En este momento, la Cultura es parte de un movimiento histórico a nivel político. Raúl Pérez Torres, escritor recientemente elegido presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), así lo confirma. Su palabra resuelta es aguda al señalar críticas pero su tono es alentador, cree en el encanto del proceso político que vive el Ecuador y a él se entrega desde su ámbito: la palabra.
El escritor de ‘Solo cenizas hallarás’, ‘Ana la pelota humana’, ‘Teoría del desencanto’ y otros tantos textos, llegó a Agencia Andes para compartir su visión de lo que él llama La Casa Nueva. Su periodo durará cuatro años. En el inicio de su proyecto, estas son sus impresiones:
– El reto que se viene es fuerte, ¿cómo asume ahora y cómo responderá a futuro usted ante ese reto?
– Creo que estamos viviendo un momento histórico político – ideológico importante, no solo en Ecuador y Latinoamérica sino en todo el mundo; y creo que nuestras visiones deben estar atravesadas exactamente por ese punto de vista. Creo que América Latina ha dicho “¡Basta!” al capitalismo, al neocolonialismo, y hay una cierta dignidad con que América está pensando y transmitiendo la idea de la soberanía. Nuestra política cultural debería estar atravesada por esta filosofía. Recuerdo una frase de Rafael Correa que decía: “Tenemos que participar de la metamorfosis del Estado, de un Estado burgués a un Estado popular. Ello implica la integración de los excluidos de toda la vida, de los marginados de la historia, de la inmensa mayoría que jamás tuvo acceso ni al pan, ni al abrigo, ni al poema”. Ese es el camino que nos hemos trazado para tener una nueva Casa de la Cultura. No hay que olvidar que contra la Cultura nada puede el olvido; Cultura es lo que queda cuando olvidamos todo. Nuestra política cultural es no llenarnos de políticas culturales, de papeles.
– ¿Por qué Casa Nueva?
– Siempre me ha gustado el pensamiento del presidente de Uruguay, Pepe Mujica, en torno a la Cultura. Él decía que la Cultura de las calles es una cosa contagiosa y que es necesario crear un clima cultural en la vecindad, en el barrio, la provincia, el país. Nosotros como dirigentes podemos dar el clima cultural capaz de que los actores culturales puedan desenvolverse. Yo digo que hay que ser responsable, que los colectivos deben tener la reflexión suficiente para saber el momento que estamos viviendo en nuestra América, como diría Martí.
– La Casa de la Cultura se convirtió en un aparato burocrático que no se sabe para qué servía. Al parecer, esa redefinición es el primer reto…
– Yo he dicho que lo primero que hay que hacer es democratizar la Casa. Esto de haber viajado por todo el país me ha enriquecido porque veo un nuevo Ecuador -carreteras, hospitales, universidades- pero no solo las cosas materiales, el humanismo que está creciendo en el país es lo que permite y obliga a democratizar la Casa de la Cultura. Cuando yo digo que debemos democratizar la Casa, hablo de inyectarle esta sangre nueva de las expresiones culturales actuales, de los colectivos. Esto no tiene que ver con la edad sino con las posibilidades de una diversidad geopolítica.
– ¿Cómo limpiar el nombre de la Casa de la Cultura después de unas elecciones tan bochornosas?
– Vamos a limpiar la Casa. El expresidente de la Casa de la Cultura la politizó, presentó, por ejemplo, en uno de los teatros a uno de los posibles candidatos para las próximas elecciones –Gustavo Larrea- . Esto fue como los grandes matrimonios que se juran amor eterno y terminan en una comisaría. Ese para mi es un dolor profundo. Debemos sanear, limpiar la Casa, tener una nueva actitud. La Casa de la Cultura debe ser un espacio para la contradicción, que es donde crece el pensamiento, ese pensamiento vivo, dialéctico es el que permitirá el crecimiento de la Casa. Han pasado ocho años de una Casa de la Cultura muerta que necesita revivirse, se necesita ese aliento joven, fresco. Necesitamos dar espacio al pensamiento moderno, posmoderno.
– ¿De qué habla Raúl Pérez cuando habla de ‘Autonomía’?
La autonomía es la responsabilidad que nos entrega el pueblo para que nosotros hagamos nuestras tareas. El dinero que nos entrega el pueblo para gastar en las necesidades básicas de la cultura del pueblo y para que nosotros podamos hablar de la significación que tiene la cultura no solo en el contexto de Ecuador sino en América Latina. Autonomía con control. Aceptamos la inclusión en el Sistema Nacional de Cultura para enriquecernos e invertir en grandes proyectos nacionales y no solo de la defensa de mi pequeño terruño.
Por: Santiago Aguilar | Foto: Eduardo Flores | ANDES