La metodología, desarrollada con la participación de investigadores del Instituto Cajal, ha permitido observar que el tejido cortical que aún muestra actividad en un encefalograma, puede, en realidad, estar sufriendo ya la muerte irreversible de las capas neuronales más superficiales tras un ictus o una hemorragia intracraneal. Los hallazgos replantean los criterios y quizá la praxis en el seguimiento y tratamiento de este tipo de accidentes.
Un equipo internacional con investigadores del Instituto Cajal del CSIC ha desarrollado una nueva técnica biomatemática optimizada en animales que permite monitorizar con precisión la evolución del daño cerebral en accidentes cerebrovasculares.
Esta metodología, probada en paralelo en pacientes y en roedores muestra que el tejido cerebral puede presentar actividad en un encefalograma debido a los impulsos eléctricos de las capas más profundas y, aun así, estar sufriendo un daño irreparable en las más superficiales. Los resultados, publicados en la revista Nature Communications, aconsejan, según los autores, replantear los criterios y quizá la praxis en el seguimiento y tratamiento de los accidentes cerebrovasculares (ACV).
La técnica muestra que el tejido cerebral puede presentar actividad en un encefalograma por los impulsos eléctricos de las capas más profundas y, aun así, estar sufriendo un daño irreparable en las más superficiales
Muerte de neuronas
Cuando una persona sufre un accidente cerebrovascular (un ictus o una hemorragia subaracnoidea) se generan unas ondas electroquímicas que recorren el tejido lentamente desde la zona dañada, matando neuronas a su paso. En un periodo de unas pocas horas, varias de estas ondas van a producir una lesión irreversible de un gran volumen de la corteza cerebral, por lo que se considera una ventana de tiempo crítica para que el personal médico intente salvar el tejido y disminuir las secuelas neurológicas irreversibles, o en un gran número de casos, la muerte.
“El tiempo máximo para actuar y tratar de salvar los tejidos son unas horas, como máximo un día”, detalla Óscar Herreras, investigador del Instituto Cajal del CSIC que ha participado en el estudio.

El tiempo máximo para actuar y tratar de salvar los tejidos son unas horas, como máximo un día

En pacientes y animales
En este trabajo, realizado en pacientes y en modelos animales, el grupo de Herreras, en colaboración con investigadores de la Universidad Aix-Marseille y de la Universidad de Medicina de Berlín, ha descubierto que el tejido cortical que aun muestra actividad EEG (encefalografía cerebral) puede, en realidad, estar sufriendo ya la muerte irreversible de las capas neuronales más superficiales.
Esto se ha conseguido utilizando una compleja técnica biomatemática de análisis de los potenciales eléctricos cerebrales que fue optimizada anteriormente en animales en Madrid, y permite separar y ver actividad de distintas capas neuronales.

La técnica está basada en algoritmos que permiten procesar señales mezcladas, es decir, mediante registros eléctricos múltiples podemos separar la actividad de cada población neuronal

Replantear criterios de evaluación
La técnica empleada está basada en algoritmos que permiten procesar señales mezcladas, es decir, mediante registros eléctricos múltiples podemos separar la actividad de cada población neuronal”, detalla el investigador del Instituto Cajal.
Los autores estiman que estos hallazgos aconsejan replantear los criterios y quizá la praxis en el seguimiento y tratamiento de los accidentes cerebrovasculares. “La cantidad de tejido que se toma como criterio para evaluar la situación estaría retrasada en varias horas, con lo cual, deberían buscar otra referencia o alguna manera de actuar antes o más rápido”, concluye Herreras.
Referencia:
Azat Nasretdinov et al. “Diversity of cortical activity changes beyond depression during Spreading Depolarizations”. Nature Communications (2023).