iPhone 5: Reseña a fondo (1era. Parte)

Por: Eduardo Arcos

El anuncio y posterior lanzamiento del iPhone 5 ha estado plagado de eso que yo llamo el “efecto jetpack”, o la necesidad de que la última generación de un dispositivo tenga que hacer cosas extremadamente sorprendentes (pero no necesariamente usables) para no ser considerada una decepción.

Estos argumentos pueden ser relacionados con personas que suelen decir «ya es 2012, y aún no tengo mi auto volador» mientras escriben desde un teléfono móvil con más capacidad de procesamiento que el módulo que llevó a tres hombres a la Luna en los 60s.

Pero un teléfono no te va a llevar a la Luna por sí mismo; las herramientas no tienen valor, hace falta un humano detrás construyendo cosas interesantes.

El iPhone 5 no es sorprendente y no necesita serlo. De hecho ninguna de las generaciones anteriores lo fue, y a medida que se han anunciado (y lanzado) terminamos escuchando exactamente los mismos argumentos de siempre: los analistas dicen que será una decepción, no tiene ocho mil procesadores, la pantalla no es suficientemente grande, no hay diferencia con sus predecesores. Aun así seguimos viendo filas interminables de personas queriendo comprarlo el día del lanzamiento y récords absolutos de ventas.

El iPhone 5 no sorprende porque Apple ha diseñado una herramienta que en realidad debería sorprender (valga la redundancia) por cómo te facilita la vida al hacer lo que más te gusta con la tecnología y no por cómo se ve físicamente. Lo dije antes y lo repito hoy: las características técnicas son irrelevantes. Un smartphone no debe ser medido por el tamaño de su pantalla, la velocidad de su procesador o la cantidad de RAM, sino porque, al casar hardware y software, te dé la mejor experiencia posible y sea el dispositivo más útil que puedes tener en el bolsillo.

En ese aspecto, el iPhone 5 es el mejor smartphone del mercado. La interfaz gráfica es más rápida que nunca, el acceso a aplicaciones es inmediato, su cámara tiene una calidad muy sorprendente. Es liviano, muy liviano, es muy delgado y debes sentirlo en la mano para entender el tremendo esfuerzo que Apple ha puesto en su construcción hasta detalles mínimos e imperceptibles.

Diseño y peso

El iPhone 5, al sostenerlo en la mano, se siente como un objeto de lujo y claramente lo es. Está fabricado con aluminio anodizado (serie 6 mil) e incrustaciones de cristal cerámico arriba y abajo en el modelo blanco, y de cristal pigmentado en el iPhone negro. Apple asegura que el proceso de construcción es similar a un reloj suizo, no al de un teléfono. Esto es aún más evidente cuando lo comparas con cualquier otro teléfono reciente de la competencia. E insisto, hay que sostenerlo en la mano para entenderlo y apreciarlo.

Apple se ha encargado también de hacerlo más ligero. Pesa apenas 112 gramos (el iPhone 4S pesa 140 gramos), 20% más liviano o 28 gramos menos, que en papel parecen poco pero en términos de uso diario se notan bastante. Es 20% más delgado, apenas 0,76 centímetros de grosor, lo cual, aunque es más alto, lo hacen el iPhone más pequeño en términos de volumen (12% menos que su antecesor).

Siempre he defendido un peso razonable en los teléfonos porque te hacen sentir que tienes un dispositivo de valor en las manos y no un pedazo de plástico barato con pantalla (sentimiento que me ocurre al usarsmartphones de Samsung). Lo que Apple ha logrado es reducir suficiente cantidad de peso para hacerlo aún más cómodo compensando con un material y acabado de lujo.

Pantalla

Físicamente, el mayor cambio desde el primer iPhone es la nueva pantalla: ahora tiene 4 pulgadas diagonales o, lo que es lo mismo, 0,5 pulgadas más que todos los modelos anteriores. El aspecto cambia de 3:2 a 16:9 con 1136×640 píxeles de resolución, manteniendo los 326 píxeles por pulgada. Nuevamente, las características técnicas, por muy interesantes que sean, no significan nada. La pantalla genera colores mucho más vivos, más reales y negros, mucho más negros. Si recuerdan mi reseña del Lumia 800, fue el aspecto más interesante de la pantalla de ese dispositivo y se agradece que Apple haya tomado nota de la importancia del contraste en una pantalla y lo aplique al iPhone 5.

Hay otra consideración importante y difícil de explicar con la nueva pantalla: antes, para lograr que una pantalla sea táctil había que poner una capa adicional de electrodos que reaccionaban al tacto, los cuales se comunicaban al procesador del teléfono que hacía que los pixeles de la pantalla reaccionaran a las acciones hechas con nuestros dedos.

El iPhone 5 retira esa capa táctil y logra que los electrodos sean sensibles al tacto y, al mismo tiempo, muestren la imagen. El resultado es una extraña sensación de que realmente tocas los elementos de la interfaz gráfica, haciendo todo aún más natural y más cercano.

Es difícil de explicar porque antes esa capa táctil era poco perceptible, pero aún había cierto nivel de sentimiento de “esto lo estoy haciendo a control remoto”, que deja de existir con el iPhone 5. El resultado es una experiencia mucho más íntima con lo que sea que tengas en el teléfono y con cada elemento de la interfaz gráfica. El efecto se incrementa todavía más considerando que el chip A6 del smartphone muestra y mueve todo incluso más rápido, incrementando la “naturalidad” de la interfaz.

Estoy seguro que el próximo iPad tendrá la misma tecnología y este sentimiento será aún más aparente.

¿Hay una gran diferencia entre las pantallas anteriores y la nueva? Sí y no. Creo que aplicaciones como Mail, Instagram, clientes de Twitter y videojuegos se van a beneficiar bastante del nuevo formato, al poder desplegar más información sin necesidad de hacer scroll (en el caso de los juegos, al poder mostrar más cosas en pantalla) pero también creo que en Apple desaprovecharon la oportunidad de mejorar la forma en que se muestran las notificaciones aprovechando la pantalla más grande. Entiendo que es muy complicado porque implica diseñar dos veces, pero también creo que más pantalla debería significar “mejor desplegado de información” y no simplemente “más desplegado de información”.

Desempeño

El desempeño general del iPhone 5 es lo que más llama la atención después de horas de jugar con el teléfono y acostumbrarte a la pantalla o a su acabado físico. Es muy rápido. Es el dispositivo iOS más rápido fabricado por Apple, por encima del iPad de tercera generación. El chip A6 funciona al doble de velocidad del A5. No se trata de Gigahertz, se trata de un procesador que está hecho específicamente para que la interfaz gráfica de iOS funcione lo más rápido posible.
Alguna vez leí a alguien decir que Apple inició su project butter (la iniciativa de Google para que Android 4.1 sea realmente fluído) en 2007, en el sentido que la compañía hace muchísimo énfasis en que el movimiento se sienta lo más natural posible. El chip A6 en combinación con iOS 6, sumado a la pantalla nueva del iPhone 5, simplemente mejoran muchísimo más la experiencia. A este ritmo, estoy seguro de que en 4 o 5 años hablaremos del esfuerzo de Apple en hacer que un elemento gráfico en pantalla no pueda distinguirse de algo en la vida real, por su comportamiento, por la calidad de los gráficos y por cómo se ven en las pantallas retina del futuro.

Por otro lado, con procesador más rápido, el despliegue de información se acelera, pero eso va de la mano con soporte de tecnologías de transmisión más veloces. El iPhone 5 soporta hasta Wi-Fi 802.11n en 5 GHz que transmite hasta 54 megas por segundo, UMTS/HSPA+/DC-HSDPA y LTE en algunos países.

En pruebas hechas en Madrid, llegamos hasta los 19 megas por segundo usando Movistar. Nada mal.

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