El pueblo ecuatoriano, engañado muchas veces por sus dirigentes, oscila entre los más rotundos contrastes, o se abandona al escepticismo o cree ingenuamente que puede superar su frustración engtregándose a la primera opción demagógica que le promete la transformación inmediata y mágica de su dura realidad. La economía está sometida al más egoísta proceso de concentración del capital, incapaz de propiciar el desarrollo equlibrado de la industria, la agricultura y los demás sectores básicos de la producción. Las políticas de control de la inflación, como lo demuestran los balances de las instituciones financieras, se han basado en sacrificios crecientes para las clases medias y populares, para los trabajadores, mientras para los otros sectores de la sociedad y la economía han logrado escandalosas utilidades.
En vez de ganar terreno para la democracia, en los últimos años el Ecuador ha sufrido la creciente concentración del poder político, económico y social. La cultura nacional pierde día tras día su identidad y sus valores. La sociedad se degrada. Los asesinatos se volvieron frecuentes. Hemos acumulado en pocos años las fallas de la sociedad tradicional y los defectos de la moderna sociedad de consumo.
La situación actual del Ecuador es responsabilidad de las fórmulas políticas vigentes; del estilo de gobierno que nos rige y de la incapacidad de los partidos políticos para interpretar a la nueva nación. Los partidos están en una profunda crisis desde hace varios años, como fruto de la descomposición moral y la mentalidad oportunista y corrupta de algunos de sus dirigentes.
Ante esta realidad, no necesita el Ecuador ideas excepcionales para trazar su rumbo en los próximos años. Lo que requiere Ecuador, ante todo, es sinceridad entre quienes se acerquen a interpretar su destino y que las ideas fundamentales se conviertan en compromiso real de quienes las presentan para que puedan llegar a ser verdaderos propósitos nacionales. Una nueva manera de hacer política, una toma de conciencia.
Esperamos que con las elecciones de hoy agonice una época en Ecuador y con ella también las fórmulas políticas, sociales y económicas de la sociedad tradicional.
Anhelamos que hoy terminen las antiguas concepciones institucionales y que nazca en Ecuador una nueva manera de entender y hacer la política.
Como lo dijo hoy, durante la ceremonia inaugural el proceso electoral, la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Ecuador, Diana Atamaint, exhortamos a los ecuatorianos a que acudan a votar en las elecciones generales extraordinarias para, de esa forma, condenar la violencia y ratificar su compromiso con la democracia.
El ejercicio de nuestros derechos será nuestra mejor defensa frente a los que pretenden arrebatarnos la paz y sembrar el miedo mediante la violencia, precisó Diana Atamaint.
Ecuador Universitario