
Por: Bryan Parra Campoverde
Estudiante universitario y miembro de CES-AL (Ecuador)
Otro año más que culmina, tan corto y tan largo. Corto, porque en un abrir y cerrar de ojos los meses han pasado volando. Los tiempos de ahora no son como los precedentes, antes vivías, disfrutabas, reías y se te hacía largo un Fin de Año, será tal vez porque vivíamos sin preocupaciones. Ahora simplemente es diferente, quizás por la única razón de que hoy por fin te diste cuenta que la realidad es otra y que no todo es un simple cuento, como lo imaginaste.
A usted mi querido lector que abrió este artículo, quizás por el descabellado título o tal vez se sintió identificado con esa idea, el fin de un inicio simplemente hace referencia a una culminación de un año pero el inicio de algo grande. En este año, sin duda, ha pasado muchas cosas, he conocido gente, he tenido más participaciones en distintos eventos y, lo más importante, pude revelarme ante la multitud y ser alguien que ve las cosas de una perspectiva diferente.
Empezaré mencionando, que esto ha sido gracias, por una parte, a mi esfuerzo, sacrificio y perseverancia. Un año que se aprendió de todo, incluso, lo inaprensible. Pero sería egoísta si no resaltara la participación en ese proceso de mis colegas y amigos.
Primero, quiero agradecer a tan innovadora, maravillosa y, sobre todo, única organización cultural que tiene enfocada su mirada en los jóvenes y es para los jóvenes, que no se deja cegar por aquellos que están vendados por la realidad. Una institución que no está para majaderías. Si, así es, hablo de CES-AL, un Centro de Estudios Sociales de América Latina, cuya finalidad es compartir y democratizar el conocimiento, a través de la edición de libros y de la organización de una amplia actividad cultural paralela.
Pero CES-AL no es nada sin sus colaboradores, Erick Jara, Mateo Silva, Fernando Uyaguari, Jenny Padilla, Thalía Cordero, Karen Reyes, Elsi Carrión, Alexandra Espinoza, Michelle Balarezo, Daniela Ache, Yessenia López, Elizabeth Pinanjota y, por último pero no menos importante, la pieza clave en ese ajedrez, en ese escuadrón de verdad, JOSÉ MANUEL CASTELLANO, el fundador, mentor, guía, amigo, loco amigo que siempre está ahí para ayudarnos, guiarnos, confiar en nosotros y sobre todo dispuesto a escuchar sugerencias y contradicciones, porque odia que le den la razón. Una persona hecha y derecha, aunque no lo apoyen. Un hombre, justo, que sabe lo que quiere y lo que no, un investigador pero sobre todo un maestro, que intenta, que sus alumnos sean mejor que él, armados de principios, valores y sobre todo justos, que sean verdaderos. He aprendido muchas cosas de él. De igual manera y como no destacar a Mateo, Nando, Erick, que han sido aquellos que gracias a sus charlas y demás consejos he aprendido de forma colectiva. CES-AL me ha dejado uno de mis mejores aprendizajes en este año, aunque aún falta mucho camino por recorrer, solo hay que seguir. Y este año que se inicia vendrá cargado con más desafíos, retos y misiones por cumplir.
Sin duda, CES-AL marca una diferencia única e inigualable. Se preguntará ¿por qué? Por su desempeño a la comunidad, ha desarrollado una intensa labor de publicación de libros relacionados con la cultura, la historia, literatura, educación, ciencia, etc. y ha realizado un conjunto de eventos importantes, como el I Congreso Internacional de Jóvenes Investigadores de Latinoamérica y el Caribe; la I Jornada de Mujeres Científicas azuayas; y el I Encuentro de Mujeres Académicas del Cañar; además, cabe resaltar que en su tercer aniversario brindó un Acto-Homenaje a Erick Jara Matute (el Premio CES-AL en su modalidad Jóvenes Creadores llevará su nombre), que sin duda es un reconocimiento muy merecido.
El cierre de 2021 concluía con la publicación de dos libros significativos: “Elucubraciones: Entre martillazos y perspectivas” de Mateo Silva Buestán y “Entrevistas Interdisciplinarias”, una compilación de Fernando Uyaguari y quien suscribe. Esto es solo un pequeño paso de muchos otros que vendrán en este 2-0-2-2. CES-AL, con su grupo de jóvenes, debería ser un verdadero ejemplo para muchas organizaciones académicas y culturales.
Feliz Año Nuevo, lleno de alegrías, reflexiones y razonamientos para seguir creciendo.