Autor: Sara
En la década de los 70, las personas que decidían ir a un centro universitario elegían cursar carreras que apuntaban alto, es decir, que contaban con salidas laborales. De hecho, existía casi la certeza de que cursar determinadas carreras consolidaba un sueldo y la conservación económica de la familia hasta el final.
No obstante, como consecuencia del avance social la situación económica mejoró, la clase media empezó a asistir a los centros universitarios y los programas académicos de las universidades aumentaron en número. Esto abrió camino a la variedad y al crecimiento, pero por otro lado animó a muchas personas a estudiar una licenciatura que hoy en día no puede encaberse en el mundo laboral, o cuya repercusión es bastante escasa.
Hoy en día, y con la crisis que acarreamos, el mensaje optimista que nos llegaba de todos lados que nos animaba a estudiar lo que quisiéramos, ha cambiado a «estudia algo de lo que puedas vivir«. Por esta razón, muchos jóvenes han optado por asistir a masters MBA.
Actualmente muchas compañías están en quiebra, los empleos son escasos y de calidad dudosa, así que tanto el Gobierno como la sociedad en general están apostando por el autoempleo. Iniciar un negocio propio es, como mínimo, una solución a la situación actual.
Si además de un master MBA tenemos un poco de imaginación y estamos motivados podemos lograr un buen negocio con posibilidades de futuro. Tampoco hay que menospreciar los préstamos para PYMES que hoy en día aportan las comunidades autónomas. La cláusula indispensable es tener una propuesta de negocio sólida, un tanto atrevida y un mínimo aval económico.
Desde luego no es tarea fácil y no todas las personas pueden realizarlo (especialmente quien tiene hijos de los que responsabilizarse). No obstante sí que puede ser una buena opción para gente con títulos que todavía no deben hacerse cargo de familiares y no corren excesivos riesgos.