EcuadorUniversitario.Com

El poeta y escritor Jorge Dávila Vázquez : ¨A escribir se aprende escribiendo¨

Por: Mateo Sebastián Silva Buestán

La Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina (CES AL) presentó, a finales del 2020, la reedición de dos libros de Jorge Dávila Vázquez: Nueva Canción de Eurídice y Orfeo y Sinfonía de la Ciudad Amada. La primera obra, plasmada poéticamente, tiene más de medio siglo desde su creación. Estos versos recrean la fatídica historia de Eurídice y Orfeo: su amor perdido, encontrado y vuelto a perder. El prólogo corrió a cargo del recordado Alfonso Carrasco Vintimilla. En tanto, “Sinfonía de la Ciudad Amada”, prologada por Francisco Proaño Arandi, describe una Cuenca ilustre de galas vestida, su gente, sus tradiciones, su arquitectura, su arte. Y, por sobre todo, el autor rinde homenaje apasionadamente a esta ciudad, que hace poco celebró su bicentenario de Independencia, Santa Ana de los cuatro Ríos de Cuenca. Esto nos motivó a realizar la siguiente entrevista:

¿Quién es Jorge Dávila Vázquez?

Cuencano por generaciones. Doctor en Filología por la Universidad de Cuenca, donde fue docente por 29 años. Crítico de literatura y arte. Primer recopilador y estudioso de la obra de César Dávila Andrade, 1984. Premio Nacional “Eugenio Espejo” al conjunto de su obra y a la labor difusora cultural, 2016. Premiado por la Asamblea Nacional con la condecoración ¨Dr. Vicente Rocafuerte¨, 2020.

Obras: María Joaquina en la vida y en la muerte, Este mundo es el camino, Los tiempos del olvido, De rumores y sombras, Danza de fantasmas (narrativa); César Dávila Andrade, combate poético y suicidio (ensayo); Historias para volar, Libro de los sueños, Arte de la brevedad, Juegos de fantasía, Entre dos mundos (cuentos breves) Memoria de la poesía, Temblor de la palabra, Río de la memoria, Árbol aéreo, Personal e intransferible, Poemas cotidianos (poesía); Espejo Roto, ¡A Escena!, El barco ebrio, Sombras en el amanecer (teatro); Novelas juveniles: El sueño y la lluvia; Soñadora, Elena, soñadora, Árboles para soñar (2016). Libros de cuentos para jóvenes: Minimalia, La oveja distinta, Entrañables (2017). Columnista en diario El Mercurio de Cuenca.

Además del parentesco ¿Qué representa la figura de César Dávila Andrade en su vida? ¿Considera su legado como una fuente de inspiración?

Dávila Andrade era hermano de mi padre, pero no tuvimos nunca mayor relación, primero, porque él vivió fuera de Cuenca desde que yo era muy pequeño, y segundo, porque las relaciones de los Dávila Andrade y Dávila Vázquez eran un tanto distantes. Mi madre me leía sus poemas y recuerdo “Canción a Teresita” y “Carta a la madre”. No entendía muy bien, y ella se empeñaba en explicarme los textos, con gran ternura. En la década del 80 del siglo pasado, descubrí la totalidad de la obra daviliana, su hondura, su grandeza, su infinitud, gracias a un trabajo de recopilación, que dio dos tomos que suman unas mil páginas, encomendado por el Banco Central y la UDA. No me ha inspirado el escritor nada de ficción o poesía que haya escrito, pero sí dos obras de teatro; y guardo por su obra una profunda y sincera admiración, volcada en mi libro “César Dávila Andrade, combate poético y suicidio”.

Usted es considerado un autor polifacético ¿Con qué género disfruta más de su escritura?

No tengo preferencias, para mí la escritura es un todo, y a esa totalidad me entrego con mucha dedicación, siempre, haga lo que haga, poesía, teatro, ensayo o narrativa. Pongo en mi trabajo el mismo empeño y el gran amor que despierta en mí el arte de la escritura, propia o ajena.

Evidentemente, el Teatro y la Lírica están idílicamente entrelazados ¿Cómo nace la obra Nueva Canción de Eurídice y Orfeo?

Mi amigo Edmundo Maldonado, que era uno de los directores de ATEC (Asociación de Teatro Experimental de Cuenca), se enamoró de un texto de David Ledesma, y quería hacer una sesión pública de lectura dramatizada, incluso escogió a los actores que encarnarían a los dos personajes míticos. Su proyecto fracasó por la oposición de algunos de los responsables del grupo. Estábamos tan saturados de la lírica de Ledesma, que hablábamos en verso y teníamos los dos nombres en la punta de la lengua. Entonces, escribí el poema, que, ciertamente, tiene algún parentesco con lo teatral por su forma dialogal y lo dediqué a algunos de mis compañeros, Edmundo entre ellos.

Si bien es cierto, el libro Nueva Canción de Eurídice y Orfeo tiene algunas décadas desde su creación, pese a ello, ¿podría encontrar una analogía o simbolismo de los personajes Orfeo y Eurídice en la actualidad?

Eurídice y Orfeo son el símbolo del amor perdido, encontrado y vuelto a perder, definitivamente. Es algo que puede ocurrir en cualquier tiempo y en donde quiera. Quizás eso explique la larga supervivencia del poema, a más de cincuenta años de su creación, y la emoción que despierta en los lectores.

Respecto a Sinfonía de la Ciudad Amada ¿Cuál diría que es el origen de su amor perenne por Cuenca?

Bueno, yo soy cuencano, por varias generaciones. Nací y he vivido en Cuenca la mayor parte de mi existencia. Crecí en el amor de esta ciudad, su gente, sus costumbres, sus tradiciones, leyendas, arte y costumbres. Siempre he tenido un inmenso afecto por todo lo cuencano y por la ciudad misma. Alguna vez he escrito pequeños textos sobre Cuenca, pero, evidentemente, mi mayor realización en ese campo es la Sinfonía de la ciudad amada, por su extensión, por la pasión que revela y por los múltiples aspectos de la urbe que aparecen a lo largo de todo el libro-poema; por ello, considero que es un homenaje filial, particularmente.

Las dos obras en cuestión están escritas, mayoritariamente, en versos de arte menor ¿Cuál es la razón?

Yo no me sujeto para nada a la métrica tradicional. Mis versos no se someten a un conteo de sílabas, por tanto, frente a ellos no se puede hablar de arte mayor o menor. Simplemente, sigo mi ritmo interior, mis sentimientos, mis emociones, cuya musicalidad espero sea percibida por los lectores o por quienes escuchan la lectura. Y realmente lo de las frases versales largas o cortas no es parte de mi preocupación en el trabajo poético, como no lo son tampoco las coincidencias de la rima u otras particularidades del verso tradicional.

En su opinión ¿Cuál es el secreto que guarda Cuenca, esta mágica y colonial ciudad que atrapa a todos sus habitantes y a quienes la visitan?

Creo que no hay secreto. Cuando se preparó el documento previo a la declaración de Cuenca como Patrimonio Cultural de la Humanidad, por la UNESCO, se hizo hincapié en la armoniosa unidad entre el paisaje y la urbe, entre el patrimonio y la modernidad, entre los seres humanos, dedicados a las más diversas tareas sociales y creativas y el hábitat urbano. Cuenca es muy rica en diversos aspectos, y eso la vuelve tremendamente atractiva. Creo que sus gentes la aman, pero no lo suficiente como para cuidarla permanentemente, hermosearla, mantenerla nítida; todavía falta una conciencia social. Además, el fenómeno de la migración revela también carencias y deforma un tanto la tradicional belleza de la villa.

Cuenca es considerada como “cuna de poetas” ¿Por qué cree que haya existido una importante proliferación de poetas en determinados períodos de la Historia? ¿Cómo vislumbra el actual panorama literario?

Will Durant, refiriéndose al esplendor renacentista de Italia dice que era un tiempo en que se pensaba que hasta las vacas hacían poesía o pintaban. En Cuenca se ha exagerado un poco la proliferación poética. Ha habido muy buenos escritores -el mejor análisis al respecto es el de Marco Tello, en su libro Cuenca: Dos siglos de poesía-, pero también hubo en todo momento simples versificadores, hábiles, que pasaron por genuinos creadores. Actualmente hay una buena y sólida producción literaria, pero vivimos tiempos duros, y eso impide una mejor difusión de la obra de los jóvenes.

¿Qué mensaje daría a esa juventud que anhela incursionar en el mundo literario?

Siempre repito más o menos lo mismo: “a escribir se aprende escribiendo”, y añado, hay que hacerlo todos los días, pues la literatura es una labor sumamente exigente, que requiere una gran dedicación. Y como simple recomendación: no se apresuren en publicar, porque eso lleva a dar a la estampa textos inmaduros, de los que luego se arrepienten los autores. Mejor que las obras reposen un poco, maduren, y así se conviertan, luego de un gran pulimento, en textos de verdadero valor literario.

¿Cuál es su valoración del trabajo que desarrolla la Editorial Centro de Estudios Sociales de América Latina?

Creo que su mayor empeño es la difusión, sin pensar en costos, ni tiempo empleado ni ahorro de esfuerzos. Es gratificante ver que un grupo de personas trabajen por la consecución de un ideal de promoción de diversos trabajos humanísticos y de arte literario. Además, es bueno ver que no hay limitaciones en cuanto al origen, la edad, la formación. Es un espacio abierto para todos, con especial interés en la gente joven.

Mateo Sebastián Silva Buestán

 

Salir de la versión móvil