Por: ALFREDO ASTORGA
Suele ser común en Ecuador el entusiasmo con que se recibe una noticia. Y también la flojera con la que se nos esfuma entre los dedos. Esto parece suceder con la formación dual que saltó al escenario hace poco. Garantizada además, por un pacto entre el gobierno, la sociedad civil y los empresarios.
La propuesta es potente. Se trata de alterar la formación tradicional, tan propensa a esconderse de la realidad. Se busca combinar la formación en un centro de estudios con prácticas laborales en una empresa. Los beneficios son significativos. Para el estudiante que perfecciona y aplica sus aprendizajes. Para las empresas que acceden a mano de obra con potencial y frescura. Para el país que consigue un respiro al desempleo juvenil y la baja producción. Una asociación público-privada de verdad. Ojalá cristalice y abra sus alas.
La propuesta no cae del cielo. Esfuerzos se desarrollan con suceso en Europa (Alemania, Suiza) y la región. En Ecuador se ha implementado con éxito pero en limitados sectores. La Mesa de Educación Técnica del Acuerdo Nacional -ministerio y sociedad civil- liderado por el Contrato Social por la Educación, ha trabajado en los últimos meses en ésta y otras líneas para potenciar la Educación Técnica. No huele a improvisación ni a publicidad. Claro, se precisan ciertas condiciones para que el modelo dual funcione. Una de ellas es la alineación al contexto nacional. Las experiencias de Europa tienen que ver con sus políticas económicas, de empleo, de educación. Harán falta adaptaciones creativas. También es necesario ajustar las currículas para la articulación pues no se trata de una yuxtaposición sino una visión integral nueva, teórico-práctica. Es preciso que las empresas brinden condiciones favorables: selección adecuada de labores, orientación en el trabajo, incentivos, diálogos con los colegios. De parte de éstos son esenciales la estructuración de nuevos programas, el seguimiento a las prácticas, la apertura para innovaciones, la adaptación a nuevas tecnologías.
Finalmente, dos reflexiones. En primer lugar, destacar el valor del trabajo para el aprendizaje. Rompe el mito de que se aprende exclusivamente en las aulas. La vida ofrece múltiples espacios que será aconsejable articular a la educación (emprendimiento, artes). La práctica -sistematizada- también enseña. De la teoría -aterrizada- también se aprende. Y en segundo lugar, la necesidad imperiosa de potenciar la Educación Técnica como alternativa a los estudios universitarios, que se han posicionado como la mejor y única alternativa de preparación y acceso al mercado laboral. Hay un mundo por desarrollar y este paso de la formación dual es decisivo. No hay mito. No hay misterio. En la formación dual hay una propuesta técnica, política y cultural vigorosa… Que no se achique, que no se esfume.
FUENTE: EL COMERCIO
Martes 10 de diciembre 2019