedad rara?”.

Lluís Montoliu, investigador del CSIC. / Foto cedida por el autor

Existe una gran variedad de trastornos y enfermedades considerados como raros, todos tienen en común que la prevalencia de cada una es baja: afectan a menos de cinco de cada 10.000 personas. Aparecen al poco de nacer. Algunas son mortales, otras no. Y aunque su gravedad varía, la mayoría no tiene ni cura ni tratamiento.

El biólogo Lluís Montoliu es investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y vicedirector del Centro Nacional de Biotecnología. Mientras investigaba cómo funcionan algunos genes del ratón, se percató de que cuando uno en concreto estaba mutado producía la pérdida de pigmentación. La falta de ese mismo gen en humanos da lugar al albinismo, una de esas miles de enfermedades raras que este científico comenzó a investigar.

En 2007, su laboratorio se incorporó al Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER), del Instituto de Salud Carlos III, integrado por entre 60 y 70 grupos de investigación de todo el Estado, con el que han impulsado la investigación de estas patologías. Acaba de publicar “¿Por qué mi hijo tiene una enfermedad rara?” (Ed. Next Door Publishers, 2023).

‘¿Por qué mi hijo tiene una enfermedad rara?’ debe ser la pregunta que más se hacen los padres de niños con alguna de estas patologías congénitas.

Así es. Cuando comencé a investigar en albinismo, muchas familias acudían a mí para entender qué les pasaba a sus hijos. Los médicos no suelen tener todo el tiempo necesario para dedicárselo a las familias y resolver sus dudas. Y aunque no es habitual que un investigador básico hable con los padres, asumimos ese rol. Con el tiempo me percaté de que las preguntas se repetían y que las familias necesitaban saber por qué a ellas les había tocado un hijo así; si tenían la culpa o hubieran podido hacer alguna cosa para evitarlo. Eso me dio la idea de agrupar todas las conversaciones de forma ordenada para que pudiera servirle a todas aquellas personas que tengan que enfrentarse a un diagnóstico de enfermedad rara.  De ahí nació el libro.

El término enfermedad minoritaria transmite la idea de que son pocas las personas que la padecen. Y, sin embargo, se estima que hay unos cuatro millones de individuos solo en España diagnosticados con una.

Parece una paradoja, ¿verdad? La mayoría de las enfermedades minoritarias o raras afectan a muy poca gente, pero hay muchas enfermedades raras, miles, posiblemente tantas como genes tenemos, y globalmente, afectan a un número elevado de personas. De hecho, es bastante frecuente tener a alguien cercano con una, aunque es probable que no lo sepamos: una de cada 16 personas con las que te cruzas a diario en la calle tiene una. Afortunadamente, no todas son igual de graves ni causan la misma discapacidad; tampoco son igual de visibles. Eso sí, la mayoría debutan en la infancia, durante los primeros años de vida, por lo que resulta crucial que haya un diagnóstico temprano para poder comenzar a aplicar tratamientos específicos, en el caso de que los haya, o sintomáticos para mejorar su calidad de vida y la de sus familias.

La mayoría debutan en la infancia, durante los primeros años de vida, por lo que resulta crucial que haya un diagnóstico temprano

La prueba del talón que se realiza a los recién nacidos durante las primeras 48 o 72 horas de vida tras el nacimiento, ¿es una prueba de detección precoz?

Detecta enfermedades metabólicas congénitas con el objetivo de que el bebé reciba un diagnóstico temprano que permita que inicie un tratamiento para reducir las posibles complicaciones. Existe una enfermedad llamada fenilcetonuria, un error congénito poco frecuente del metabolismo de los aminoácidos que se caracteriza por un aumento de fenilamina y niveles bajos o ausencia de la enzima fenilalanina hidroxilasa. Si se detecta de forma precoz, se puede poner una dieta específica al bebé y evitar así que desarrolle algunas de las consecuencias graves de la enfermedad, como discapacidad intelectual.

Lluís Montoliu en el CNB / Foto cedida por el autor

Lluís Montoliu en el CNB / Foto cedida por el autor

¿Por qué las asociaciones de pacientes desempeñan un rol fundamental en estas dolencias?

Primero, les permite a las familias sentirse acompañadas. A veces incluso no existe aún una asociación de pacientes de una enfermedad minoritaria concreta, y dos o más familias coinciden en la consulta de un médico, hablan, y acaban montándola. En segundo lugar, son cruciales para fomentar la investigación. Cuando los científicos pedimos financiación para llevar a cabo estudios, es crucial incluir una carta de la asociación de pacientes pidiendo apoyo. También para las familias es importante que nosotros estudiemos las enfermedades de sus hijos. Cuando van a las administraciones locales, autonómicas o estatales pidiendo ayudas, es diferente si adjuntan una carta de un equipo de investigadores que llevan años estudiándola y les dan apoyo. Esta relación entre las asociaciones de pacientes y los investigadores ha dinamizado mucho el campo de las enfermedades raras.

La relación entre las asociaciones de pacientes y los investigadores ha dinamizado mucho el campo de las enfermedades raras

En el libro defiende que probablemente hay tantas enfermedades minoritarias como genes tenemos, aunque no todas conllevan la misma gravedad.

Portada del libro “¿Por qué mi hijo tiene una enfermedad rara?. / Next Door Publishers

Portada del libro “¿Por qué mi hijo tiene una enfermedad rara?. / Next Door Publishers

Así es. Tomemos por caso el albinismo, que es la enfermedad rara que yo investigo. No es una sola, sino que hay 22 tipos distintos. Algunos son extremadamente graves y requieren un trasplante de pulmón, y la persona tiene un riesgo elevado de morir. Otros hacen que cuando el niño tiene 2 o 3 años, necesite un trasplante de médula para sobrevivir. En cambio, hay otros tipos que presentan problemas de visión —son ciegos legalmente—, necesitan protegerse mucho del sol para no quemarse, pero llevan una vida relativamente normal. Sus familias se lo toman bien y no les importa que su segundo hijo también nazca con esta alteración. En cambio, otras se agobian mucho y hacen lo imposible para que a los siguientes hijos no les pase.  No todas las familias responden de la misma forma.

Sorprende que no todas quieran evitar a futuros hijos tener una dolencia evitable.

La primera vez que escuché a una familia defender que estaba encantada de que su hijo tuviera albinismo y que no les importaba que el siguiente también pudiera estar enfermo, yo también me quedé sorprendido. Pero después aprendí a integrarlo dentro de la esfera personal de decisiones. Cuando hablo de diagnóstico genético para asociaciones de pacientes, por ejemplo, tengo que ir con pies de plomo. En alguna ocasión alguna persona se me ha acercado para decirme que, si sus padres hubieran tomado la decisión de seleccionar otro embrión, y no a él porque era portador de una enfermedad rara, no hubiera nacido.

La primera vez que escuché a una familia defender que estaba encantada de que su hijo tuviera albinismo y que no les importaba que el siguiente también pudiera estar enfermo, yo también me quedé sorprendido

La activista Greta Thunberg, que tiene asperger, también defiende que es una manera de entender el mundo.

Las enfermedades que ponemos ahora bajo el paraguas de trastornos del espectro autista son muchas y de muy baja frecuencia. El autismo no es raro, es mucho más frecuente de lo que parece, pero cada una de las condiciones genéticas asociadas a TEA sí que son raras. No todas están causadas por el mismo gen ni se manifiestan a la misma edad ni con la misma intensidad. Por eso es importante el diagnóstico temprano, sobre todo en las alteraciones del desarrollo del sistema nervioso. Con una atención temprana es posible estimular al niño y que tenga una vida lo más normal posible.

¿Se puede evitar que nazcan niños con enfermedades raras?

Existe una enorme heterogeneidad en estas enfermedades, de las que se calcula que hay entre 6.000 y 8.000. Si tenemos sospechas, porque en nuestra familia ha habido problemas anteriormente, se puede realizar un estudio genético previo. En España, a diferencia de en otros países, lo tiene que encargar un médico y los resultados los tiene que recibir también un médico que interpreta los resultados. Y eso es importante, porque hay que saber descifrar las mutaciones. Por ejemplo, de cada gen tenemos dos copias, la que heredamos por una parte del padre y por otra de la madre; mientras una de ellas funcione, no desarrollarás enfermedad y ni tan siquiera te enterarás de que eres portador. Solo en las enfermedades dominantes se necesita una sola copia para que asome la enfermedad, como en la de Huntington.

Existe una enorme heterogeneidad en estas enfermedades, de las que se calcula que hay entre 6.000 y 8.000

¿Debemos conocer si somos portadores entonces?

Es importante que te expliquen que si eres portadora de una mutación asociada al cáncer de colon no quiere decir que vayas a desarrollarlo. No todas las personas que tienen esa variación acaban enfermando, como tampoco todo el mundo que no la tiene estará libre. Toda esta incertidumbre es difícil de transmitir y se tiene que hacer bien. Son pocos los casos de mutaciones en genes que acaban en un 100 % de enfermedad. La genética no lo explica todo, la interacción con el medio es igual de importante. Aunque es muy difícil investigar las enfermedades raras, las familias necesitan que haya alguien que se dediquen a hacerlo para intentar revertir la situación.

Si tras el estudio genético del embrión, se descubre que tiene mutaciones que pueden dar lugar a una enfermedad rara, ¿los padres pueden decidir no implantarlo?

El diagnóstico genético preimplantacional permite descubrir enfermedades y decidir si se implanta o no un embrión. Pero es una decisión que toma la Comisión Nacional de Reproducción Humana. El médico hace una solicitud y la Comisión la estudia. Ya hay una serie de dolencias para las que está aprobada, como las mitocondriales, que afectan a células musculares y nerviosas y que, si se pueden evitar, se ha de hacer. Ahora bien, en otros casos, por ejemplo, en el de una miopía galopante, se debería justificar muy, muy bien por qué es una enfermedad que hace falta evitar. Generaría debate seguro, porque si dices que sí a evitar la miopía, por qué no a escoger el color del pelo.

Hay personas que han hecho contribuciones muy importantes en la historia de la música, de la cultura, de la ciencia, de la política y que convivían con alguna enfermedad de este tipo

¿Cuáles son los límites?

Tienen que estar claros. Se determina que es una enfermedad grave que hay que evitar o si es una enfermedad que genera una situación con la que se puede convivir. En el caso de la acondroplasia, por ejemplo, una persona que la tenga no está enferma, tiene una estatura baja. Si sabes de antemano que tu hijo nacerá con esta alteración, ¿le tienes que impedir la vida? Es tu decisión elegir si quieres implantarte un embrión o no, pero la decisión de eliminarlo la toma el médico asesorado por la Comisión.

Lluís Montoliu, vicedirector del Centro Nacional de Biotecnología. / Foto cedida por el autor

Lluís Montoliu, vicedirector del Centro Nacional de Biotecnología. / Foto cedida por el autor

¿Hay alteraciones que tienen valoraciones subjetivas?

Hay personas que han hecho contribuciones muy importantes en la historia de la música, de la cultura, de la ciencia, de la política y que convivían con alguna enfermedad de este tipo. Quizás parte esencial de las obras que hicieron son fruto de ellas. Por ejemplo, el músico Maurice Ravel, que compuso el famoso bolero de Ravel, tenía una enfermedad neurológica que, probablemente, propició la utilización de la popular repetición de estrofas musicales. Decidir qué es estar enfermo y qué sano es a veces subjetivo.

¿Qué tipo de información deben recibir las familias?

Esa es la clave, es crucial que haya una buena transmisión de información a la familia por parte del médico. Los padres tienen que entender muy bien qué es, pongamos por caso, tener a un niño con una neurodegeneración del sistema nervioso grave. A veces las familias creen que es algo que podrán sobrellevar y después se percatan de que es más complicado. Por tanto, hay que transmitir la información, y ponerlos en contacto con otras familias, que podrán compartir sus experiencias. A partir de aquí, con toda la información, que la familia tome la decisión que considere dentro de la ley.

Hay que transmitir la información, y ponerlos en contacto con otras familias, que podrán compartir sus experiencias

Cuenta en el libro que una de las preguntas que suelen hacerle los padres es si ellos tienen la culpa de que sus hijos tengan una enfermedad rara.

Nadie tiene la culpa. Y esto es algo en lo que les insisto mucho: la familia no hubiera podido hacer nada para evitar aquella enfermedad que viene predeterminada por los genes.

También explica que hay personas que tienen mutaciones que normalmente darían lugar a enfermedad y que, sin embargo, están sanas.

Es un descubrimiento reciente que están cambiando el paradigma de abordaje de las enfermedades raras. Seguramente, esas personas tienen alguna alteración más que evita que la enfermedad se manifieste. Hasta ahora lo que habíamos hecho era estudiar a los individuos diagnosticados con la enfermedad, pero estos resultados comienzan a apuntar que tal vez deberíamos revisar a las personas sanas y preguntarnos por qué lo están. Algunas no tienen mutaciones, pero puede que haya un pequeño porcentaje que estén sanas porque han logrado una combinación genética determinada que compensa una mutación que al resto nos produciría una enfermedad. Si descubrimos cómo logran superar la enfermedad, podríamos utilizarlo para ayudar a las personas enfermas.

Es lo que persigue el proyecto Resiliencia.

Así es, surgió por pura serendipia científica. De forma inesperada se empezaron a secuenciar genomas de miles de personas para realizar diversos estudios y encontraron que había individuos con mutaciones que en teoría deberían ser mortales o provocarles una enfermedad grave; en cambio, esas personas estaban vivas y sanas. ¿Cómo podía ser?

Posteriormente, otros estudios dentro de este proyecto han incluido a familias que tienen a distintos miembros que también deberían estar afectados por una enfermedad grave, pero tienen otra mutación en otro gen que supera o bloquea el efecto negativo de la primera mutación. Esto es muy importante, porque si sabes que hay personas con esa mutación que desarrollarán la enfermedad y que, si bloqueas otro gen, puedes impedir su desarrollo, se puede intentar corregir un gen mutado y hacer que la mutación del primer gen no se manifieste. Es un cambio de paradigma.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

Andreu Escrivá, ambientólogo e investigador en ecología: «Queremos una disminución drástica de emisiones, especialmente entre las clases altas y países ricos»

La economía no llegará al 2050 neutra en carbono si esperamos al año anterior para comenzar a reducir los gases de efecto invernadero. «Hay que contar con un plan rápido, no basado en compensaciones sino en reducción de emisiones, especialmente entre las clases más altas y por parte de los países más ricos», sostiene el autor de Contra la sostenibilidad. El libro pone en cuestión las etiquetas y aboga por dejar de postergar las soluciones ambientales.
 

Andreu Escrivá sostiene que la transición ecológica debería buscar un cambio en nuestra forma de estar en el planeta, tanto a escala colectiva como individual. / Kike Taberne

¿Quién iba a imaginar las “posibilidades publicitarias” de la palabra ‘sostenibilidad’, hace treinta años?, se pregunta el ambientólogo valenciano Andreu Escrivá, al recordar que, en 1996, el activista norteamericano Bill MacKibben le auguró un corto recorrido a un término “pegadizo sin pegada”. Aquello había empezado a nombrarse en los años 80 y la ONU lo “fijó” en su definición de “desarrollo sostenible”, en 1987, cuando ya se escuchaban debates sobre los límites del crecimiento.

En todo este tiempo, y con más énfasis discursivo desde la firma del Protocolo de Kioto, en 1997, la humanidad ha estado luchando contra el cambio climático, intentando frenar el calentamiento de la atmósfera, a través de la reducción de gases de efecto invernadero. Hoy, sin embargo, “nos encontramos más lejos que hace una década de los objetivos marcados, y a la vez más cerca de superar diversos puntos de inflexión planetarios, si no lo hemos hecho ya ¿Cómo puede ser?”, se pregunta el autor de Contra la sostenibilidad, publicado recientemente, en español, por Arpa Editores, y que acaba de salir en versión catalana, por Sembra Llibres.

El libro llama la atención desde su título por posicionarse, aparentemente, contra todo lo que la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático han establecido como hoja de ruta para ciudadanos concienciados. Por supuesto, se trata de una provocación que pretende volver a dotar de significado las acciones impostergables, que en ocasiones se han vuelto nombres sin contenido.

Interesante arrancar la obra con una cita de la filósofa Marina Garcés afirmando que no hay salvación. ¿Fue este el concepto que le impulsó a escribir contra todo lo que suena moralmente bueno?

Hay que asumir que no hay un botón mágico que nos lleve a la salvación. Ahora hay que luchar entre todas y todos por un futuro distinto, deseable, justo, humano, próspero, pero, sobre todo, alejarnos de esa idea de que llegaremos a una especie de destino o de meta fantástica en la que ya todo está bien y que no hay que preocuparse de nada más, que es un poco lo que viene a representar las sostenibilidad.

¿Lo asocia con el acto de procrastinar y dejar para después lo que podemos hacer ahora?

Es fundamental que entendamos que no podemos aplazar las fechas clave, no podemos desplazarlas a 30 o 50 años. En el libro propongo que nos imaginemos que tenemos un amigo que nos dice que va a dejar de fumar, pero que lo hará el 18 de enero de 2043, de aquí a 20 años. Pues, en algunas soluciones al cambio climático, sobre todo en lo que concierne a los planes de neutralidad climática, estamos haciendo eso: es decir, estamos emitiendo ahora toneladas de gases de efecto invernadero. No tiene ningún sentido, la salvación no va a suceder así. O sea que deberíamos ponernos a reducir emisiones lo más rápido posible, más que a tratar de compensarlas de malas formas.

Es fundamental que entendamos que no podemos aplazar las fechas clave, no podemos desplazarlas a 30 o 50 años

¿A qué ser refiere con ‘malas formas’?

Me refiero, por ejemplo, a los esquemas de plantación de árboles de los mercados de carbono, que funcionan bastante mal. En un artículo de investigación reciente en The Guardian leíamos que las compensaciones de carbono de la selva tropical de la mayor certificadora carecen de valor, apenas el 10 % había tenido algún impacto positivo, porque muchas de las replantaciones se habían secado, o incluso empeorado el territorio.

Portada de la edición en español del libro de Andreu Escrivá, publicado por la editorial Arpa.

¿La expresión clave de esa postergación sería, pues, Net Zero o neutralidad climática?

Lo que toca es situar el debate y la acción en el ahora. La procrastinación es la neutralidad climática. Asumo que, publicitariamente, la expresión es una maravilla, pero, claro, lo que está permitiendo a los que la abordan es vender objetivos de 2050, pero ponerse la medallita de que cumplen en 2023. La neutralidad climática suena muy bien: la han adaptado gobiernos y empresas, haciendo un esquema que yo creo que tenemos que abandonar. Y genera este espejismo de que con llegar ahí ya alcanza.

No llegarás al 2050 porque el año anterior te has puesto a descarbonizar. Hoy tienes que contar con un plan claro, no basado en compensaciones, sino en reducción de emisiones para disminuir tu huella ambiental. Queremos una disminución drástica de emisiones, especialmente entre las clases más altas y por parte de los países más ricos. No hace falta tanta etiqueta. Si en algún momento vamos muy bien, en ese momento compensaremos.

Además, una cosa son las emisiones y otra, la concentración de CO2, y aunque las emisiones bajen y se igualen a la absorción, la concentración va a mantenerse. Por lo demás, no están bajando, aunque parece que ahora estamos entrando en una pequeña meseta (o estancamiento), pero lo que necesitamos es que bajen mucho y muy rápido.

Hay mucho que salvar y por eso tenemos que redoblar los esfuerzos

¿Cómo se conjuga lo de «no dejar esto para mañana, porque es una urgencia» y, a la vez, estar en contra del catastrofismo?

Creo que se puede ser realista y contemplar la catástrofe. Se puede dar la voz de alarma sin ser alarmista en el sentido peyorativo del término. Yo escribo para que la gente reflexione y provocar cambios, pero intento dar herramientas. Sin embargo, creo que hay un determinado tipo de divulgación relativa al cambio climático, hecha fundamentalmente por hombres, que habla mucho de una catástrofe inevitable, contra la cual no podemos hacer nada y que conduce a la inacción, o a que la gente caiga en la desesperación o en la ecoansiedad. En realidad, hay mucho que salvar y por eso tenemos que redoblar los esfuerzos.

Escribe que no hay nada de la vida actual que deba ‘sostenerse’ ¿Qué palabra usaría en lugar de sostenibilidad?

Debería ser una palabra que no pueda ser cooptada por el sistema capitalista. No debe poder mercantilizarse, ni algo que pueda transformarse en un adjetivo para adherir en un coche, en una chaqueta, en un mueble o en un brick de leche. Tiene que decir otra cosa: el núcleo de lo que tiene que designar es un bienestar común, compartido, planificado y justo. No es bueno dejar sin planificación todo esto. Lo que discuto, a partir del decrecimiento, es que se podrían mencionar otros conceptos como el de prosperidad humana sin crecimiento, o postcrecimiento, o buen vivir. Esto significa desligar el crecimiento del bienestar.

Argumenta que la sostenibilidad real es irreconciliable con las estrategias de la sostenibilidad empresarial.

Hay que tener claro que vamos a seguir haciendo cosas insostenibles y no en un mal sentido. Un viaje en avión nunca va a poder ser sostenible en lo profundo, pero va a haber que seguir utilizando aviones, aunque solo sea, como ahora, para enviar bomberos a Turquía. Aquí, la cuestión fundamental es la planificación y poder priorizar recursos.

Sobre el decrecimiento, se podrían mencionar otros conceptos como el de prosperidad humana sin crecimiento, o postcrecimiento, o buen vivir

Algunos responsables de sostenibilidad de grandes empresas saben que no tiene sentido hablar de sostenibilidad en determinados ambientes. Si un banco invierte 46 mil millones de euros, en cinco años, en combustibles fósiles, da igual que recicle el plástico de las tarjetas de crédito o que calcule la huella de carbono o que instale placas solares en sus sedes. Todas las empresas funcionan dentro de un marco capitalista que es inherentemente insostenible. Esto no quiere decir que todas las empresas lo hagan mal, porque hay experiencias de empresas que están cambiando realmente desde dentro. Pero muchas de las que lo están proclamando no están cambiando su modelo de negocio, basado en productos insostenibles. 

Imagine que discute con alguien de una gran empresa energética, que le explica que, con los rendimientos de los combustibles fósiles, ellos invierten en investigación de nuevos combustibles verdes ¿Qué le diría?

No hacen falta los rendimientos extraordinarios de los combustibles fósiles para investigar. Las empresas podrían dedicarse a hacer estudios y, de hecho, las hay que únicamente exploran en combustibles renovables o en biocombustibles de última generación. Entonces, lo otro son subterfugios para hacer este lavado verde de cara. Veamos: ¿qué porcentaje representan esos proyectos piloto en los departamentos de I+D+i respecto al total de su negocio?

Se trata de fracciones muy pequeñas de empresas, que este año justamente están anunciando los mayores beneficios de su historia. Estamos frente a la absoluta desigualdad de que las empresas hiperricas se están enriqueciendo aun más, a costa de todas y todos, cuando tienen una responsabilidad gravísima, porque han ocultado información que conocían de primera mano sobre lo que ocasionaba el cambio climático (como vemos en las noticias sobre el caso de Exxon).

Estamos frente a la absoluta desigualdad de que las empresas hiperricas se están enriqueciendo aun más, a costa de todas y todos

¿Cuál sería la forma de actuar antes esta situación?

Investigar en combustibles renovables está muy bien, pero antes tienen que abandonar, sí o sí, el modelo del negocio fósil. Además, tenemos que ir a denegar permisos de extracción y, sobre todo, hacer que esas empresas no sean atractivas para los inversores. De otro modo, van a continuar en ese negocio que consiste, básicamente, en calentar el planeta.

Portada de la edición en catalán del libro de Andreu Escrivá, publicado por Sembra Llibres.

¿Por qué escribir en ‘contra’ del reciclaje y de la economía circular?

Como todo en el libro, evidentemente no estoy en contra del del reciclaje, sino de la idea de que lo soluciona todo. Estoy en contra, sí, de ese mantra que dice que con ello se acaba el problema de residuos.

El reciclaje es caro energéticamente, no evita tener que usar materiales frescos y, de hecho, hablando de economía circular, hay que saber que el 90 % de los materiales que gastamos en el mundo provienen de extracción directa y solo el 10 % se recircula. Es una quimera hablar de economía circular. Además, el problema fundamental es que la economía circular no impugna el modelo de negocio actual. Lo importante es usar menos. La economía debe reducir su esfera material y de uso de energía.

¿Cuestiona la noción de ‘transición’ porque remite a algo que va a suceder más adelante?

Por empezar, porque se refiere solamente a la energética. La transición ecológica abarca muchísimas cosas, desde cuestiones económicas o sociales, jurídicas, patrimoniales, culturales y de biodiversidad, entre otras. Nos estamos centrando mucho la transición energética y dentro de esta, simplemente en el cambio de enchufe, es decir, el de combustibles fósiles por el de renovables. Esto es imprescindible y urgente, pero no es lo único, con lo cual, digo: ‘vamos a centrarnos, vamos a evitar este túnel de carbono y luego vamos a asumir que la transición ecológica no es una especie de destino donde todo está bien’. La transición ecológica nos conmina a pensar adónde queremos ir. La sostenibilidad, por tanto, es incompatible con la transición ecológica, porque no hay nada que sostener del sistema actual. La transición ecológica debería buscar ese cambio de modelo y nuestra forma de estar en el planeta, tanto a nivel colectivo como individual.

Es una quimera hablar de economía circular

¿Hay alguna palabra que no sea un eufemismo en este territorio?

Desgraciadamente, la mayor parte de las palabras del campo semántico de la sostenibilidad han devenido en meras etiquetas que se utilizan en marketing institucional, empresarial, político o de consumo. Esto no quiere decir que no haya muchas personas que, usando estas palabras de paraguas, estén haciendo cosas muy valiosas. Hablo de gente que en el marco de la economía circular o los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) emprenden acciones positivas. Sin embargo, el problema que tenemos como sociedad es que hemos banalizado estas palabras, les hemos quitado el significado. Y ahora leemos en el suplemento económico que una empresa que fabrica coches se ha apuntado a la economía circular, porque recupera trozos de plástico de los automóviles y con eso hace canchas de baloncesto. Necesitamos buscar palabras más simples.

¿Opondría el término crecimiento a bienestar, o a decrecimiento?

No opondría bienestar a crecimiento. Diría que no tienen que ir necesariamente por caminos paralelos. Es decir, el crecimiento no necesariamente nos trae más bienestar. Ha habido momentos históricos en los que un aumento de crecimiento ha derivado en un mayor bienestar en la ciudadanía, pero ese bienestar se ha conseguido mediante políticas redistributivas.

Tampoco quiere oponer el ‘nosotros’ a la naturaleza porque “somos la naturaleza”, ¿Contempla un trato más amable hacia eso que somos?

La cuestión pasa por no tener una relación dicotómica con la naturaleza, por lo que necesitamos encontrar otro tipo de relación con ella. Abogo por una concepción completamente distinta, no utilitarista, basada también en el conocimiento y en la admiración, más allá de lo puramente productivo. No hay economía en un planeta muerto.

El núcleo de lo que tiene que designar la sostenibilidad es un bienestar común, planificado y justo

Afirma que queda mucho más por salvar que lo que está perdido…

Vamos a poner por caso: ya tenemos un aumento del nivel del mar que es seguro. Podemos eludir dos, tres o cuatro metros de subida. Estamos a tiempo de frenar. Sucede con las temperaturas: en España hemos superado ya 1,7 ºC de incremento, con respecto a los valores anteriores a que se iniciara el calentamiento global, pero todavía podemos evitar muchos más 1,7 ºC.

Hay muchas cosas que pueden cambiar para bien y podemos aprovechar los cambios estructurales que tenemos que hacer por el clima para mejorar nuestra salud y nuestro modo de vida. Por ejemplo, la semana laboral de cuatro días es una buena herramienta climática para desplazarnos menos e ir más lentos. Porque, al final, la velocidad es un motor de insostenibilidad. No tendría sentido que ahora dijéramos que ya está todo perdido porque hemos perdido algo.

Fuente: SINC
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Jairo Rivera habla sobre su investigación en torno a la malnutrición infantil

El reciente libro de Jairo Rivera, Malnutrición infantil en Ecuador. Progresos y desafíos, presenta cifras preocupantes acerca de esta realidad en el país, así como propuestas para establecer políticas públicas.

La obra ha sido editada por la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador y la Corporación Editora Nacional.

A propósito de este trabajo, presentamos una entrevista con el autor, quien se desempeña como docente del Área Académica de Gestión y coordinador de la Casa Andina -centro de escritura- de esta Universidad.

¿Qué se entiende por malnutrición infantil?

La malnutrición infantil es un problema social, por lo que su erradicación debe ser un compromiso social y político a nivel mundial. Tiene repercusiones en el desarrollo infantil. Ocasiona un 45 por ciento de las muertes de niños menores de 5 años. Además, constituye una transgresión al derecho humano de tener un nivel de vida adecuado, en especial, la alimentación; y afecta directamente el desarrollo del potencial de los menores.

¿Cómo determinar cuando existe una malnutrición en los infantes?

La malnutrición está conformada por la desnutrición y el sobrepeso. La desnutrición se puede presentar en forma de retraso del crecimiento para la edad o desnutrición crónica, bajo peso para la talla o desnutrición aguda, bajo peso para la edad o desnutrición global, limitación en el crecimiento fetal, y deficiencias de vitaminas y minerales esenciales.

El sobrepeso se presenta en forma de peso elevado para la estatura, y se genera cuando hay una ingesta de calorías que excede al gasto energético. Tanto la desnutrición como el sobrepeso y la deficiencia de micronutrientes pueden estar presentes al mismo tiempo; significa, entonces, que una persona puede sufrir de manera concurrente varios tipos de malnutrición.

La forma de medición de la malnutrición infantil es mediante el uso de los patrones de crecimiento infantil de la Organización Mundial de la Salud.

¿Qué factores socioeconómicos inciden para que existan altos índices de malnutrición infantil?

La malnutrición infantil es causada por factores multidimensionales que se relacionan con elementos del niño, de su hogar y de la comunidad en general. No se debe entender la malnutrición infantil solamente como el resultado de problemas singulares, sino más bien se asocia con determinantes sociales.

Los factores inmediatos son aquellas causas individuales ligadas al consumo de alimentos de forma inadecuada, poca diversidad de la dieta, y enfermedades; y, en relación con el sobrepeso se asocian con el consumo de alimentos con alta densidad calórica y falta de actividad física.

Por su lado, los factores subyacentes en temas de desnutrición están relacionados con causas del hogar como el acceso deficiente a alimentos, pobreza, falta de seguridad y soberanía alimentaria, prácticas inadecuadas de atención y cuidado materno-infantil, y falta de acceso a servicios básicos y a un ambiente saludable.

Adicionalmente, el sobrepeso se relaciona con la presencia de un ambiente favorable hacia el consumo de alimentos procesados, donde influye el precio, tiempo de preparación, y la publicidad; además, de una inadecuada educación en nutrición, salud y cultura alimentaria tradicional; y sedentarismo. Los factores básicos son comunes para la desnutrición y el sobrepeso; se refieren a las problemáticas estructurales presentes en el contexto social, económico, político, en un esquema de globalización e industrialización, con cambios tecnológicos y culturales que inciden en la malnutrición infantil.

¿Qué consecuencias tiene la malnutrición para su desarrollo?

La malnutrición infantil afecta el desarrollo de capacidades en las personas. Las consecuencias pueden ser de corto, mediano, y largo plazo, mayoritariamente de forma irreversible, afectando su potencial como ser humano.

En el corto plazo, aumenta la mortalidad, morbilidad, y discapacidad. En el mediano plazo, perturba el desarrollo cognitivo, motor y socioemocional. En el largo plazo, los niños presentan afectaciones a la capacidad intelectual, la productividad económica, el rendimiento reproductivo y metabólico; es decir, incluso, pueden extenderse no solo a la vida adulta, sino también a las generaciones.

El sobrepeso infantil en el corto plazo afecta al estado de salud de los menores con complicaciones gastrointestinales, musculoesqueléticas y ortopédicas. En el mediano plazo, manteniendo la obesidad en la adolescencia y sus efectos en la salud; en el largo plazo, afecta la obesidad en la vida adulta, incrementando la probabilidad de sufrir diabetes y enfermedades crónicas que, si bien son no transmisibles biológicamente, sí lo son socialmente.

¿Qué consecuencias sociales acarrea una malnutrición en los infantes?

Las consecuencias de la malnutrición en los infantes son graves y no se mantienen en lo individual, sino que se trasladan a su familia, sociedad y Estado, en forma de menor desarrollo social y económico de sus habitantes.

Se ha encontrado en la literatura que la inversión en nutrición durante la primera infancia es la más rentable, ya que fomenta el progreso integral de las personas, potenciando sus procesos de aprendizaje y favoreciendo la disminución de las brechas sociales.

El valor presente neto de las inversiones en nutrición es alentador, lo que significa que los recursos destinados a programas de nutrición no solo se recuperan en el tiempo, sino que benefician a la sociedad. Los costos económicos de la malnutrición se estiman en varios miles de millones de dólares al año en el PIB. La limitación en el desarrollo producida por la malnutrición infantil hace que sea muy costosa la inacción por las pérdidas que ocasiona en el tiempo. Por lo tanto, es un problema que se debe combatir de raíz.

En tu libro analizas la situación en Chimborazo, Santa Elena y también del resto del país. ¿Qué factores hay en común en estas ciudades en cuando a la malnutrición infantil?

El nivel de malnutrición infantil en Ecuador es muy preocupante. Por una parte, la desnutrición crónica infantil presenta niveles que superan el doble del promedio de América Latina y el Caribe, y una tendencia de estancamiento, con limitada reducción. Al mismo tiempo, el sobrepeso infantil en Ecuador supera el promedio regional con una tendencia ascendente.

Dentro del país, los niveles de desnutrición y sobrepeso son heterogéneos y se han expandido por toda la población, con distintas prevalencias por región, provincia, área, niveles de pobreza, sexo, etnia, acceso a agua, entre otros temas. Con ello, a nivel nacional, la desnutrición tiene mayor prevalencia en la región amazónica y en la Sierra, dentro del área rural, en aquellos que sufren pobreza, en los hombres y en la etnia indígena; y, el sobrepeso es superior en la región insular y la Sierra, en el área urbana.

En cuanto a las dos provincias de caso analizadas en el documento, existen algunas similitudes y diferencias. Por un lado, en Chimborazo, la desnutrición crónica se agrava en el área rural, en los hogares que padecen pobreza, y en la etnia indígena; el sobrepeso tiene mayores afectaciones a las personas de menores ingresos y rurales.

En Santa Elena, la desnutrición crónica se asocia con infantes de hogares rurales con presencia de pobreza, y etnia no mestiza; y, el sobrepeso se halla asociado con hogares urbanos, no pobres, en mujeres, y no mestizos.

Los perfiles analizados denotan que la desnutrición se asocia con la ruralidad en Ecuador, Chimborazo y Santa Elena; mientras que el sobrepeso se relaciona con el área urbana a nivel nacional y en Santa Elena, pero no en Chimborazo. A su vez, el ritmo de reducción de la desnutrición o aumento del sobrepeso es particular de cada territorio. Esto nos indica que existe una pluralidad de constructos sociales en referencia a la malnutrición infantil, con lo cual no hay patrones predefinidos en sus prevalencias, sino que dependen del contexto y sus características. Con ello, la creación de programas estandarizados para combatir la malnutrición, con poca o nula flexibilidad en territorio, tienen limitadas opciones de atender realidades diversas.

Hablas de políticas públicas. ¿Cuáles son las acciones más urgentes que requiere el país?

El país requiere cinco acciones prioritarias. Primero, debe poner en práctica la estrategia nacional intersectorial en contra de la desnutrición crónica infantil, sin olvidarse del combate al sobrepeso infantil. Para ello, es esencial una política de Estado que sea sostenible en el tiempo, donde incorpore los aprendizajes de nuestra experiencia, las mejores prácticas internacionales y las políticas públicas con evidencia.

Segundo, esta política necesita el apoyo de toda la sociedad, en donde participen todos sus miembros en el diseño, implementación y evaluación de los programas, a través del sector público, sector privado, organizaciones de la sociedad civil, academia y la comunidad. En este camino, resulta central incorporar y comprender al territorio, su contexto, sus particularidades.

Tercero, desde una lógica de gobernanza nutricional, es fundamental que se mejore la articulación horizontal, entre los distintos ministerios y organismos públicos asociados con la política social, y la articulación vertical, entre el gobierno central y los gobiernos locales; esto permitirá que se tenga como prioridad el combate a la desnutrición y sobrepeso infantil.

Cuarto, resulta crucial que se garantice el financiamiento para la lucha en contra de la malnutrición; es necesario que el presupuesto del Estado incluya los recursos para sostener las intervenciones y se complemente con importantes fondos de actores nacionales e internacionales.

Por último, considero que el país tiene graves problemas estructurales y la malnutrición es su resultado. Ante ello, es clave que se propenda al mejoramiento de la calidad de vida de forma integral, con acciones que permitan superar la pobreza y la inequidad. STR

FUENTE: Universidad Andina Simón Bolívar

Ernest García, catedrático de sociologíaÑ «No es realista pensar que las renovables pueden sustituir totalmente al sistema energético actual»

El equilibrio entre los proyectos de energía renovable y la conservación del paisaje es una de las cuestiones que se está planteando en la actualidad en España para lograr una transición ecológica justa. Ernest García, profesor emérito de la Universidad de Valencia, defiende que en un planeta con recursos limitados debemos adaptarnos social y económicamente si queremos «mitigar el golpe» de la crisis climática.

Ernest García es profesor emérito de la Universidad de Valencia y experto en sociología ecológica. / SINC (Álvaro Muñoz)

Los conflictos sobre el territorio son algunas de las preocupaciones que los ecologistas manifiestan cuando se habla de la implantación de las energías eólica, fotovoltaica o la solar térmica. Asimismo, la gestión segura de residuos de la nuclear pone en entredicho la fisión como alternativa verde e incluso el denominado hidrógeno verde genera sendas dudas entre los expertos debido a su inestabilidad.

Ernest García (Alicante, 1948), profesor emérito de la Universidad de Valencia, ha dedicado parte de su vida académica a la investigación en el campo de la sociología ecológica. Esto le ha llevado a estudiar la dinámica de los conflictos socioecológicos, la relación entre las condiciones de trabajo y la sostenibilidad, así como el impacto ambiental del consumo, o la transición a una sociedad post-carbono. Además, es autor de libros como: Medioambiente y Sociedad: La civilización industrial y los límites del planeta o Ecología e Igualdad, Hacia una relectura de la teoría sociológica en un planeta que se ha quedado pequeño.

Frente a las expectativas apocalípticas de colapso ambiental, ¿cuáles son las opciones que nos dan las renovables?

La esperanza está en desarrollar las circunstancias sociales y económicas adecuadas para mitigar el golpe. Este impacto es inevitable porque no es realista pensar que las energías renovables pueden sustituir totalmente al sistema energético actual. Si hay suerte, pueden suplirlas parcialmente, lo que implica una adaptación de todas las organizaciones de la vida social a una escala más reducida. Si las cosas se hacen bien, deben constituir una manera de reducir los costes de la transición ecológica.

En España se debate la implantación de la energía eólica y la fotovoltaica por los problemas asociados de impacto ambiental. ¿Tenemos mecanismos que garanticen buenas prácticas en la construcción de estos parques? 

El principal problema es la necesidad de ocupar mucho espacio. La radiación solar es una forma de energía muy diluida y para captarla hace falta una superficie muy grande, esto provoca un conflicto sobre el uso del territorio. La energía eólica, aunque más concentrada, sigue siendo dispersa, y genera problemas asociados a cuestiones de paisaje y de protección de fauna, como es el caso de las las aves. Estos problemas no pueden suprimirse.

¿Qué soluciones se proponen? 

Algunos críticos abogan por estaciones más pequeñas, pero eso implica desconcentrar la energía. Yo soy muy partidario del uso desconcentrado como instrumento de apoyo, pero es imposible sustituir todos los usos actuales de los sistemas eléctricos. Si deslocalizas y diversificas, no puedes tener macrosistemas colonizados a escala mundial como tenemos ahora. Esto no es necesariamente malo, pero algunos piensan que ambas cosas son compatibles cuando no lo son.

La radiación solar es una forma de energía muy diluida y para captarla hace falta una superficie muy grande, esto provoca un conflicto sobre el uso del territorio

En el caso de la energía nuclear existe una división de posturas. ¿Cómo augura su futuro?

En la actualidad nadie piensa que la energía nuclear pueda ser una alternativa al sistema energético, ni siquiera sus defensores más acérrimos. Existen en torno a 450 centrales nucleares en el mundo que producen algo menos del 4 % de la energía comercial. Para que esta alternativa reemplace el sistema actual habría que multiplicar por 20 el número de centrales y el suministro de combustible, cuando el uranio es un material no renovable. Además, habría que resolver el problema sobre la gestión de residuos. Incluso quienes más abogan por su uso, reconocen que este es un asunto no resuelto.

¿Qué otros peligros suponen las nucleares?

Habría que controlar el riesgo de proliferación militar. Siempre ha habido una conexión entre los usos civiles de la energía nuclear y la fabricación de bombas atómicas, que es lo que está en el fondo del conflicto. En suma, haría falta una respuesta creíble a todos estos planteamientos para afirmar que la energía de fisión puede sustituir los combustibles fósiles. Absolutamente nadie lo cree.

Ernest García durante una ponencia en la Residencia de Estudiantes en Madrid. / SINC

El hidrógeno verde está ahora muy en boga. ¿Tiene potencial para paliar la crisis climática?

Puede ayudar poco. ‘Hidrógeno verde’ como tal quiere decir hidrógeno producido a partir de electricidad generada por fuentes renovables. Posteriormente, ese hidrogeno se utiliza como combustible, pero esta tecnología plantea problemas parecidos a la nuclear.

Aunque el hidrógeno es el elemento más abundante en la naturaleza, también es el más inestable. Simplificando, pensar en un mundo de coches movidos por hidrógeno es imaginar un mundo de explosiones cotidianas. Esto no pasará, pero sí que hay algunos planes de construir grandes depósitos de hidrógeno, lo que supone una bomba de relojería.

El hidrógeno es el elemento más abundante en la naturaleza pero también el más inestable

En varios artículos menciona la teoría de Howard y Elisabeth Odum sobre el ciclo de crecimiento, agotamiento y descenso de los ecosistemas y las civilizaciones. ¿Qué otros ejemplos existen en la historia de decrecimiento?

Quizás el más conocido en Europa es la decadencia del Imperio Romano de Occidente, pero hay muchos otros. De todos modos, el decrecimiento no es una opción, es simplemente algo que pasa si un sistema se sitúa por encima de la capacidad de su ecosistema para mantenerlo. Se puede forzar durante un tiempo, pero está destinado a decrecer.

También habla de la necesidad de desmantelar la globalización. ¿La mirada glocal (‘piensa global, actúa local’) es la alternativa?

Efectivamente, la desglobalización es otro efecto inevitable. Para globalizar hace falta interconectar, lo cual requiere de energía y recursos. Existen muchas propuestas con un principio de localización: el kilómetro cero, la ciudad de los 15 minutos o las comunidades energéticas locales. Todo esto responde a una idea de relocalización, de adaptarse a una situación en la que la dependencia de sistemas mundialmente interconectados va a entrar en crisis.

Es interesante desde el punto de vista sociológico porque estas propuestas remiten a la asociación colectiva. Más local significa más comunidad. Un mayor peso comunitario conlleva relaciones sociales más cálidas y mayor cohesión social, pero también implica incrementar el control sobre los individuos.

La desglobalización es otro efecto inevitable. Para globalizar hace falta interconectar, lo cual requiere de energía y recursos

¿Aumentaría este decrecimiento la desigualdad norte y sur?

En mi opinión, depende de algunas variables. Los problemas de distribución, desigualdad y sostenibilidad ecológica son distintos, pero están interconectados. Por ejemplo, el decrecimiento en el uso de materiales y recursos podría facilitar su acceso a las comunidades locales. Utilizarlos de tal manera que el consumo total disminuya sería compatible con el incremento de la igualdad. Esto en teoría es posible, pero son los políticos quienes deben plantear cómo hacerlo.

Los investigadores demandan medidas políticas y estos últimos esperan soluciones científicas. ¿Cómo se consigue el consenso ante la crisis climática?

Que Dios nos pille confesados (ríe). Ese patrón viene de los años 60 y las políticas de medio ambiente existen desde entonces. En aquel momento se discutía su necesidad y utilidad, pero hoy nadie cuestiona la intervención política sobre, por ejemplo, los parques naturales. Sin embargo, problemas más de fondo como la crisis climática se siguen planteando en los mismos términos.

Hoy nadie discute la intervención política sobre, por ejemplo, los parques naturales

¿Cuál es su opinión ante el activismo climático que han adoptado algunos científicos de forma individual?

Es un efecto más de la maduración de esta dinámica. Tras mucho tiempo jugando a ese juego, los que avisan del problema se acaban activando. Creo que el movimiento juvenil también ha mediado en este asunto, porque reclaman que se escuche a los científicos. Es el mismo problema de circulación que existe entre la ciencia y la política, es decir, se va intensificando a medida que aumenta la urgencia. No creo que suponga un cambio, sino que es una expresión más de esta vieja dialéctica.

Fuente: SINC
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Marina Rigau, CEO y cofundadora de MiMARK Diagnostics: “Nuestro test permitirá simplificar y agilizar el diagnóstico de cáncer de endometrio”

Hace dos años, Marina Rigau, doctora en biomedicina y experta en gestión de la ciencia, creó MiMARK Diagnostics junto a otros dos investigadores. Esta empresa de Barcelona está centrada en el desarrollo de pruebas sencillas, más rápidas y menos invasivas que mejoren la detección de enfermedades ginecológicas en aspectos clínicos no resueltos.

Marina Rigau en el Parque científico de Barcelona, donde está ubicada su empresa. / Miquel Coll

Marina Rigau (Granollers, Barcelona, 1983) es la CEO y cofundadora de MiMARK Diagnostics, que tiene sede en el Parque Científico de Barcelona (PCB). La compañía comenzó a gestarse durante la pandemia, en el 2020. “En octubre de ese año logramos una ayuda EIT Health —la mayor red europea de innovadores en salud— de 1,5 millones de euros, a través de su programa Wild Card, en su challenge o reto de salud de la mujer”, comenta Rigau a SINC.

Gracias a esa financiación, esta spin-off del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) pudo constituirse como empresa en enero de 2021. “Somos una femtech especializada en la mejora del diagnóstico de enfermedades ginecológicas como el cáncer de endometrio y la endometriosis”, señala esta doctora en biomedicina y experta en gestión de la ciencia.

Al frente del proyecto, además de Rigau, están los otros dos cofundadores: Eva Colás, una reconocida investigadora en cáncer de endometrio y Antonio Gil, jefe del Servicio de Ginecología en el Hospital de Vall d’Hebron, ambos procedentes del grupo de Investigación Biomédica en Ginecología del VHIR.

Estáis desarrollando un test de diagnóstico de cáncer de endometrio. ¿Puedes explicar en qué consiste y qué ventajas tiene frente a otros métodos existentes?

Es un test de diagnóstico in vitro, del tipo inmunoensayo, para la detección del cáncer de endometrio. Se llama WomEC y está basado en la cuantificación de biomarcadores en la fracción soluble de una muestra de aspirado endometrial, también conocida como biopsia por pipelle. Este es un procedimiento mínimamente invasivo que actualmente se utiliza en rutina clínica.

Lo que ocurre es que en esta prueba —realizada normalmente a mujeres en fase de menopausia que presentan un sangrado anormal— se analiza el contenido celular y, en ocasiones, no es posible obtener células en la muestra. Ello supone que con alrededor de un 30 % de estas pacientes no se llegue un diagnóstico y haya que recurrir a métodos más invasivos como es la histeroscopia, en la que se extrae tejido del endometrio. Esta intervención requiere anestesia y puede ocasionar complicaciones para la paciente.

Nuestro planteamiento consiste en utilizar el mismo proceso de obtención de la muestra endometrial por aspiración, pero en lugar de estudiar el contenido celular, lo que analizamos son las proteínas secretadas por el tejido endometrial que están circulando en el fluido y que mimetizan lo que está pasando en el endometrio. Los biomarcadores que hemos desarrollado nos permiten detectar el cáncer de endometrio con un 99 % de sensibilidad y con un valor predictivo negativo del 97 %.

Los biomarcadores que hemos desarrollado para el test WomEC nos permiten detectar el cáncer de endometrio con un 99 % de sensibilidad y con un valor predictivo negativo del 97 %

¿Y en cuanto tiempo se obtienen los resultados?

Con nuestra prueba, podríamos dar un diagnóstico en uno o dos días desde que la paciente va la consulta, mientras que actualmente en algunos casos, los resultados de un análisis patológico pueden llegar a demorarse un mes.

Parece una gran mejora respecto a las pruebas actuales.

Así es. Con la introducción de WomEC en la práctica clínica, ayudaremos a que las pacientes puedan tener un resultado objetivo y rápido que reducirá mucho el tiempo de espera del diagnóstico, que es algo muy estresante para ellas. También permitirá descartar a las mujeres sanas y que así no tengan pasar por pruebas innecesarias. A los sanitarios este test les facilitará el manejo de las pacientes y la toma de decisiones. Y además será beneficioso para el sistema de salud, ya que se ahorrará los costes significativos que implican las histeroscopias.

Marina Rigau es CEO y cofundadora de la empresa MiMARK Diagnostics. / Miquel Coll

¿Cuándo estará disponible este test comercialmente?

Estamos en la fase final del desarrollo. En 2022 desarrollamos nuestros anticuerpos propios y ahora estamos trabajando en la estandarización del inmunoensayo. Y pronto entraremos en las fases de validación analítica y clínica del producto. De hecho, este año queremos empezar a reclutar pacientes para probar el test en la clínica.

Nuestra idea es que durante el año que viene podamos tener ya acuerdos comerciales con compañías de diagnóstico. Con ellas queremos trabajar en el proceso de automatización del test y su introducción en laboratorios de análisis clínicos. La llegada al mercado la tenemos prevista para 2025.

Este año empezaremos las pruebas clínicas con el test y el próximo esperamos tener ya acuerdos comerciales con empresas diagnóstico. La llegada al mercado la tenemos prevista para 2025

¿Qué otros proyectos tenéis en marcha en este ámbito?

En MiMARK estamos trabajando en diferentes proyectos, además de WomEC. Uno de ellos es el que hemos empezado en colaboración con el Vall d’Hebron. Se trata de una nueva prueba para diagnosticar la endometriosis. En este caso, estamos planteando también el uso de fluido ginecológico como fuente de biomarcadores, tanto el fluido uterino como el procedente del cérvix, que está más abajo en el tracto ginecológico y es de más fácil acceso, por lo que la prueba sería aún menos invasiva.

Nos estamos inspirando en el ejemplo del papiloma, en algunos países se está promoviendo que las mujeres pueden hacer ellas mismas el proceso de toma de la muestra del fluido cervical para poder llevar a cabo la prueba de diagnóstico. Nos parece una tendencia muy interesante y estamos estudiando incorporar esa idea en nuestros nuevos productos.

La endometriosis es una patología muy dolorosa y tiene una prevalencia elevada, ya que la padecen una de cada diez mujeres en edad reproductiva. Sin embargo, los estudios apuntan a que una mujer puede estar hasta siete años sin tener un diagnóstico, por lo cual existe una necesidad clara de mejora en su detección.

Hemos iniciado un proyecto, en colaboración con el Vall d’Hebron, para desarrollar una prueba de detección de la endometriosis

¿Qué os movió a crear lo que se denomina una empresa ‘femtech’?

MiMARK es una empresa creada desde la ilusión y las ganas de generar impacto. Lo que nos mueve es trabajar para mejorar la salud femenina sobre una base científica y conocimientos sólidos, que llevan muchos años gestándose en el laboratorio con el trabajo de Eva Colás y Antonio Gil, y que queremos trasladar a la práctica clínica.

A finales del 2020, durante la pandemia, recibimos una ayuda de 1,5 millones de euros de EIT Health, a través de su programa Wild Card, en el reto de salud de la mujer. Gracias a esta ayuda, hemos avanzado en el desarrollo del test WomEC, además de crear una gran red de contactos y colaboradores que nos aconseja y apoya en el camino.

Hemos seguido los pasos de mujeres que han sido referentes nuestras y nos gustaría también poder convertirnos en referentes para las nuevas generaciones de mujeres y niñas. Por eso, dar visibilidad a lo que hacemos es muy importante

¿Qué mensaje quieres mandar en el 11F, el día de la mujer y la niña en la ciencia?

Esperamos que de aquí a un tiempo este día no tenga que celebrarse como un evento reivindicativo, sino conmemorativo. Es cierto que hoy en día es importante, pues el gap existe y es evidente que hay que hacer un esfuerzo como sociedad para revertir esta brecha.

También creemos que como mujeres somos imparables. Rendirse no es una opción para ninguna de nosotras. Somos capaces de llegar allá donde nuestros sueños nos guíen. Lo que nos motivó para crear esta empresa fue la curiosidad y las ganas de hacer algo que impacte en la salud de las mujeres en un entorno como el diagnóstico ginecológico, que ha estado muy olvidado.

Hemos seguido los pasos de otras mujeres que han sido referentes nuestras y nos gustaría también poder convertirnos en referentes para las nuevas generaciones de mujeres y niñas. Por eso, dar visibilidad a lo que hacemos es muy importante.

Fuente: SINC
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La Unesco recomienda que en la Argentina las carreras universitarias sean más cortas

Se lo dijo a Clarín Francesc Pedró, director del área de educación superior de ese organismo. Habló también de la importancia de que haya trayectos educativos que se adapten a las necesidades del mercado laboral.

"Da la sensación de que en Argentina primero es la docencia y luego, si podemos, hacemos algo de investigación", dice Francesc Pedró. de Unesco.
“Es sorprendente que en los países desarrollados basten tres años para conseguir un título y en la Argentina cinco”, le dijo a Clarín Francesc Pedró, director del Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina.
Lo dijo en una entrevista con este diario en el marco del Congreso Internacional de Innovación Educativa que se hizo en Monterrey, México.Pedró es especialista de educación comparada (entre distintos países), autor de varios libros y con una larga experiencia en políticas universitarias. De origen catalán, llegó a la Unesco hace 20 años tras su paso por la OCDE. Desde 2019 dirige el área de educación superior en ese organismo.

– ¿Cuáles son los principales desafíos de las universidades en la región?

– Principalmente, de calidad y equidad. Apenas conseguimos que el 46% de los que inician una carrera en la región la terminen en algún momento de su vida. Uno de cada dos. Y no te hablo de cuántos años van a tardar. En Argentina sabemos que la media es de 9 años para carreras que debieran durar 5. Y eso nos habla de distintas variables vinculadas con la calidad. Por ejemplo, cómo es tu experiencia cuando estás en la universidad, si te están tratando bien, si estás aprendiendo algo relevante y pertinente, si vas a conseguir un buen trabajo o un entorno en el cual puedas crecer como persona o ciudadano, como un ser humano político y cultural. Además, la diferencia en términos de acceso entre el quintil social más alto -de mayores ingresos- y el más bajo es muy grande. No es del doble ni del triple. Es de 4 veces, y en algunos países de la región, en particular en América central, es de 18 veces.

"Apenas conseguimos que el 46% de los que inician una carrera en la región la terminen en algún momento de su vida", dice Francesc Pedró, de Unesco.
«Apenas conseguimos que el 46% de los que inician una carrera en la región la terminen en algún momento de su vida», dice Francesc Pedró, de Unesco.

– ¿Y en países europeos o centrales?

– Aproximadamente 0,5.

– ¿Qué fortalezas y debilidades ve en el sistema universitario argentino?

– Es un sistema caracterizado por una gran voluntad de democratización. Pero todos sabemos las implicaciones que la falta de barreras al acceso -porque se levantaron los aranceles- puede tener. Por ejemplo, se traduce en tasas de graduación más bajas, en falta de incentivo: la gente se matricula y luego decide si va o no va. Es un buen ejemplo de un país que muy tempranamente tuvo una política destinada a la democratización del acceso -que se deja sentir en el hecho de que no hay ninguna provincia que no tenga al menos una universidad nacional-, pero al mismo tiempo una de las grandes debilidades es que la función de investigación -que las grandes universidades del país deberían cumplir- está medio desgajada del sistema. Ustedes tienen un Conicet que capitaliza la investigación que se sustrae de la universidad, sobre todo la pública, donde debiera ser una parte muy importante de su quehacer cotidiano. La universidad no se concibe sin por lo menos esa dualidad entre docencia e investigación. Da la sensación de que en Argentina primero es la docencia y luego, si podemos, si tenemos tiempo, hacemos algo de investigación. Cuando en realidad el modelo clásico de universidades primero producimos conocimiento que luego transmitimos.

– ¿Cuál es la visión de la Unesco con respecto a la duración de las carreras?

– Las tendencias internacionales, y lo que aboga la Unesco, es intentar conseguir titulaciones más cortas. Por ejemplo, el clásico modelo del 3 + 2 o del 3 + 1, es decir, que la primera titulación la puedas conseguir, si sigues con normalidad, tras 3 años. Y luego 1 o 2 años más. Es sorprendente que en los países desarrollados basten 3 años para conseguir una titulación que en Argentina precisa de 5 años. La pregunta es hasta qué punto esa transformación que se ha dado en países más avanzados no se puede dar también en Argentina. Cuando yo estudié mi carrera, ciencias políticas, tenía 5 años y ahora tiene 3.

– ¿El contenido es el mismo?

– Pero perdona. ¿Es el contenido lo que debe medir la carrera o las competencias que desarrollas? Porque entonces la pregunta es, ¿vas a la universidad para que te den una lista de contenidos que luego tienes que devolver en términos de examen o vas, por el contrario, para desarrollar unas competencias que pueden hacer de ti un investigador o un profesional? La ecuación debe resolverse no en función -que es lo que siempre ha pasado tradicionalmente- de yo soy un profesor titular aquí, hay otro allá, a ver cuántas horas te llevas tu, cuántas me llevo yo. Porque detrás de eso yo vengo con mi ejército de profesores, ayudantes, en fin… es así en todo el mundo. Las agencias de aseguramiento de la calidad pueden jugar un papel muy importante en este sentido deconstruyendo los programas y diciendo, por ejemplo, hoy en día para ser odontólogo, ¿qué esperamos que sepa hacer? Tiene que construir prótesis, bueno entonces veamos cuánto tiempo se necesita. ¿Podemos hacerlo eso en 3 años? Si no, que sean 4. Porque si se hace más corto se ahorran recursos públicos y, además, si lo han hecho así en un número muy importante de países, probablemente es que se puede hacer.

¿Hay que arrancar entonces por las competencias y habilidades y después ver cómo se llega?

Claro, las habilidades en realidad son un piso de complejidad que se añade al contenido. A mí no me preocupa que un odontólogo sepa cómo se llama cada uno de los dientes. A mí lo que me preocupa es que me cure cuando tengo una caries. Probablemente para curarme tenga que saber nombrar cada uno de los dientes y entender cómo funcionan las raíces, etcétera. Pero lo que yo quiero de un odontólogo es que me cure, no que sepa el nombre de cada uno de los dientes.

"A mí no me preocupa que un odontólogo sepa cómo se llama cada diente, sino que me cure cuando tengo una caries", dice Francesc Pedró, de Unesco.
«A mí no me preocupa que un odontólogo sepa cómo se llama cada diente, sino que me cure cuando tengo una caries», dice Francesc Pedró, de Unesco.

– ¿Esto aplicada a todas las carreras, incluso las sociales?

– Claro, porque creo que de lo que se trata no es solo de tener el contenido sino de ser capaz de operar con el contenido. No es solo un tema de cuántas horas de pizarra me vas a dar sino cuál es la ingeniería del proceso.

– Otro tema que está en boga es el de las microcredenciales, acreditar pequeños tramos del conocimiento. Algunas voces lo señalan como una concesión de las universidades a las empresas. ¿Cuál es su visión?

– La visión de la Unesco es que una cosa son los programas académicos, aunque sean profesionalizadores, y otra es las necesidades en particular de un determinado sector de la actividad económica. Por ejemplo, hoy el vinculado al mundo de la tecnología que es el que más tensión ha experimentado hasta ahora en términos de tener que correr para contar con individuos con las competencias necesarias para poder desarrollar esos productos que, si no los hago yo, los harán los indios o los harán en Estados Unidos. Creo que hay que ser consecuentes e imaginar que ¿por qué no? las universidades, en particular las facultades de ingeniería y tal vez algunas otras, puedes lanzar una oferta de cortas formaciones si entienden que eso responde a una demanda urgente necesaria del entorno empresarial ¿Eso es una concesión a las empresas? Bueno, sí. También es un servicio a los profesionales, ¿no? Entonces, ¿qué pasa? Muchas universidades miran a las microcredenciales solo como si fueran un aperitivo, es decir, intentan captar al estudiante prometiéndole que si consigue 20 o 25 microcredenciales de pronto será un ingeniero. Pero son distintas lógicas. Una es la tradicional, que la ingeniería es una y tiene sus competencias. Y otra que la universidad da un servicio a las empresas tecnológicas y a los trabajadores de esas empresas ofreciéndoles una respuesta rápida a una necesidad de formación que ha emergido y que tal vez el año que viene no esté.

– ¿Pero puede ser la microcredencial una parte de una carrera?

– Pudiera ser, pero insisto, no es la lógica. La lógica es, por ejemplo, hemos sacado un nuevo modelo de celular y hay que desarrollar una nueva aplicación y para eso se necesita un lenguaje que acaban de diseñar. ¿Me puedes dar un curso de 5 horas a hora mismo? Te lo monto y ahí lo tienes y tú sales de aquí siendo capaz, en 5 horas, de programar eso que se necesita.

– ¿Hay universidades en América Latina que lo esté haciendo?

El instituto que dirijo ha empezado una investigación para intentar poner de manifiesto quién lo está haciendo. Te podría decir que las microcreenciales están en el discurso de todos los rectores y rectoras que conozco, pero creo que en la práctica todos van muy perdidos. La gente no termina de entender qué es. ¿Es deconstruir las asignaturas y te las vendo? No creo que eso sea una microcredencial.

– ¿Pero en los países centrales sí existen?

– Sí, sí.

– ¿Y funciona bien?

– Sí. Pero hay que entender que esto no sirve para todos los ámbitos. Es básicamente una detección rápida de necesidades de formación y una respuesta inmediata. Y eso significa que hoy das esta microcredencial y el año que viene ya no la tendrás. Porque tal vez esa necesidad ya no existe Y eso entra en contradicción con el espíritu conservador que tiene la universidad.

– ¿Cuáles son las recomendaciones de Unesco para la educación superior?

– Hemos lanzado un documento que es la hoja de ruta para la transformación de la educación superior, que está abierto en la Web. Es una oportunidad para que cualquiera (sea universitario o no) pueda dejar sus comentarios acerca de cómo quisieran que sea la educación superior a escala global o en su país.

28/01/2023 16:13

Monterrey, enviado especial

Santi F. Gómez, director de investigación y programas de la Fundación Gasol:“La epidemia de obesidad infantil está muy marcada por la desigualdad social”

La pandemia de la covid también ha pasado su factura a los niños y adolescentes españoles. Los menores entre 8 y 16 años son ahora más infelices y un tercio de ellos tiene sobrepeso. Así se desprende del Estudio PASOS 2022 de la Gasol Foundation, cuyos datos preliminares acaba de presentar este experto en salud pública y doctor en biomedicina, que ha sido su investigador principal.

Santi F. Gómez, investigador principal del Estudio PASOS, impulsado por la Fundación Gasol para analizar los estilos de vida y la salud de las niñas, niños y adolescentes españoles de 8 a 16 años y sus familias. / Pablo Tribello / Gasol Foundation

Como director global de Investigación y Programas de la Gasol Foundation —creada para luchar contra la obesidad infantil en 2013 por los hermanos Pau y Marc Gasol, campeones de la NBA y atletas olímpicos—, el psicólogo experto en salud pública y doctor en biomedicina Santi F. Gómez (Cornellà de Llobregat, 1983) fue el encargado de presentar recientemente los resultados preliminares del Estudio PASOS 2022, impulsado por esta fundación para analizar los estilos de vida y la salud de las niñas, niños y adolescentes españoles de 8 a 16 años y sus familias. Sus conclusiones son inquietantes: uno de cada tres tiene sobrepeso u obesidad y, tras la pandemia, son más infelices.

La presentación, a la que acudieron Pau Gasol, leyenda del baloncesto, y Carolina Darias, ministra de Sanidad, tuvo lugar en el Instituto de Educación Secundaria Celestino Mutis, un centro público de Villaverde, distrito obrero del sur de Madrid con casi un 20 % de población migrante. Esta elección no fue casual, como relataba a SINC minutos antes el propio Gómez, que también es el investigador principal del estudio y que conoce a fondo los múltiples condicionantes de esta pandemia silenciosa.

“Hacer frente a la epidemia de obesidad infantil requiere estrategias complejas y de ámbito nacional, empezando por medidas estructurales eficaces como la regulación de la publicidad dirigida a los niños”. Así lo reclamaba este experto, que también es profesor asociado de la Universidad de Lleida y miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), en un editorial titulado Publicidad, obesidad y salud infantil: el caso de España, publicado el pasado junio en el BMJ Paediatrics Open.

La actual regulación del marketing sobre alimentos y bebidas dirigido a menores se basa en el llamado Código PAOS, un conjunto de reglas éticas mediante las que la industria debería autorregularse, y que se ha mostrado insuficiente. Por ese motivo, el Ministerio de Consumo pretende legislar al respecto mediante un Real Decreto, aun en tramitación, que contribuya a lograr los objetivos del Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil (2022-2030), presentado el pasado verano por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un acto en el que también participó Pau Gasol.

Desde la fundación, ¿tenéis idea de cuándo puede salir adelante el Real Decreto que regule la publicidad de alimentos y bebidas enfocada al público infantil?

Lo está impulsando el Ministerio de Consumo y tiene que pasar por la aprobación de otros ministerios, como el de Agricultura, el de Industria o el de Sanidad. Nos preocupa que el avance de esa regulación esté bloqueado porque creemos que puede suponer un efecto estructural sobre las preferencias alimentarias y los hábitos de alimentación de los niños y niñas en España.

Son medidas que cuestan, pero regular la publicidad de alimentos y bebidas sería muy favorable para los niños, niñas y adolescentes en España

¿Por qué creéis que puede estar bloqueado?

Hay muchos motivos detrás. Obviamente, es un cambio a nivel económico e institucional. Supone un posicionamiento y, por tanto, hace falta sensibilizar aun más a los responsables públicos sobre lo que dicen la literatura científica y organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o UNICEF, que son clarísimos. La regulación de la publicidad sobre alimentos y bebidas puede producir efectos muy favorables sobre las preferencias alimentarias de los niños y niñas y adolescentes en España.

Son medidas que cuestan. Lo sabemos por las experiencias de otros países, como Reino Unido. Allí iban muy lanzados con esa regulación, pero ahora mismo también está frenada. A nivel político, no es una decisión fácil, pero España puede ser un referente en Europa y en el futuro creemos que va a llegar porque es una cuestión de lógica.

¿Crees que podría ocurrir en esta legislatura?

No lo sabemos. Nosotros estamos intentando impulsarla al máximo, como mediante ese editorial que escribimos en el BMJ Paediatrics Open. Ahora, con datos obtenidos de PASOS, vamos a hacer un informe específico sobre la asociación de la exposición a la publicidad y los hábitos de alimentación y el estado ponderal de la población infantil en España, algo que hemos investigado en esta edición del estudio. Y vamos a seguir transfiriendo ese conocimiento científico a la sociedad, las instituciones y los decisores públicos para que se sensibilice la mirada sobre los efectos positivos a futuro que va a tener una regulación como esta.

Santi F. Gómez durante la presentación del estudio en el Instituto de Educación Secundaria Celestino Mutis, en Villaverde (Madrid). / Pablo Tribello / Gasol Foundation

¿Cuándo publicaréis ese informe?

Esperamos poder hacerlo antes de verano. Obviamente, requiere de una profundidad de análisis importante y contrastarlo con otros esfuerzos a nivel internacional. Nosotros creemos que la salud debería estar presente en todas las políticas públicas y más la salud infantil, que marca el presente y el futuro de nuestra sociedad. De hecho, nos hemos posicionado públicamente con UNICEF España, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) y Justicia Alimentaria. También hemos impulsado foros de debate alrededor de este tema. Estamos tratando de que la sociedad madure su punto de vista y eso solo se consigue a través del debate, de una construcción de ideas basada en el conocimiento científico.

En el estudio PASOS participan 246 centros educativos de las 17 comunidades autónomas. Hay institutos y colegios del mundo rural, de  áreas semiurbanas y urbanas, y tanto públicos, como concertados y privados. Representa la realidad de España

¿Por qué habéis decidido presentar PASOS 2022 en un centro público de un barrio periférico con una elevada proporción de inmigrantes?

En PASOS participan 246 centros educativos de las 17 comunidades autónomas. Participan institutos y colegios del mundo rural, de las áreas semiurbanas y urbanas, y tanto centros públicos, como concertados y privados porque representa la realidad del conjunto de España. Decidimos el IES Celestino Mutis porque ha mostrado muy buena predisposición a acoger el estudio y las medidas que se pueden derivar del mismo, y porque está situado en Madrid y para las instituciones y los medios de comunicación es el lugar más sencillo de acceder.

El hecho de que sea en un barrio con un nivel de inmigración elevado y con un nivel socioeconómico relativamente bajo también es relevante. Tiene un valor simbólico porque la epidemia de la obesidad infantil y los estilos de vida de la población infantil y adolescente están muy marcados por las desigualdades socioeconómicas y queremos contribuir a reducirlas, como hacemos a través de nuestros programas en la Gasol Foundation. También las de género y otras desigualdades sociales que hallamos, porque generar una sociedad más homogénea y menos desigual lo único que hace es beneficiar el desarrollo de los niños y niñas.

Se ha producido un deterioro de los estilos de vida: en el bienestar emocional, horas de sueño, exposición a pantallas, actividad física y en los hábitos de alimentación en solo tres años, antes y después de la pandemia

¿Qué conclusiones destacarías de vuestra investigación?

Lo principal es que se produce un deterioro de los estilos de vida. De todos, tanto del bienestar emocional, de las horas de sueño, del tiempo de exposición a pantallas, de la cantidad de actividad física y de los hábitos de alimentación en tan solo tres años, antes y después de la pandemia de la covid 19. Por el contrario, vemos una cierta reducción en las cifras de sobrepeso y obesidad infantil. Los estudios epidemiológicos que recogen datos antropométricos en las escuelas, como el nuestro, pueden estar cayendo en un sesgo, en un error de medida, debido a que los niños y niñas que presentan exceso de peso cada vez declinan más participar para evitar exponerse, dado el estigma social que hay alrededor del peso.

Eso nos hace pensar que debemos reorientar estos estudios y utilizar los datos que se recogen en las consultas de pediatría de atención primaria, donde ese error de medida puede ser menor. Deberíamos centrar estudios como PASOS en la evaluación de los estilos de vida, que hacen sentir más cómodos a todos los niños y niñas, sin provocar desigualdades en función de su estado ponderal. También hay que hacer un esfuerzo en transformar el sistema de vigilancia epidemiológica de la obesidad infantil en España y beber mucho más de la integración de datos que vienen de primaria. Gracias a nuestro trabajo, vamos a poder proponer mejoras.

Los niños que presentan exceso de peso cada vez declinan más participar [en estudios] para evitar exponerse. Por ello, tal vez deberíamos utilizar los datos que se recogen en las consultas de pediatría de atención primaria

Tenía entendido que 4 de cada 10 niñas y niños en España tienen sobrepeso u obesidad, pero vuestro estudio dice que es un tercio del total. ¿A qué se debe esta diferencia?

Esos datos se basan en el estudio ALADINO [elaborado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y que también describe medidas antropométricas recogidas en colegios], que evalúa población de 6 a 9 años, mientras que PASOS evalúa población de 8 a 16. Lo que también vemos es que, en la adolescencia, la prevalencia de exceso de peso es menor que en la infancia. Para explicar eso tenemos dos hipótesis. Una es que los niños y niñas, cuando alcanzan la adolescencia tienen el efecto estirón, algo que está descrito a nivel científico, aunque no sabemos cómo está provocando esa diferencia. La segunda es que en la adolescencia el nivel de consciencia y de exposición al estigma alrededor del peso sea mayor. Puede que, entre quienes tienen exceso de peso, haya más adolescentes que niños que declinen participar, lo que provoque que las cifras de sobrepeso y obesidad en la adolescencia estén infraestimadas. Ha habido una bajada de participación respecto al Estudio PASOS 2019 y queremos interpretarlo bien para sacar hipótesis y líneas de investigación más profundas.

Pero sí detectáis que en la adolescencia los hábitos alimentarios son peores que en la infancia.

Sí, y, por el contrario, las cifras sobrepeso y obesidad son mayores en los más pequeños. ¿Qué sucede? Si incluyéramos a los niños y niñas con exceso de peso que declinan participar, probablemente encontraríamos que los hábitos se han deteriorado mucho más. Si ya vemos un deterioro, no quiero ni imaginar qué sucedería.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons

Claudia Sánchez Vera: “La regulación acertada del teletrabajo es urgente”

 

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El pasado 12 de enero se presentó el libro El teletrabajo en Ecuador: Reflexiones desde el Estado constitucional de derechos, de Claudia Sánchez Vera, en el Salón Olmedo de la Universidad Andina Simón Bolívar.

Abogada cuencana, Sánchez tiene dos maestrías en esta casa de estudios: Derecho (2019) y Derecho Laboral y Seguridad Social (2022). Asimismo, fue ganadora del Primer Premio Jóvenes Investigadores 2019 en el marco del I Congreso Nacional de Jóvenes Investigadores.

A propósito del lanzamiento de su libro, presentamos una entrevista sobre las principales líneas que establece en su estudio.

¿Qué se entiende por teletrabajo?

Con este término, se hace referencia a una nueva forma de organización de las relaciones laborales, donde se vuelve secundaria la presencia física del trabajador en el centro de trabajo, en razón de que, para la ejecución de las actividades remuneradas, lícitas y personales, se utiliza como soporte las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), mismas que facilitan el contacto entre el colaborador y el empleador.

Es importante resaltar dos aspectos. En primer lugar -aunque no lo indique la norma reguladora del teletrabajo- este será viable siempre que la naturaleza de las actividades lo permitan, sin considerar tareas necesariamente presenciales, tales como: carpintería, cajeros, guardianía, jardinería, etc. En segundo lugar y, el elemento distintivo del teletrabajo no es el domicilio, sino el uso de los equipos tecnológicos, es por ello que teletrabajo y trabajo a domicilio no son sinónimos.

Teletrabajo, ¿un privilegio o un derecho de los ciudadanos?

Para empezar, no se debe perder de vista que el trabajo es un derecho reconocido tanto en la Constitución, como en tratados internacionales vigentes ratificados por el Estado ecuatoriano; y, un medio de sustento fundamental que debería permitir el buen vivir.

No obstante, es una obligación del empleador proporcionar al teletrabajador condiciones adecuadas y las herramientas de trabajo. En el caso del teletrabajo, los equipos tecnológicos, de conformidad con lo dispuesto por el numeral 8 del artículo 42 del Código de Trabajo y, el artículo 7 del Acuerdo Ministerial Nro. MDT–2022-035; situación que lamentablemente está lejos de la realidad.

Debe resaltarse que en Ecuador existe el Programa de Alistamiento Digital, que busca combatir la brecha digital. Pero es bastante general y no está enfocado específicamente en el teletrabajo. Además, las autoridades competentes del Gobierno Nacional aún tienen por diseñar una política pública que garantice el acceso a la tecnología y capacite a los ciudadanos acerca de su funcionamiento. Esta ausencia regulatoria ha trastocado la naturaleza del teletrabajo, volviéndolo un privilegio de pocos, de los ciudadanos digitales, en lugar de un derecho.

Las brechas socioeconómicas también inciden en el acceso a las tecnologías y a internet. ¿Qué debe hacer el Estado?

Efectivamente, no solo la falta de ingresos monetarios, sino también: el nivel ocupacional, el género y, la etnicidad son factores que inciden en el aumento de la brecha digital; fenómeno entendido como la línea que separa al grupo de población que puede acceder a las TIC de quienes por sus condiciones no pueden hacerlo.

En este contexto, es el Estado -conforme se desprende del contenido de la Constitución- el responsable de garantizar el acceso universal a las tecnologías de la información y la comunicación a toda la población, poniendo énfasis en los grupos vulnerables, debiendo por lo tanto, diseñar una política pública que garantice el acceso a la tecnología y al servicio de internet; y, a la vez definir los actores que intervendrán en su ejecución, ya que las tecnologías y el internet en el siglo XXI, son elementos de acceso a derechos; siendo uno de ellos, el trabajo.

En el tercer capítulo de la obra, titulado “Un camino: Del problema hacia las posibles soluciones”, se esboza una propuesta de política pública compuesta de tres fases.

La referida idea incluye a los estudiantes de la carrera de informática y afines de las universidades e institutos tecnológicos, quienes, para cumplir con sus 400 horas de prácticas pre profesionales, podrán impartir sus conocimientos dentro de los programas de capacitación a los teletrabajadores. En suma, aprenderían enseñando.

Sobre esto se propone lo siguiente: Como primer paso, se pedirían los datos proporcionados por el Ministerio del Trabajo sobre el número de teletrabajadores habituales y emergentes tanto públicos como privados. Luego de ello, las empresas públicas y privadas, enviarían un listado de sus colaboradores que laboran bajo la modalidad de teletrabajo a las universidades con las que hayan suscrito previamente un convenio de colaboración, filtrando la matriz por edades y niveles de educación formal, para así empezar a organizar las jornadas, entregándoles a los participantes una encuesta de satisfacción y, por último, se les aplicaría una prueba de conocimientos.

 ¿Cómo van los avances jurídicos para normar las modalidades de trabajo presencial, teletrabajo o un modelo híbrido?

El trabajo presencial está regulado, sobre todo, por el Código de Trabajo, sin dejar de lado los acuerdos ministeriales y reglamentos internos de trabajo legalmente aprobados para cada empresa.

En el caso del teletrabajo, se debe indicar que se reguló en agosto de 2016 con la expedición del Acuerdo Ministerial No. MDT-2016-190 (directrices para el sector privado). Posteriormente, en junio de 2017 entró en vigencia el Acuerdo Ministerial No. MDT-2017-0090, para el sector público, ambos derogados por el Acuerdo Ministerial n.° MDT-2020-181. Además, que con ocasión de la pandemia por el Covid-19, surgió el teletrabajo emergente, regulado en el Acuerdo Ministerial n.° MDT-2020-076, derogado por el Acuerdo Ministerial n.° MDT-2022-035. Todos estos reconocen dos formas de teletrabajo: total y parcial.

Un aspecto que está mal regulado es el derecho a la desconexión, en virtud de que el artículo 5 del Acuerdo Ministerial n.° MDT-2020-181, señala que este tiempo será de doce horas continuas en un período de veinte y cuatro horas; y, durante el cual el empleador no podrá formular órdenes al teletrabajador, vulnerando el principio de progresividad y prohibición de regresividad en razón de que la jornada máxima legal establecida por el Código de Trabajo es de ocho horas diarias, cuarenta semanales; además de no respetar la jerarquía normativa.

¿Cuáles son las principales consideraciones para lograr estos avances en el ámbito jurídico?

A pesar de que el teletrabajo en el ordenamiento jurídico ecuatoriano nació hace casi siete años, es evidente que aún no se encuentra desarrollado en su totalidad, lo cual demuestra la falta de interés de las autoridades competentes, quienes deberían acercarse a los actores involucrados; escuchar sus criterios y, reformar el Código de Trabajo, unificándolo con algunas de las disposiciones que sobre esta modalidad son acertadas, pero se encuentran dispersas en distintos acuerdos ministeriales.

La regulación acertada del teletrabajo y de otras modalidades innovadoras es de carácter urgente y responde a la constante expansión del Derecho Laboral, así como también a la premisa de que los derechos deben ser desarrollados a través de la normativa, la jurisprudencia y las políticas públicas.

¿Qué debe cambiar en los modelos de trabajo que actualmente existen?

Más que un cambio, lo que se necesita es reforzar el control por parte de las autoridades administrativas en materia laboral, que son parte de las distintas Direcciones Regionales de Trabajo a nivel nacional; refiriéndome concretamente a los Inspectores de Trabajo, quienes tienen como misión verificar el cumplimiento de las obligaciones señaladas en la normativa por parte de los sujetos intervinientes en la relación laboral (empleadores y trabajadores), para que así se viva un ambiente de respeto mutuo de los derechos.STR

FUENTE: Universidad Andina Simón Bolívar

 

 

Richard Louv, escritor y divulgador de la naturaleza:“A los pediatras les sugiero que ‘receten’ naturaleza a los niños”

El cofundador y presidente emérito de Children & Nature Network ha acuñado, con afán didáctico más que diagnóstico, el concepto de “trastorno por déficit de naturaleza”, con el que espera llamar la atención sobre los problemas de salud a los que contribuye nuestra creciente desconexión con el mundo natural.

Richard Louv escribe e investiga sobre las relaciones humanas con el mundo natural. / Charlie Neuman

Si ha sido fiel a sí mismo y, como reconoce, prefiere hacer senderismo a escribir, el periodista y ensayista Richard Louv (Nueva York, EE UU, 1949) ha debido de recorrer muchos bosques porque a sus 73 años ha publicado diez libros en 24 países para promover un movimiento internacional que reconecte a las personas con la naturaleza. En su libro Los últimos niños en el bosque —publicada por primera vez en 2005 y editado en España por Capitán Swing (2018)—, lanza la idea de que para salvar al ecologismo y a la naturaleza debemos salvar a una especie en peligro, “el niño en la naturaleza”.

Cofundador y presidente emérito de Children & Nature Network, organización sin ánimo de lucro que persigue ese objetivo, en ese ensayo acuña —con afán didáctico, más que diagnóstico— el concepto de “trastorno por déficit de naturaleza”, con el que espera llamar la atención sobre los problemas de salud a los que contribuye nuestra creciente desconexión con el mundo natural. Entre otros, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la obesidad infantil, la disminución de la creatividad o la depresión.

Originario del muy urbano Brooklyn, este divulgador pasó su infancia en los suburbios de Kansas City. “Detrás de mi casa había un enorme maizal y más allá el bosque, donde pasaba la mayoría del tiempo con mi perro Banner”, relata con añoranza a SINC por videoconferencia desde su actual residencia en un bosque cerca de Julian, un pequeño pueblo en las montañas de San Diego (California). “A 4200 pies, así que tenemos nieve. Y pumas”, añade.

Louv también quiere involucrar a familias, urbanistas, políticos o pediatras en un urbanismo verde que desarrolle “ciudades ricas en naturaleza” y se pregunta cómo serán los ecologistas que crecen hoy bajo la amenaza de la emergencia climática. “Al faltarles experiencia directa de naturaleza, los niños empiezan a asociarla con el miedo y el apocalipsis, no con la alegría y el asombro”, señala, invocando una “esperanza imaginativa” que nos ayude a “encontrar o redescubrir nuestro sentido de la alegría, el entusiasmo y el misterio”.

¿Vivimos el periodo en que niñas y niños tienen menos contacto con la naturaleza que nunca?

Podría ser, pero hay algo en lo más profundo de nuestra especie que necesita tanto ese contacto que al final lo conseguirá. Nunca es tarde para empezar, está en nosotros. Edward O. Wilson, un gran biólogo de Harvard recientemente fallecido [considerado «el padre de la biodiversidad y de la sociobiología»], habla de la biofilia, la hipótesis de que estamos programados para necesitar la naturaleza. Que está en nuestros genes y que, si no la tenemos, no nos va tan bien. Forma parte de nuestra humanidad.

Estamos programados para necesitar la naturaleza, está en nuestros genes y si no la tenemos, no nos va bien

¿Qué entendemos por naturaleza en la época del Antropoceno?

Mi amigo y gran eco filósofo Glenn Albrecht [profesor de sostenibilidad en la Universidad Murdoch, en Australia, ahora jubilado] dice, y estoy de acuerdo con él, que nos saltemos el Antropoceno y vayamos directamente a lo que él llama el Simbioceno. Consiste en vivir en armonía con el resto de la naturaleza, en darnos cuenta de que nuestras vidas dependen de otros animales y plantas y de que sus vidas dependen de nosotros. En empezar a pensar de esa manera, en lugar de que somos el centro y tenemos el control total de todo. Eso es simbiótico. Podemos mejorar las cosas para todas las criaturas porque somos muy poderosos y las demás criaturas mejorarán las cosas para nosotros en reciprocidad.

¿Cómo ha evolucionado la investigación científica sobre el “trastorno por déficit de naturaleza” desde que publicó su libro en 2005?

Siempre tengo mucho cuidado en decir que no es un diagnóstico médico. En 2005 muy poca gente hablaba de la desconexión de los niños con la naturaleza y para generar debate debía utilizar un término que no gustase a todo el mundo. Para mi sorpresa, no ha habido mucho rechazo. Cuando escribí Los últimos niños solo pude encontrar unos 60 estudios que me parecieron fiables tanto sobre esa desconexión y sus efectos, como sobre los beneficios del contacto con la naturaleza. Pensé, esto es ridículo, este es el elefante en la habitación. ¿Cómo es posible que haya tan poca investigación sobre algo tan fundamental como nuestra relación con la naturaleza? El mundo académico lo había ignorado. Hoy, la página web de Children and Nature Network, la organización sin ánimo de lucro que surgió tras publicar el libro, tiene una base de datos de todas las investigaciones que hemos encontrado, más de 1200.

Richard Louv en el bosque cercano a su casa en las montañas de San Diego (California). / John Johns

¿Destacaría alguna?

Lo que constata la investigación es que los 60 primeros estudios eran acertados y que la tesis del trastorno por déficit de naturaleza da en el blanco. Por ejemplo, hay un estudio realizado en 400 colegios de Massachusetts que introdujeron la naturaleza en la escuela o sacaron a los niños a la naturaleza que demuestra una gran mejora en su funcionamiento cognitivo.

¿Cómo se puede introducir la naturaleza en los colegios?

Creando espacios de juego naturales, teniendo animales en el aula cuando la gente esté de acuerdo, recuperando las excursiones a la montaña que desaparecen en los últimos cursos, sacando a los niños fuera para enseñarles allí… Durante la pandemia se descubrió el aula al aire libre debido a la necesidad del distanciamiento social. De repente, llevar a los niños fuera para estudiar geografía resultó una buena idea. Nos preocupa que ahora se les vuelva a poner en sus pupitres frente a los ordenadores durante todo el día, a pesar de que por lo que sabemos sobre el funcionamiento cognitivo, el aprendizaje y la creatividad, posiblemente lo mejor que se puede hacer es sacar a los niños al aire libre y enseñarles allí. ¿Cómo podemos enseñar biología sin tener experiencia práctica directa?

Hay un estudio realizado en 400 colegios de Massachusetts que introdujeron la naturaleza en la escuela o sacaron a los niños a la naturaleza que demuestra una gran mejora en su funcionamiento cognitivo

¿Qué líneas relevantes tiene abierta la investigación?

Cada vez hay estudios más detallados y todos tienden a apuntar en la misma dirección. Una de las preguntas que se hacen es cuál es la dosis correcta de Vitamina N [título de otro de sus libros, que detalla más de 500 propuestas para interactuar con la naturaleza, editado por Kalandraka (2019)]. Un profesor de la universidad de Exeter, en Reino Unido, estima que 20 minutos al aire libre en un entorno natural restablecen tu bienestar psicológico y empiezan a tener un impacto en el funcionamiento cognitivo. Sin embargo, soy muy prudente. Lo que sugiero es que algo es mejor que nada y más es mejor que algo.

El 55 % de la población mundial vive ya en áreas urbanas y se estima que para 2050 lo hará el 68 %, ¿es utópico pensar que podemos mejorar nuestro contacto con la naturaleza?

Ya era hora [ríe], volvemos a tener ese tipo de pensamiento. Ahora está tan de moda ser cínico, hay muchas razones para serlo. Desde 2008, hay más gente viviendo en ciudades que en el campo y eso sólo va a aumentar, en efecto. Esto significa una de dos cosas: o perdemos como especie cualquier conexión que tengamos con el mundo natural o creamos un nuevo modelo urbano, lo que denomino “ciudades ricas en naturaleza”. Se está trabajando mucho en ello, muchos urbanistas, paisajistas, arquitectos biofílicos…

¿En qué consiste el diseño biofílico?

Es el que se basa fundamentalmente en la naturaleza. Hace años se empezaron a construir lugares de trabajo con mucha naturaleza integrada en su diseño, incluso dentro del edificio, a veces simbólica, a veces real. En esos edificios aumentaban la productividad y la creatividad, y disminuían las bajas por enfermedad. Lo mismo ocurre cuando se construyen escuelas biofílicas. ¿Por qué no podrían ser así nuestras ciudades? En lugar de ir al jardín botánico, convirtamos la ciudad en un jardín botánico. No será la naturaleza tal y como la hemos conocido, pero será naturaleza.

Además, crear ciudades ricas en naturaleza abre horizontes profesionales para los jóvenes. Como arquitectos, urbanistas, agricultores que creen jardines y granjas verticales… Y debemos ampliar la definición de empleo verde, que la gente suele relacionar con la eficiencia energética. Un profesor de preescolar en una escuela verde también lo es.

En algunas ciudades españolas han proliferado amplias plazas de hormigón sin apenas árboles o espacios verdes, ¿cómo se convence a quienes toman las decisiones urbanísticas de que merece la pena desarrollar ciudades ricas en naturaleza?

Muchos países europeos van por delante de EE UU en eso. Nuestras ciudades crecieron tan rápido que nadie le prestó atención. Sí se hizo a principios del siglo pasado, cuando Frederick Law Olmsted [1822-1903, considerado el padre de la arquitectura paisajista estadounidense] diseñó Central Park en Nueva York y se acabaron creando parques similares por todo el país. La idea era que las ciudades tuvieran parques distribuidos de forma que todo el mundo pudiera ir andando a uno de ellos. Los industriales de Nueva York se lo pidieron porque querían trabajadores sanos. No necesitaban un montón de estudios para entenderlo, comprendieron el diseño biofílico mucho antes de que existiera el concepto y estudios que lo apoyaran.

Hoy, parte del argumento sigue siendo la salud. Por ejemplo, una de las pocas defensas contra los virus zoonóticos es una mayor biodiversidad y eso incluye a las ciudades. También se trata de salud mental. En EE UU se producen muchos tiroteos en las escuelas. ¿De dónde vienen?, ¿qué es lo que los niños no tienen? La naturaleza nos ayuda a estar cuerdos.

En EE UU se producen muchos tiroteos en las escuelas. ¿De dónde vienen?, ¿qué es lo que los niños no tienen? La naturaleza nos ayuda a estar cuerdos

¿Qué opinan los y las profesionales de la salud?

En 2010 me invitaron a dar una conferencia para la Academia Americana de Pediatría. Había 7.000 pediatras y enfermeras pediátricas entre el público. Estaba preocupado, ¿hablar del trastorno por déficit de naturaleza a miles de pediatras? Antes de viajar, mi mujer, que es enfermera, me cogió la cara entre las manos y me dijo: «Rich, los pediatras son diferentes de otros médicos, son gente muy maja [ríe]». Así que les di la charla y les sugerí que empezaran a ‘recetar’ naturaleza. Su respuesta fue asombrosa, muchos cambiaron su práctica. Por ejemplo, Robert L. Zarr, pediatra en Washington DC, empezó literalmente a prescribir naturaleza y organizó a muchos otros en DC para que hicieran lo mismo, e incluso crearon una base de datos de todos los parques y espacios abiertos de la ciudad. Después se creó una red nacional y ahora también lo están haciendo en Canadá, donde están implicando a su sistema nacional de salud.

Aunque consigamos ciudades y escuelas verdes, ¿cómo logramos que los niños salgan a la calle, considerando la creciente cantidad de tiempo que pasan ante una pantalla?

Obviamente, las pantallas son parte del problema, como la adicción a la alta tecnología, que yo también tengo. No podemos esperar volver a mediados del siglo XX, pero el miedo de los padres sobre la seguridad de sus hijos es una de las principales razones por las que estos pasan más tiempo en casa. En cierto modo, eso es más importante que la cantidad de aparatos electrónicos que tengan. Los padres tienen que llevar a sus hijos al aire libre, hay que ponerlo en el calendario. Podemos poner fútbol o aventuras en la naturaleza en el calendario, podemos juntaros con otros padres y compartir planes familiares de naturaleza. También tenemos que lograr barrios más seguros y hay pruebas de que el urbanismo verde contribuye a ello.

No podemos esperar volver a mediados del siglo XX, pero el miedo de los padres sobre la seguridad de sus hijos es una de las principales razones por las que estos pasan más tiempo en casa

Cita normativas cada vez más restrictivas que en EE UU dificultan jugar al aire libre, lo que llama “criminalización de la infancia”. En España, es frecuente prohibir jugar a la pelota en áreas comunes de zonas residenciales para no molestar, ¿cómo se aborda esta tendencia?

Debemos verlo como un derecho humano, nuestro derecho a conectar con el resto de la naturaleza. Hay un movimiento de pensamiento, especialmente en Europa, para conseguir que la ONU lo reconozca. El Congreso Mundial de la Naturaleza de 2012 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza [UICN, la mayor red mundial de organizaciones conservacionistas] ya aprobó una resolución en este sentido. Además, hace años que propongo una conferencia internacional sobre infancia, naturaleza y derecho que reúna a juristas y defensores de los derechos humanos para abordarlo y conseguir que, si alguien pisa el césped, no venga la policía y se lo lleve.

Mientras que los ecologistas adultos de hoy crecieron amando la naturaleza, las nuevas generaciones conviven con la ecoansiedad, ¿cómo afecta esto al ecologismo?

David Sobel, académico en la Universidad de Antioquía de Nueva Inglaterra, habla de la ecofobia: los niños conocen la destrucción de la naturaleza antes de aprender que es divertido jugar en ella. Si eso sigue así, seguiremos teniendo ecologistas, pero llevarán la naturaleza en el maletín, no en su corazón. En 2019 ardió Australia y muchas de las imágenes fueron bastante conmovedoras. Vimos a gente que acababa de perder su propia casa corriendo hacia el fuego para llevar agua a los animales salvajes que iban a morir. Hablaba bien de la raza humana y últimamente no muchas cosas lo hacen. Glenn Albrecht, a quién cité antes, y yo estamos de acuerdo en que los datos no bastan. Son importantes, pero en última instancia no generan el cambio necesario. Lo que cambia a la gente es el amor. El ecologismo ha perdido eso en las últimas décadas, cada vez se basa más en los datos.

Lo que cambia a la gente es el amor. El ecologismo ha perdido eso en las últimas décadas, cada vez se basa más en los datos

¿Y cómo podemos recuperar el amor por la naturaleza?

Una segunda cosa tiene que cambiar. Yo lo llamo esperanza imaginativa. No es esperanza ciega, es la magia de la esperanza. Desde hace una década le pregunto a la gente qué imágenes le vienen a la mente al pensar en un futuro lejano. Casi siempre se parecen mucho a Blade Runner o Mad Max, son imágenes postapocalípticas. No sé en España, pero en Estados Unidos nos hemos enamorado de la desesperación. Y hay razones para ello, yo también lo siento. ¿Pero qué le ocurre a una cultura si ya no puede imaginar un futuro hermoso?

Martin Luther King decía que cualquier movimiento, cualquier cultura, fracasará si no es capaz de dibujar un mundo al que queramos ir. Su famoso discurso no fue «tengo una pesadilla». Y a menos que podamos empezar a hacer eso en nuestras escuelas, con nuestros vecinos, en nuestra política… bueno, ten cuidado con lo que imaginas, puede que lo consigas. Debemos empezar a pensar en términos de esperanza imaginativa.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons